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Una marcha de izquierda por la paz

Mientras estas fuerzas políticas convocaron y tuvieron respaldo multitudinario, la Federación de Víctimas de las Farc tuvieron su evento al margen de la manifestación. ONU respaldó los esfuerzos de paz, pero lamentó su politización.

Natalia Herrera Durán
10 de abril de 2015 - 04:37 a. m.
Miles de ciudadanos asistieron a la Marcha por la Paz y las víctimas. Cumplieron la cita en la Calle 26 y caminaron hasta el Parque Simón Bolívar. /Luis Ángel
Miles de ciudadanos asistieron a la Marcha por la Paz y las víctimas. Cumplieron la cita en la Calle 26 y caminaron hasta el Parque Simón Bolívar. /Luis Ángel
Foto: LUIS ANGEL

Una pila de huesos despojados de su carne en una camilla con una bandera de Colombia, custodiadas por un escuadrón de campesinos y viudas con las fotos de sus hijos muertos o desaparecidos. La escena, representada por estudiantes de teatro del colegio Castilla de la localidad Kennedy, nutrió la multitudinaria Marcha por la Paz que ayer se tomó las calles de la capital y otras ciudades del país en el Día Nacional de las Víctimas.
 
Miles de hombres, mujeres, niños, trabajadores y estudiantes se movilizaron en respaldo de una salida negociada al conflicto armado entre el Gobierno y las Farc. La marcha fue significativamente una expresión de movimientos y sectores de la izquierda política del país y quizás por eso se vieron tantas banderas de la Marcha Patriótica, el Partido Comunista, la Unión Patriótica, el Polo Democrático. Las ideas gruesas que llevaron fueron la posibilidad de una asamblea nacional constituyente, el inicio de diálogos con el Eln y el cese al fuego bilateral permanente.
 
El presidente Juan Manuel Santos, si bien no se refirió a la posibilidad de una asamblea nacional constituyente, sí decidió prorrogar durante un mes la suspensión de los bombardeos contra las Farc (ver nota página 6), aunque aseguró que la Fuerza Pública continuará cumpliendo su deber constitucional de proteger la vida de los colombianos cuando se requiera. Un paso más en dirección a desescalar el conflicto armado. Desde La Habana, también se dejaron escuchar voces de aliento:
“Creemos que esta es una de las más grandes, representativas y significativas expresiones del compromiso que la mayoría de los colombianos tienen con la solución dialogada a la más larga confrontación política, social y armada que haya padecido el continente”, señaló en un comunicado la delegación de las Farc.
 
Si bien la marcha estuvo muy politizada, tanto que desde el Ministerio de Defensa se escucharon críticas por su paso frente a sus instalaciones en la Calle 26 en Bogotá, en ella también estuvieron cientos de víctimas de la guerra, aunque los micrófonos en las tarimas los tuvieron más los líderes políticos, conocidos o por conocer. Hubo otras peticiones más urgentes y conocidas por todos: educación sin ánimo de lucro, salud y vivienda digna, entre otras, como una muestra de que la paz para la gente de a pie tiene intereses que van mucho más allá de la firma de un acuerdo entre el Gobierno y las guerrillas. Allí caminó, por ejemplo, José Santos, un campesino de 80 años que viajó desde Saravena (Arauca) para pedir por su tierra, de la que tuvo que salir desplazado en 2009, cuando la confrontación entre la guerrilla y el Ejército hizo insostenible la vida.
 
Uno más de los millones de afectados en el país por este flagelo. Por eso, quizás para Fabrizio Hochschild, coordinador residente y humanitario de las Naciones Unidas en Colombia, es al menos contradictorio que ayer la jornada empezara con la puesta de la primera piedra de lo que será el Centro Nacional de Memoria Histórica, por el presidente Santos y el alcalde Gustavo Petro. Sobre todo porque los museos normalmente se utilizan para reconocer eventos del pasado, pero en el caso de Colombia “se siguen registrando cada día situaciones de victimización”, aunque espera que este espacio se convierta en una conciencia profunda “que ayude a poner fin a la guerra”.
 
El coordinador de Naciones Unidas estuvo presente en el Centro de Memoria, donde Santos y Petro encendieron la llama que permanecerá así hasta que el proceso de paz se firme. Allí también estuvo Clara Rojas, congresista, exsecuestrada por las Farc y quien no perdió de vista la fecha que se estaba conmemorando: “Estoy aquí porque creo que los más de siete millones de personas víctimas logren tener un reconocimiento y una dignidad que pueda generar las bases sólidas de una verdadera reconciliación en el país”. Por su parte, Aída Avella, la líder de la Unión Patriótica, presente también, aprovechó para denunciar que los candidatos de la UP siguen siendo estigmatizados en las regiones y que temen por estas amenazas.
 
Fue curioso también que Hochschild no participó en la marcha, aduciendo que tenía un fuerte carácter político. Para él, aunque todas las expresiones políticas, tanto de la izquierda como de la derecha, son válidas, es lamentable que en el país se haya politizado tanto la idea de paz. Para él, esta idea “debe estar por encima de cualquier política”. Una realidad palpable por la ausencia de las organizaciones de víctimas de las Farc, que no quisieron movilizarse ni hicieron presencia. 
 
Los ausentes 
 
Sobre las 10:00 de la mañana, cuando en las calles de Bogotá se vivía el hervor de la Marcha por la Paz, fue cuando la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc (Fevcol) celebró su primera asamblea formal en el recinto del Senado, donde aprobaron sus estatutos. Entre 60 y 70 personas se sentaron en las curules que habitualmente ocupan los congresistas y, liderados por la senadora liberal Sofía Gaviria, intervinieron para pedir que el proceso de paz garantice justicia y verdad. “El proceso requiere del cese absoluto de violencia de las Farc”, pidió Gaviria en su intervención.
 
Fevcol es producto de un foro celebrado en octubre pasado en Bogotá que fue noticia, sobre todo, porque un grupo de asistentes abucheó al ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, que estaba invitado, y recibió con efusividad al procurador general, Alejandro Ordóñez. Ese encuentro fue el germen de lo que ayer se constituyó como Federación. La asamblea la presidieron Sigifredo López, exdiputado del Valle víctima de un secuestro de las Farc, y Herbin Hoyos, periodista que dirige el programa Las voces del secuestro y quien ha sido amenazado por esa guerrilla.
 
Hubo minuto de silencio en honor a Guillermo Gaviria, hermano de la senadora Sofía asesinado por las Farc cuando el Ejército intentó rescatarlo de un secuestro, y de Adán Quinto, líder de las comunidades afros asesinado el 9 de abril de 2014 por la misma guerrilla. Darío Blandón, amigo de Adán que estuvo ayer en el encuentro y quien hoy es asesor de la representante del Centro Democrático María Fernanda Cabal, le dijo a El Espectador que, a propósito de la marcha, está en desacuerdo con cómo “la izquierda en Colombia, la Marcha Patriótica y Piedad Córdoba están direccionando a las víctimas del país”.
 
Sofía Gaviria declaró que las víctimas de las Farc se sienten “ignoradas, casi con una estrategia de invisibilización”, mientras que el general Luis Mendieta, exsecuestrado de esa guerrilla que también asistió a la asamblea, indicó que no participaron en la marcha porque “las víctimas de las Farc buscamos un espacio propio para resarcir los derechos”.
 
La Marcha por la Paz marcó un pulso político importante, sobre todo en este año electoral donde unos y otros toman posiciones sobre el proceso de paz o la continuación de la guerra. Los candidatos de la izquierda marcharon y los de la derecha trinaron airados desde sus cuentas de Twitter, lo que consideraban una farsa santista. La polarización es creciente y ese será el termómetro de los comicios de octubre.
 
***
 
“Basta de violencia”: Maradona
 
“Me siento orgulloso de poder estar y ser una pieza más de un partido por una paz que Colombia ya está mereciendo, ya está en las puertas; basta de violencia”. Con esas palabras el exastro del fútbol mundial, el argentino Diego Armando Maradona, agradeció la invitación que recibió para jugar esta noche el Partido de la Paz. En una rueda de prensa afirmó su creencia de que “el mundo quiere la paz para Colombia. Al ser indagado sobre por qué se vinculaba a estos actos, comentó: “Pasé mucha hambre de muy chico, éramos muchos y la olla de comida no era suficiente, entonces aprendí de mi padre que si algún día llegaba a ser alguien no me iba a olvidar de estas situaciones que pasamos”.
 
 
nherrera@elespectador.com
 

Por Natalia Herrera Durán

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