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Banksy: ¿el artista de nuestro tiempo?

Sus grafitis, además de congregar a un sinnúmero de aficionados, también son criticados por su contenido y forma.

Juan David Torres Duarte
07 de octubre de 2013 - 06:26 a. m.
Una de sus obras en Nueva York. /AFP
Una de sus obras en Nueva York. /AFP
Foto: AFP - SPENCER PLATT

Los grafitis de Banksy se venden como también se venden cuadros clásicos de Picasso y Van Gogh: en subastas, a la vista de muchos coleccionistas. Se venden, en cierto modo, en el mismo entorno que sus grafitis critican: Banksy se ha ajustado, en buena parte, a las dinámicas que él mismo parece aborrecer. Sin embargo, un artista vive de eso, de vender. Sus grafitis —incluso uno que fue vendido con el muro completo— han sido entregados por precios entre US$200.000 y US$500.000. Una de sus últimas ventas fue un dibujo enmarcado: estaba allí una de sus figuras emblemáticas, el manifestante que lanza un ramo de flores como si fuera a lanzar una bomba molotov.

Sin embargo, ¿qué hay que decir sobre su arte, sobre los significados que pretende expresar con el esténcil? Algunos críticos defienden el mensaje de fondo: encuentran allí temáticas actuales —guerra, corrupción, pobreza— que Banksy somete, dicen, con inteligencia. Los elementos que utiliza y el formato en que crea son también rebeldes e iluminadores. No tiene nada de inocente el hecho de que salga a la calle, por completo anónimo —nadie conoce hasta su rostro—, a pintar en paredes reservadas para la calma y el sosiego. En esta ocasión, por ejemplo, en una de las calles de Nueva York pintó a dos niños, uno sobre los hombros del otro, que trataban de coger una lata de esténcil, parte de un aviso que dicta "Prohibido los grafitis".

En ese sentido, el arte de Banksy tiene un valor esencial: se ha propuesto mostrar las caras de un mismo mundo en una imagen fugaz. Sus grafitis encierran un entorno, buscan atrapar un ambiente. Eso es quizás cierto, aunque es sólo una opinión. Hay otra, sin embargo, un poco más disgustada con su figura. Jonathan Jones, crítico de arte y bloguero de The Guardian, opinó esto sobre Banksy hace algunos meses: "Glorificar a un artista sin dones por sus acrobacias cínicas es decir a los jóvenes que el trabajo duro y la educación son irrelevantes: el camino para ser interesante en la Gran Bretaña moderna es ser como Banksy".

Banksy también ha presentado algunos trabajos que apuntan a reformar obras de otros autores, entre ellos Andy Warhol. Fue así que, basado en la Marilyn de Warhol, Banksy pintó una figura de Kate Moss con cabello rubio y fondo de colores estridentes. "Si Banksy piensa que está siguiendo los pasos de Warhol —dijo Jones—, está delirando". A continuación, en una columna publicada hace dos días, Jones aseguraba que Banksy es el digno de ejemplo de que "el medio es el mensaje" no interesa qué haga, sino cómo lo haga. "Todo grafiti es cool. De modo que llamar a Banksy un mal artista es imposible. Si dices que es basura, él se burlará. Él es el perfecto fraude de nuestro tiempo".

La apreciación de Jones —una de las pocas voces que muestra su inconformidad sobre Banksy, más conocido por sus ventas y su misteriosa aura que por su arte mismo— deja una pregunta al aire: ¿Es Banksy el producto perfecto de nuestro tiempo? ¿Es el artista que se merece nuestro nivel de existencia? En todas las épocas han existido guerras, pestes, corrupción, descabezados, y sin embargo ha sido posible realizar un arte de alto nivel, en algunas ocasiones escuelas y generaciones completas de grandes artistas. ¿Qué es, entonces, lo que llama la atención de los grafitis de Banksy? ¿Por qué son tan apreciados y valorados económicamente?

Es curioso, en primer lugar, que la clase social a la que critica —los más ricos, aquellos que abonan sus dineros y relaciones a la guerra y se lucran de la corrupción— sea la más interesada por su trabajo. Su figura desconocida también potencia ese sentimiento cercano al afecto que suscita su obra. Sin embargo, son razones insuficientes; al parecer, Banksy es también la justa combinación de elementos para el éxito: rebeldía, misterio, una pizca de crítica.

En octubre estará pintando, día a día, un nuevo grafiti en Nueva York como parte de una exposición al aire libre. En su página web (http://www.banksy.co.uk/) pueden verse las actualizaciones con un nuevo grafiti cada día. Uno de ellos fue tapado por un desconocido y Banksy respondió: "Este es mi nuevo acento neoyorquino”. “Por mi parte —dice Jonathan Jones— deseo que Banksy vea el Número Uno de Jackson Pollock en el MoMa, compare y se dé cuenta de cuán estúpido y sin vida es su arte, y se retire".

Por Juan David Torres Duarte

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