Un trabajo publicado en la revista Science Advances analizó el comportamiento de 541 voluntarios ante un centenar de dilemas sociales. La idea era colaborar o entrar en conflicto con los demás, en función de intereses individuales o colectivos.
El trabajo se enmarca en la teoría de juegos, una rama matemática con aplicaciones en sociología y economía y que examina el comportamiento de las personas cuando deben tomar decisiones que tienen distintas consecuencias. Las decisiones se toman en función también de lo que decida el otro.
“A esas personas se les pidió jugar por pares que cambiaban en cada ronda, pero además, cada vez el juego era distinto, es decir, lo mejor podía ser cooperar con el otro, hacer lo contrario que el otro o traicionarlo. De esta manera tenemos datos de lo que hacen en situaciones sociales muy diferentes”, explicó Anxo Sánchez, de la Universidad Carlos III de Madrid, uno de los autores del estudio.
“Los resultados obtenidos van en contra de ciertas teorías, como la que apunta que los humanos actúan de manera puramente racional, y por lo tanto deberán tenerse en cuenta a la hora de rediseñar políticas económicas, sociales y de cooperación”, indicó Yamir Moreno, del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI).
Después de hacer este experimento social, los investigadores desarrollaron un algoritmo informático para clasificar a los participantes en función de su comportamiento. El computador agrupó al 90 % en cuatro grupos.
Los envidiosos, a los que no les importa la ganancia obtenida siempre que sea superior a la de los demás, son el grupo mayoritario, con un 30 %. Los optimistas (20 %) deciden pensando que el otro va a escoger lo mejor para ambos. Los pesimistas (20 %) eligen la opción menos mala porque creen que el otro los fastidiará. Por último, los confiados (20 %), cooperan siempre, son colaboradores natos: les da igual ganar que perder.
Existe un quinto grupo indefinido, formado por el 10 % de los voluntarios, que el algoritmo no pudo clasificar porque no responden de manera determinante a ninguno de estos patrones.
Para Moreno, “lo curioso es que la clasificación la hizo un algoritmo de computador que podría haber obtenido un amplio número de grupos y, sin embargo, ha arrojado una clasificación óptima en cuatro tipos de caracteres”.
Anteriormente, “este tipo de algoritmos de clasificación se había utilizado con éxito en otros campos, como la biología”, comentó Jordi Duch, investigador del estudio. “Sin embargo, su aplicación al estudio del comportamiento humano es revolucionaria, ya que trabajos previos prefijan los comportamientos esperados antes de realizar el experimento, en lugar de dejar que un sistema externo nos diga de forma automática cuáles son los grupos más lógicos”, concluyó.