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África contada por y para los africanos a través de una nueva literatura

Que sean los africanos quienes narren África es la reivindicación de una nueva generación de escritores, editoriales y colectivos de este continente, que defienden una literatura autóctona más poderosa, compleja y llena de matices.

Lucía Blanco Gracia / EFE
26 de diciembre de 2018 - 05:49 p. m.
Makena Onjerika fue la ganadora de la última edición del premio Caine, uno de los reconocimientos literarios más destacados del continente africano. / Cortesía
Makena Onjerika fue la ganadora de la última edición del premio Caine, uno de los reconocimientos literarios más destacados del continente africano. / Cortesía

"La mayoría de nosotros crecimos leyendo literatura europea, pero cuando lees literatura africana sientes que estás interactuando con la verdad, que tú estás en ella", explicó el editor de Kwani Otieno Owino.

Esta editorial independiente surgió en 2003 como respuesta de un grupo de jóvenes escritores kenianos frustrados ante el rechazo de la industria literaria tradicional, "muy conservadora y centrada en un 90% en la publicación de libros de texto, que suponen un negocio seguro", apuntó Owino.

El siglo pasado dejó para la historia grandes firmas en la literatura africana, como el keniano Ngugi wa Thiong'o o el nigeriano Chinua Achebe, pero todos ellos escribían marcados por una experiencia colonial dolorosamente reciente que teñía sus textos de anhelos de libertad y crítica política.

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Ahora, sin embargo, "hay una demanda creciente de literatura africana sobre la vida cotidiana", señaló la escritora keniana Makena Onjerika, ganadora de la última edición del premio Caine, uno de los reconocimientos literarios más destacados del continente.

La autora, que logró el galardón por un relato breve titulado "Fanta Blackcurrant" ("Fanta de grosella"), considera que se está dando una "reocupación del espacio literario" y subraya que "no necesitamos que nos digan sobre qué podemos escribir, ni los críticos literarios africanos ni el público occidental".

Más allá de la preeminencia de la narrativa occidental en la literatura, las pequeñas editoriales como Kwani o autores emergentes como Onjerika deben afrontar los altos gravámenes impuestos sobre los libros (en Kenia alcanzan el 16%) y la falta de infraestructuras para enviarlos en el continente.

En África "no existe una red de franqueo postal unificada", lamenta Owino, lo que hace que el coste de distribución pueda incluso duplicar el precio inicial del libro.

Para remediar esta situación, han surgido iniciativas como la librería virtual Rugano Books, cuyo fundador, Magunda Williams, explicó que "conseguir libros de otros lugares del continente no es asequible para la clase media porque es muy caro y, para las editoriales, resulta más fácil importar desde EE.UU. o Reino Unido".

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Este proyecto nacido en 2015 busca, asimismo, dar cabida a géneros poco comerciales, como la poesía, que a menudo no quieren poner a la venta las librerías tradicionales.

Según Williams, que también es escritor y poeta, "de niño, la literatura africana se consumía en los colegios, por obligación, mientras la literatura europea la leías por diversión", algo que Rugano Books intenta revertir.

Impulsar la literatura escrita en el continente o por autores afrodescendientes también tiene como objetivo dar un nuevo valor a la identidad africana, hasta ahora definida por la "mirada occidental que simplifica", apunta Murewa Olubela.Esta escritora afincada en Estados Unidos fundó la Single Story Foundation para apoyar a jóvenes escritores africanos, tanto residentes en

África como en la diáspora, y combatir los estereotipos en los medios y en cualquier producto cultural.

"Aunque los países son completamente diferentes, en África todo se mete en una sola caja", declaró Olubela, al subrayar que "cuanto más holísticas, ricas y cercanas a la realidad sean las historias, más se pueden identificar las personas con ellas".

Entre los nombres que suenan con fuerza y que integran esta nueva generación de autores "afrocentrados" destacan la nigeriana Akwaeke Emezi, con la novela "Freshwater".

También sobresalen la zimbabuense NoViolet Bulawayo, con "We need new names" (traducida al español como "Necesitamos nombres nuevos"); o el keniano Peter Kimani, con "Dance of the jakaranda".

Sin embargo, "la etiqueta de escritor africano puede resultar asfixiante si va acompañada de expectativas de que produzcas algo específico y trates temas como la pobreza o el conflicto", apostilla Wanjeri Gakuru, periodista y editora del colectivo panafricano de autores Jalada Africa.

Ese grupo nació en 2014 e integra unos 40 creadores que ejemplifican las diversas experiencias que encierra esa etiqueta.

En un desafío a las temáticas tradicionales, han publicado antologías con temas tan controvertidos como el sexo, la muerte o el llamado "afrofuturismo", que consiste en "imaginar los cuerpos negros en futuros alternativos", aclaró la periodista.

Iniciativas como Jalada, Kwani o Rugano Books están agitando la escena literaria del continente africano y apoyando nuevas narrativas sobre sus gentes y su historia.

"Queremos que nuestra visión se considere válida y valiosa en sí misma, no como una reacción", concluyó Wanjeri Gakuru. 

Por Lucía Blanco Gracia / EFE

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