Una empresaria de la reinserción

Desmovilizados trabajan en seguridad y logística en discotecas y eventos de Bogotá.

Camilo Segura Álvarez
19 de octubre de 2012 - 10:23 p. m.
Viviana García cree que el aporte del empresariado es fundamental para la paz. /  Gustavo Torrijos - El Espectador
Viviana García cree que el aporte del empresariado es fundamental para la paz. / Gustavo Torrijos - El Espectador

Durante años desafiaron a las Fuerzas Armadas y a la institucionalidad. Hicieron parte de los grupos paramilitares o las guerrillas. Hoy brindan seguridad en bares y eventos en la capital, gracias a la oportunidad que les brindó Viviana García, una mujer que cree en la reintegración como el aporte empresarial a la paz de Colombia.

Después de vivir en el exterior por seis años, Viviana fundó Eureka Logística y BTL con el apoyo de su hermano en 2008. Al principio, conseguir una posición en el mercado fue difícil, sólo un año después la empresa empezó a ver resultados positivos. Con jóvenes de toda la ciudad, Eureka comenzó a brindar servicios de seguridad y logística.

En el año 2011 la empresa tomó un giro inesperado. Un funcionario de la Alcaldía tuvo una conversación informal con el hermano de Viviana y lo invitó a conocer el programa Ruta Integral de Intermediación Laboral, que trabaja con desmovilizados, sus familias y la población vulnerable de los barrios receptores.

Desde entonces, Viviana, que siente una especial cercanía con la realidad del conflicto armado gracias a su madre, que se desempeñó como jueza penal militar por 13 años, contrató a 33 personas desmovilizadas, al día de hoy la cuarta parte de su personal. Todo, a través de este programa de la Secretaría de Gobierno de Bogotá.

Cuando recibió a los primeros desmovilizados, el principal temor de Viviana fue la reacción de sus clientes al saber que quienes custodiaban sus bares o eventos habían pertenecido a un grupo armado. Sin embargo, en más de un año de trabajo se ha dado cuenta de que “han resultado mejores que cualquier otro empleado. No sé si por sus vivencias, entienden perfectamente las órdenes, su posición y lo importante que resulta su labor para nuestros clientes”.

En varias oportunidades Viviana ha sido testigo de la estigmatización que existe sobre la población desmovilizada. Empresarios, amigos y clientes han cuestionado su decisión de emplear a estas personas. A lo que ella ha respondido que asume toda la responsabilidad por su desempeño.

“La Secretaría de Gobierno me dio una mano muy importante. Me dieron unas capacitaciones y pasé mis papeles. Luego, me llamaron de la empresa y, gracias a Dios, hoy tengo plata para apoyar a mi familia”, dice Juan*, quien está vinculado con Eureka desde hace cuatro meses. “En la guerra, usted siempre está pendiente de que lo vayan a atrapar o a matar. Aquí salgo de mi casa, trabajo y vuelvo a estar con mi esposa. Esto sí es paz”, concluye.

El proceso no fue fácil. “Cuando uno llega de la guerra tiene una forma agresiva de hablar con la gente. A mí me enseñaron hasta cómo tratarme con un jefe”, dice Juan, quien reconoce la dificultad de dejar las armas y vincularse a la vida civil.

Desde febrero de 2011, el programa, financiado en gran parte por organismos multilaterales, les ha brindado apoyo a 1.092 personas y vinculado directamente a 215 en 56 empresas del sector privado. Un éxito del 19%. Seis puntos por encima del promedio de las agencias tradicionales de empleo públicas.

Viviana afirma que no ha pedido ningún beneficio tributario o económico por hacer parte del programa, más allá del buen trabajo que han ofrecido “los muchachos”. Sin embargo, en la directriz del programa se plantea que vincularse a la Ruta puede generar exenciones tributarias similares a las que fueron fomentadas con la Ley del Primer Empleo. Además, la Secretaría, una vez capacita a las personas, hace un proceso de selección de acuerdo con los perfiles pedidos por las empresas y deja la elección en manos del empleador.

“Para mí, debería ser obligatorio que los empresarios contraten a personal desmovilizado. Muchas veces estigmatizamos a estas personas por su procedencia, pero no tenemos en cuenta su lado humano. Los empresarios tenemos que dar nuestro aporte a la paz”, dice Viviana, quien cree que la obligación del empresariado es aun mayor ahora. Si el proceso de paz con las Farc prospera, más de nueve mil personas se reinsertarían en la sociedad.

El próximo 25 de octubre, la Secretaría de Gobierno hará una reunión con empresarios para invitarlos a participar de la Ruta y demostrar que la paz es más que un asunto de los armados, es un sueño al que todos los sectores pueden aportar.

 

*Nombre cambiado por seguridad de la fuente.

Por Camilo Segura Álvarez

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