Una mancha de sangre en el taxi delató a asesino de profesora del Tilatá

Mónica Andrea Bravo. / Archivo personal

A pesar del esfuerzo del conductor, de 28 años, por eliminar del taxi cualquier prueba que lo comprometiera con el asesinato de la profesora Mónica Andrea Bravo, fue una pequeña mancha de sangre la que lo delató. Los investigadores lograron reunir las evidencias que lo señalan como uno de los posibles responsables del crimen, que ocurrió el pasado 11 de diciembre.

Según las autoridades, Mónica abordó el vehículo en el norte de la ciudad rumbo a Chapinero. En el recorrido, el taxista recogió a dos cómplices (quienes están libres), para someterla a un paseo millonario. Durante el asalto le asestaron dos puñaladas a la profesora: una en el tórax y otra en la pierna derecha, que cortó su arteria femoral. La joven se desangró en el carro.

Tras el crimen, los delincuentes abandonaron el cuerpo en un antejardín en inmediaciones del estadio El Campín. Después lavaron el vehículo, concentrándose en la tapicería del puesto trasero para eliminar cualquier evidencia. Sin embargo, algunas gotas de sangre mancharon los asientos delanteros del vehículo, hecho del cual los delincuentes no se percataron.

Con el inicio de la investigación, los detectives recogieron testimonios y revisaron videos de cámaras de seguridad, hasta dar con el taxi. Tras la inspección forense, determinaron que la pequeña mancha de sangre que hallaron en el vehículo correspondía a la profesora. Esta evidencia fue suficiente para capturar al taxista, quien ahora trabajaba como conductor de transporte escolar.

El sujeto tendrá que responder por los delitos de homicidio y hurto agravado. La Fiscalía analiza si también lo procesa por secuestro simple. Según la Policía, el capturado era el jefe de una banda dedicada al paseo millonario. Por ahora hay dos sospechosos más, que siguen en libertad. La Policía espera ponerlos tras las rejas en los próximos días.