Científicos insertan una película en ADN de una bacteria

Investigadores de la U. de Harvard convirtieron pixeles en fragmentos de ADN y los almacenaron en el material genético de un microorganismo.

PABLO CORREA
13 de julio de 2017 - 03:15 p. m.
Seth L. Shipman
Seth L. Shipman

En 1878 Eadweard Muybridge marcó un hito en la historia de la fotografía y abrió el camino para las imágenes en movimiento. El investigador británico que se había mudado a Estados Unidos logró gracias a una serie de 24 cámaras, la creación de un obturador mecánico y un tiempo de exposición muy corto, capturar el galope de un caballo. Con un teléfono inteligente en la mano, la anécdota puede parecer insignificante pero en el siglo XIX aquello resultó alucinante.

Después de 139 de esa hazaña cinematográfica, un grupo de científicos de la Universidad de Harvard han logrado algo extraordinario: almacenar la serie de Muybridge en el ADN de una bacteria y rescatarla para volverla a ver. En otras palabras: han enseñado que los seres vivos pueden convertirse en una biblioteca de información.

El resultad fue posible gracias a los avances de una de las técnicas de manipulación genética más eficaces, conocida como CRISPR–Cas, que permite editar e insertar fragmenos de ADN. Cada pixel de las imágenes originales de Muybridge fue codificado en 33 letras de ADN. Es decir que cada fotografía requirió producir 104 de esos fragmentos.

 

Una vez completado el procedimiento de almacenamiento en una bacteria, los científicos de la Universidad de Harvard ejecutaron el proceso inverso y decodificaron los fragmentos de ADN para recuperar la información. El resultado es una imagen con una fidelidad del 90% con respecto a la original. Un poco borrosa, pero suficientemente clara para identificar a un caballo galopando.

Randall Platt , del Instituto Tecnológico Federal de Suiza, comentó a la revista Nature donde se publicaron los resultados del experimento que el trabajo “está lleno de limitaciones pero es pionero. Es elegante”.

Victor Zhirnov, científico de la compañía Semiconductor Research Corporation en Carolina del Norte catalogó el trabajo como “revolucionario” y lo comparó en la revista Nature con la historia del primer aeroplano: “en 1903 el primer aeroplano pareció una curiosidad pero diez años más tarde teníamos aeroplanos en todas partes”. 

 

Por PABLO CORREA

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