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“Una nueva generación para el Concejo de Bogotá”

Diego Laserna, Fernando Rojas, Donka Atanassova, David Racero y Andrés Forero hablan sobre sus proyectos políticos, los problemas de la ciudad y sus propuestas en seguridad.

Camila Zuluaga
25 de agosto de 2015 - 03:44 a. m.

El próximo 25 de octubre los bogotanos decidirán quiénes van a ser los 45 concejales de la ciudad. Muchos son los aspirantes, varios repitentes y otros se aventuran por primera vez. El Espectador habló con cinco de ellos, cada uno de un partido distinto, con diferencias ideológicas pero con juventud y preparación en común.

¿Por qué es importante un cambio generacional en el Concejo de Bogotá?

Diego Laserna (Partido Verde): Es un cambio de calidad, con gente nueva. Hoy en día los jóvenes que hay en el Concejo son delfines, hijos de otros políticos. Es más importante que llegue gente al Concejo por ser joven; es importante que llegue gente joven haciendo política distinta y con ideas nuevas.

Fernando Rojas (Alianza Social Independiente): Muchos de los concejales que hay hoy llegaron a la ciudad por trabajo, burocracia, redes, pero nosotros estamos llegando porque el tema de la ciudad nos interesa. Cada uno se ha preocupado por pensarla, por vivirla, y creo que eso le da un componente de regeneración que le estamos metiendo a la política.

Donka Atanassova (Polo Democrático): El ser joven sí importa. Hay una generación de gente que nos hemos formado en las organizaciones sociales, con las iniciativas ciudadanas, que tenemos una conciencia de saber las decisiones importantes que se le vienen a esta ciudad y creemos que tenemos la responsabilidad para tomarlas.

David Racero (Progresistas): Hay un desgaste generalizado, de los políticos y de la política. Desde ese desgaste el tema de los jóvenes se presenta como una oportunidad, porque hay unos pactos, conscientes o inconscientes, entre las candidaturas jóvenes en cuanto a que, más allá de las diferencias ideológicas, que las hay, hay unos temas que nos aglutinan.

¿Cuáles son esos pactos?

DR: La corrupción. Las juventudes de ahora estamos en contra de esas prácticas tradicionales que les han tocado a los políticos de siempre. Ese es el pacto mínimo.

Andrés Forero (Centro Democrático): Ser jóvenes nos permite llegar a personas cansadas de la política, asqueadas por muchas prácticas, y así presentarnos como personas no contaminadas que no tenemos ningún favor político que pagar y que estamos con las manos desatadas y con cierta independencia.

¿Qué garantiza que ustedes no van a cambiar sus formas cuando lleguen al Concejo y se vuelvan como la mayoría?

FR: El hecho de que nosotros seamos candidatos por primera vez no significa que seamos nuevos en política; todos hemos tomado posiciones en algún momento. El diferencial es que la gente con la que uno ha hecho política le da la garantía de decir: llevo muchos años en esto y no me he torcido y no tengo la intención de torcerme, voy a ganar haciendo las cosas como creo que se deben hacer, es decir, con ética, respeto y creatividad.

DA: La esfera pública no necesariamente está condenada a realizar unas prácticas incambiables, que siempre van a corromper a la gente. Sí puede haber un cambio y esto es parte del pacto que hemos hecho en esta generación en la política.

DR: Se me viene a la mente una de las frases de Pepe Mujica: “El poder no es el que cambia a las personas, sino que las muestra realmente como son”. El fundamento de la política debe ser la ética. Además los electores están ahí, pendientes, vigilando para que uno no se tuerza.

AF: Hay algo que nos pasa a los cinco y es que, habiendo estado de una forma u otra en política, ninguno de nosotros es político profesional. Si llegado el momento alguno se da cuenta de que tiene una línea roja, posiblemente se retiraría y volvería a su actividad habitual. A todos nos interesa la política, lo público, pero al mismo tiempo sabemos que no es lo único que podemos hacer.

DL: La mejor garantía de que uno no se va a torcer es la forma como hizo la campaña. Fajardo dice que “la forma como uno llega al poder refleja cómo va a gobernar”. Si uno llega pagando, llega a robar. Y las campañas de los que estamos acá han sido originales, austeras, de trabajo de base; en ningún caso hay un derroche de plata que denote que uno va a llegar a robar.

¿Cuál es el problema más grande que afronta Bogotá hoy?

DL: La falta de sentido de pertenencia. Hay una gran proporción de la gente que vive en Bogotá que no se siente orgullosa de vivir acá, que no conoce la ciudad y que por lo tanto cree que lo que pasa por fuera de su espacio privado no tiene que ver con ella. Si nosotros lográramos recuperar eso, tendríamos una renovación en la cultura ciudadana y en la política.

DA: Por un lado hay una percepción, la gente tiene una idea, sobre lo que pasa con la ciudad o con lo que está mal con la ciudad. Yo creo que no es eso necesariamente lo que hay que atacar. Aparentemente nos han hecho creer que los temas más importantes para Bogotá son seguridad y movilidad, pero en realidad no. Para la gente los temas de salud, educación y trabajo son una gran preocupación. No es sólo cultura ciudadana.

DR: Un punto central que cobija la ciudad a corto, mediano y largo plazo es el tema del POT, que sin lugar a dudas hay que reiterar. Igualmente, caminando por los barrios uno se da cuenta de que el problema principal en la calle, en el barrio, tiene que ver con la seguridad. ¿Cómo se puede hablar de seguridad sin oportunidad social, sin un proceso de educación?

FR: El principal problema que tiene hoy Bogotá es el divorcio que existe entre la ciudad que vive la gente y la ciudad que viven los que la gobiernan. Por eso mi propósito en el Concejo es tratar de ayudar a que ese divorcio se acabe para que las decisiones que nosotros estamos tomando estén en consonancia con la ciudad real y no con el sueño de ciudad que yo puedo tener como gobernante.

AF: La seguridad. Bogotá sigue siendo, después de Caracas, la ciudad capital más peligrosa de América del Sur.

DA: Sin embargo, nosotros tuvimos el trabajo de preguntarle a la gente: ¿qué es seguridad? Y me sorprendió la respuesta de la mayoría al decir que era la falta de oportunidades.

¿Qué proponen ustedes para mejorar la seguridad en Bogotá?

DA: Se requieren una administración y una Policía dispuestas a enfrentar lo que significa el gran negocio que hay detrás del robo, del contrabando y de una serie de actividades ilegales que, cuando las vuelves cadena, terminan siendo las actividades que generan miedo y pánico en la gente. Bogotá debe construir un acuerdo solidario de construcción presupuestal con la justicia. Y por otro lado se requiere un esquema integral de atención de las carencias de desigualdades e injusticias que hacen que la población ingrese en los negocios del crimen.

DL: Cultura de la legalidad, cosas que en la superficie pareciera que no tuvieron nada que ver con la seguridad, como los colados de Transmilenio, invasiones del espacio público, falta de control en términos de tránsito. Todo eso va generado un caldo de cultivo del desorden y hace que surja muy fácil la criminalidad. Se requiere una autoridad firme que haga cumplir las reglas y unos ciudadanos que las exijan. Hace falta política pública y garantizar la transparencia de la Policía.

DR: El tema de la inseguridad parte de una carencia de institucionalidad, que muchas veces es limitada o corrupta. La falta de institucionalidad no se da solamente por la falta de Policía o cámaras, sino por acciones colaterales, como la falta de educación superior. Sin ello es imposible bajar los índices de percepción. Se debe llegar a un equilibrio entre atacar la consecuencia y atacar las causas.

AF: En Bogotá no se justifica que no exista una Secretaría de Seguridad, sobre todo porque en este momento la seguridad está a cargo de la Secretaría de Gobierno, que está ocupada de otros temas. También, desde el Centro Democrático se ha planteado la posibilidad de hablar con el Gobierno Nacional para que incremente el pie de fuerza en la ciudad.

FR: Yo haría un llamado para tratar de recuperar la confianza de la ciudadanía a partir de buena gestión y de autoridad. Desde el Concejo uno debería trabajar muy fuerte, tratar de encontrar un camino para que el divorcio entre la administración y la Policía no se dé. Se necesita un trabajo mucho más integral que simplemente decir que se va a crear una secretaría.

Por Camila Zuluaga

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