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Brujos del sabor indio

Un destello multicolor, aroma a especias y raíces en el ambiente, ritmos indie, terciopelo, lentejuelas y algodón recrean un espacio sacado de otro continente. Una pequeña y luminosa India se aloja en un pequeño y acogedor espacio de Bogotá.

Jessica Leguizamón
10 de junio de 2015 - 01:44 a. m.
Little Indian Super Star. / Cristian Garavito
Little Indian Super Star. / Cristian Garavito

Una pequeña puerta de madera color azul suave tiene el poder de teletransportar al visitante a Nueva Delhi, a Bombay o a cualquier esquina de la India.

Los cubiertos están ubicados al lado izquierdo de las mesas, y aunque usted puede pensar que es un error de etiqueta, es tradición en India comer con la mano izquierda, pues la derecha se usa para ir al baño.

Pequeñas mesas tatuadas con cantantes, bailarinas y rótulos de películas de la cultura hacen juego con un sinnúmero de detalles gracias a los cuales viajar a otro continente no requiere mayor esfuerzo, y mucho menos preparación. Lo único que necesita es afinar sus sentidos, humedecer su paladar y estar abierto a vivir una experiencia única.

Aunque la gastronomía india es muy diferente a la nuestra, lo que busca Little Indian Super Star es traer un pedacito de ese país y su cultura a Bogotá, dar a conocer una cocina rica en especias, picante, con un sabor que refleja cientos de años de gastronomía.

Este restaurante no sólo tiene una propuesta gastronómica, también es un Gin Club, es decir, un lugar para tomar ginebra. Y tiene, en efecto, 14 tipos de variadas marcas y calidades que combinan con la fruta que usted elija para elaborar Juleps, que son cocteles ligeramente picantes y frutosos pero refrescantes, hechos artesanalmente con maceraciones de frutas, semillas y especias.

Los Carta Abierta son una innovadora variedad de cocteles preparados al gusto del cliente, quien después de responder algunas preguntas, como su tipo de sangre, su color, su licor y su fruta favorita, tiene en su mesa una bebida única, diseñada y elaborada especialmente para él. En la barra trabajan “brujos” del aroma y el sabor.

Los cocteles de la casa, dicen, curan todos los males. El Cardamomo, por ejemplo, calma los cólicos y es un excelente relajante, gracias a la combinación que tiene de especias curativas como anís estrellado, canela, nuez moscada, frutos rojos deshidratados y un toque de Frangélico, un licor elaborado a base de avellanas silvestres tostadas, sumergidas en alcohol junto con bayas y condimentos. Recibe su nombre de un monje que vivía en una ermita de Piamonte, Italia, y que la inventó hacia el año 1600, junto con otras muchas bebidas.

La combinación armónica entre la comida y las bebidas genera una experiencia sensorial que equilibra el alma, el cuerpo y, por supuesto, el gusto, alojado no sólo en la parte corpórea sino en el aura del comensal.

Esta pequeña India proviene de un concepto renovado de un club clandestino y directamente ligado con el origen del gin and tonic. La leyenda dice que la combinación de ginebra con tónica nace de las propiedades de la quinina para combatir la malaria. Los soldados británicos desplazados a la India entre 1870 y 1890 comenzaron a combinar la tónica con la ginebra para mejorar el sabor amargo de la primera. De esta manera apareció el gin and tonic, que rápidamente se extendió por todo el planeta.

La sociedad del gin and tonic, sin embargo, era secreta, ya que el consumo de alcohol estaba prohibido en la India de finales del siglo XIX. Este club clandestino era propiedad de una princesa que se enamoró perdidamente de un soldado británico que frecuentaba el lugar. Estaba prometida en matrimonio con un príncipe de su linaje y el amor con el soldado era imposible. Decidió cerrar el club para poder vivir su amor, huir y encerrar todos los secretos de las preparaciones en un baúl que llegó a Bogotá y fue descubierto por un arquitecto que decidió crear Little Indian Super Star.

“La comida no es una réplica exacta de los sabores de la India, es más un homenaje acompañado de las típicas notas de picante y los currys”, asegura Diego Huertas, su chef.

Cada cocinero de la India tiene su propio masala, mezcla secreta de especias utilizadas en todas las preparaciones. El de Little Indian Super Star sabe a una euforia dosificada por chiles y luces, cerdos de porcelana y una sin igual decoración, y, por supuesto, está adosada en los cocteles con pimienta, cedrón y romero, y en los platos, con cordero, arroz aromatizado con jengibre, cardamomo, coriandro, semillas de mostaza y amapola, y currys de distintas tonalidades, aromas y texturas, con destellos dulces y picantes, acompañados de chapati, un pan plano de sabor neutro, sin levadura, que se sirve con todas las comidas fuertes y en la India es utilizado como cuchara.

El último gran riesgo de este lugar es el keer, un arroz con leche típico, con cardamomo, canela, almendras y pistachos, que le dejarán al atrevido una explosión de sabores que lo remitirán, de alguna manera, a un mundo lejano, exótico y particular, como el de la India.

Por Jessica Leguizamón

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