El Magazín Cultural
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Bajo una luz más clara

El reportero gráfico trabajó para la agencia Magnum cubriendo hechos como la Guerra de Vietnam o la crisis del canal de Suez. El retrato del Che es su obra más reconocida.

Santiago La Rotta
22 de octubre de 2014 - 04:14 a. m.
René Burri junto a su fotografía más famosa. / EFE
René Burri junto a su fotografía más famosa. / EFE

El hombre que se ha visto retratado muchas veces. El hombre que ha visto su retrato muchas veces. El hombre que ha visto el retrato que tomó de alguien más muchas veces.

René Burri se encontró con la cara del Che Guevara fumando un puro cientos y miles de veces en su vida. En una caja de cigarros, en camisetas, pocillos, incluso en una caja de condones. Tomada en 1963, la foto del líder revolucionario es una de las imágenes más icónicas del personaje y quizá uno de los trabajos de Burri que más se han reproducido alrededor del planeta. “No tengo dinero para mandar abogados por todas partes”, dijo.

Cierta parte del trabajo de Burri está ligado a la fama de algunos de sus personajes: Fidel Castro, Le Corbusier, Picasso, por mencionar algunos. Pero no es un asunto de vivir bajo la sombra que proyecta la grandeza de otros: el trabajo del fotógrafo fue arrojar una luz nueva y acaso imperecedera sobre personajes quizá inmortales. El hacedor de íconos, tal vez.

En su primera foto aparece Winston Churchill de pie en un automóvil que lo lleva a través de Zúrich, Suiza. Aunque algo borrosa, la imagen tiene una precisión incierta, como si todo lo que hubiera de ser dicho acerca de Churchill estuviera ahí, en los ojos lejanos del hombre que bebió ginebra, se echó al bolsillo un Nobel y ganó guerras. La imagen es de 1946, cuando Burri tenía 13 años.

Un talento precoz, dirán algunos. Pero más que dones y bendiciones y otras cosas que no se pueden ver ni tocar, Burri ejerció una forma de la disciplina comandada por las ganas de trabajar, pero también por la necesidad. En ese cruce de ambiciones y realidades, el fotógrafo se encontró con la oportunidad de ir a Cuba a hacer el retrato del Che después de que el reportero asignado en un principio tuviera problemas con su visa. También pasó un tiempo con Picasso y su corte, en una ciudad francesa de ensueño, luego de haber buscado al pintor durante algunos años y haber pasado por lo menos una semana frente a su estudio de París tratando de entrar para retratarlo, una labor sin éxito. Las fotos de ese momento son hoy más que famosas. ¿Qué hay más allá de la fama? La memoria, de pronto.

Y en la memoria quedaron los retratos de Picasso, quien nunca parece haber entendido muy bien quién era el hombre con la cámara que terminó por sentarse a la mesa con él y otros 12 comensales durante algunos días en Nimes, Francia.

Pero lejos del brillo de los íconos, Burri también desarrolló un cuerpo de trabajo notable por sus composiciones, por la voluntad férrea de cubrir las noticias sin aspirar sólo al registro. En una entrevista de hace 10 años, el fotógrafo aseguró que se sentía afortunado pues siempre tuvo mucho más claro lo que no quería hacer, así eso fuera en contravía de los deseos de sus editores. Fotos de guerra sin muertos, aunque sí con la presencia de un horror muy humano. Sutileza, así el camino de muchos otros fuera la denuncia directa. Una opción muy personal que sobresale en la imagen de unos hombres caminando en una azotea de un edificio de São Paulo mientras al fondo sólo hay edificios y carros: una contraposición intencional, pero leve, casi accidental.

Fueron tantas las fotos que no tomó, los cuadros que dejó pasar (Fidel Castro saliendo por una puerta de hotel con la señal de salida encima de su cabeza o Greta Garbo en una calle) que dijo que algún día publicaría un libro con estas imágenes y que seguro sería un éxito.

Para todo lo demás, basta con buscar al Che fumando.

 

slarotta@elespectador.com

@troskiller

Por Santiago La Rotta

 

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