El trabajo de Sarah Hirschmüller y Boris Egloff comenzó por recopilar los mensajes escritos por 417 condenados a muerte en Texas (Estados Unidos), entre 1982 y 2016. Con la ayuda de un programa de análisis de textos lograron detectar que el porcentaje de palabras positivas (9,64 %) era superior al de palabras con una connotación negativa (2,65 %).
Pero la investigación no concluyó ahí. Los sicólogos decidieron comparar estos resultados con los textos escritos por personas comunes y corrientes en libertad. Luego de recopilar artículos, novelas, blogs, diarios, que en conjunto sumaban unos 168 millones de palabras escritas por 23.173 personas, procesaron esa información en el mismo programa informático. El resultado: 2,74 % de emociones positivas.
Como señaló Michael Shermer en un artículo sobre el tema en la revista Scientific American, existen varias teorías sicológicas para entender los resultados del experimento de los alemanes. Por un lado está la teoría del manejo del terror, según la cual la cercanía de la muerte provoca “un terror inconsciente” y un aumento en las emociones positivas como forma de protección.
Por otro lado está la llamada teoría de prioridad emocional, que podría explicar mejor el fenómeno. En un escenario de muerte inminente, la mente de una persona se concentra en las emociones más importantes que experimentó a lo largo de su vida, principalmente el amor y el perdón.
Al revisar los mismos mensajes de los condenados a muerte en Texas, Shermer, autor del libro The Moral Arc, detectó que 44 % pedía perdón por sus crímenes a sus familias y el 70 % incluía un efusivo lenguaje amoroso en las cartas.
“A mi familia, a mi madre, los amo”, “gracias por demostrarme su amor y enseñarme cómo amar”, “quiero decirles a mis hijos que los amo y siempre los amaré”, fueron algunos de los mensajes escritos por los que cruzaron el callejón sin salida de las prisiones de Texas.