El arqueólogo Virgilio Becerra y el experto en pintura rupestre Fernando Urbina quedaron sorprendidos y también desconcertados con una serie de imágenes en las que aparecían representaciones de cuatro toros, cuatro caballos y no menos de 40 cuadrúpedos ataviados con extraños objetos en sus cuellos y especies de botines en sus patas.
Como lo reportó la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional, los investigadores comenzaron a escarbar en archivos para intentar identificar a qué animales correspondían los cuadrúpedos. Un cuadro del cronista de viajes alemán Hieronymus Köler der Ältere, de 1560, que retrató el viaje de los conquistadores alemanes Philipp von Hutten y Georg Hohermuth von Speyer, les reveló la pista que necesitaban: enormes perros de guerra a los que se amarraban collares de clavos.
El historiador alemán Jörg Denzer les ayudó a aclarar dudas. Denzer le envió a Urbina una copia de la carta que Von Hutten le escribió a su padre en 1535, en uno de cuyos apartes decía, refiriéndose a 30 indígenas prisioneros: “a esos los dejo despedazar por los perros delante de los otros”.
Con esa prueba en mano, Urbina confirmó que “como en otros territorios americanos los españoles usaron en la Amazonia colombiana el aperramiento, sistema de terror que consistía en huchearle los perros amaestrados a uno o a varios prisioneros para que los despedazaran vivos delante de toda la comunidad, obligada a presenciar el suplicio”.