El Magazín Cultural
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Burocracia vs. excelencia

La literata Fátima Vélez fue la ganadora de los $45 millones del premio, pero no los recibirá por la falta de su firma en el formulario.

Sara Malagón Llano
25 de septiembre de 2015 - 03:56 a. m.
Fátima Vélez actualmente adelanta estudios de escrituras creativas en la Universidad de Nueva York.  / Daniel Santiago Salguero
Fátima Vélez actualmente adelanta estudios de escrituras creativas en la Universidad de Nueva York. / Daniel Santiago Salguero

El 16 de septiembre Idartes anunció al ganador de su Premio Nacional de Poesía, de $45 millones. El jurado, compuesto por Santiago Mutis Durán, Ramón Cote Baraibar y Catalina González Restrepo, escogió el poemario Diseño de interiores, de la literata Fátima Vélez, quien no recibirá el premio por la ausencia de su firma en uno de los formularios entre los requisitos formales.

Cuando se presentó al concurso, Vélez estaba en Nueva York y su hermana envió la documentación. Se trataba de un concurso con seudónimo. La única parte donde se revelaba la identidad de los concursantes es un formulario en el que se incluyen todos los datos personales junto a la fotocopia de la cédula. “Yo llené todo el formulario, puse la fotocopia de la cédula, pero se me olvidó poner mi firma. Después, el fin de semana siguiente, revisé la página de Idartes. Había un acta del 16 de septiembre. Ahí aparece mi proyecto como ganador, con el seudónimo. Están mi nombre y mi cédula, pero dice que, tras revisar los documentos formales, se encontró que mi formulario no tenía la firma, que ése es un documento insubsanable y que por ello procederán a darle el premio a otra persona. Yo sí cometí un error, pero lo que cuestiono es hasta qué punto la firma debe ser un requisito insubsanable. Se supone que esos requisitos están hechos para garantizar la transparencia del concurso, pero ellos tienen muchas maneras de comprobar mi identidad. Es un premio que le da mucha plata a la poesía, y nosotros los poetas tenemos muy pocas fuentes de publicación. Me parece que se está institucionalizando y formalizando mucho todo cuando la poesía precisamente aboga por cosas muy distintas a eso. ¿Será que se justifica que lo formal esté primando sobre lo sustancial? Me pueden estar castigando por un error, pero ¿hasta qué punto estos concursos están diseñados para castigar a los artistas y para aleccionarlos? Me siento indignada, vulnerada y muy absurda frente a una institución que no me permite actuar. ¿Qué puedo hacer? Frente a una institución como Idartes, ¿qué se puede hacer? ¿Hasta qué punto la firma, y sólo mi firma, es mi identidad y la define? Mi cuestionamiento es hacia lo insubsanable de esa firma”.

El 11 de septiembre Idartes publicó un aviso modificatorio con el que adelantaba ocho días la apertura del sobre. “Ellos alegan que uno supuestamente tiene que estar pendiente de los cambios de fecha, pero esa acta de apertura de sobre la hicieron entre ellos, porque nadie fue. No hubo un testigo externo. Esto fue el 16, los jurados se habían reunido el 4 de septiembre y yo leí el acta el sábado 19, incluso antes de la fecha estipulada. Alcancé a sentirme muy feliz porque el acta revela mi propuesta como ganadora. Después no podía creerlo. Me sentía como un personaje de Kafka, en medio de esta institucionalización de algo que no es institucionalizable. Conocía las bases, pero esto es un error, en medio de la cantidad de otros papeleos, que están castigando como si yo hubiera plagiado, como si hubiera hecho trampa, y se está desconociendo el criterio de los jurados. Hasta hoy nadie de Idartes me ha buscado, sólo he hablado con una funcionaria a través de la W, pero yo me asesoré de varios abogados e hice un derecho de petición que voy a mandar a Idartes. Los abogados me dicen que me asuma como la ganadora, que envíe el formulario firmado y les pida que lo tengan en cuenta porque tengo el mérito de ser la ganadora, apelando a la posibilidad de que ese sea un documento subsanable que están violando. Yo apelo a la subsanabilidad o insubsanabilidad de la firma”.

Santiago Mutis, quien la próxima semana planea reunirse con los funcionarios de Idartes, le dijo a este diario: “Me parece estúpido, inaceptable, no puede ser que escojas a una persona por algo magnífico y la castigues por estupideces”.

Hablamos con Liliana Pamplona, coordinadora de las convocatorias de Idartes, y esto fue lo que respondió.

¿Por qué Vélez no recibirá el premio?

Porque no cumplió con una condición de participación, no firmó el formulario. Parece un simple requisito, sin embargo aquí estamos en el marco del sector público, estamos entregando recursos públicos, en ese sentido tenemos una responsabilidad muy grande de velar por los principios de igualdad y transparencia. En las cartillas del concurso está incluso contemplado que si, posteriormente al desembolso, detectáramos que, por ejemplo, la información proporcionada no es cierta, estamos en la obligación de declinar ese estímulo.

¿Por qué se adelantó la fecha de apertura?

Porque estamos en el mes de septiembre literario y queríamos anunciar al ganador de poesía en uno de los eventos.

¿Y ese día hubo público, aparte de los funcionarios de Idartes?

No. Cuando no hay público invitamos a la oficina de control interno y se deja un acta.

Vélez dice haber participado en otros estímulos y becas del Ministerio de Cultura y otras entidades. Me cuenta que, por ejemplo, en el caso del Ministerio de Cultura, que también maneja dineros públicos, se hizo una excepción en términos de fechas para que pudiera presentarse y participar, y terminó ganando el estímulo*.

No voy a entrar a hablar de los procedimientos de otra entidad, lo que tengo claro es que a nosotros nos rige la función pública y la igualdad es uno de nuestros principios (…). En aras de mantener la igualdad de oportunidades y la transparencia para todos, nunca hacemos ese tipo de concesiones.

Sin embargo, la razón de ser de este premio es el reconocimiento de una obra que ni siquiera escoge el instituto sino que escoge un jurado calificado. ¿No cree que es extremo poner en igualdad de condiciones la propuesta estética y los requisitos formales, cuando el premio vela por el reconocimiento de la obra escogida?

Nosotros no estamos poniendo en duda el valor de la obra. Para nosotros es muy lamentable cuando, en un acto público de apertura de sobres, el jurado ha seleccionado a alguien y nosotros debemos empezar un trámite administrativo por el incumplimiento de las condiciones de participación. Claro que ese es nuestro objeto, entregar los estímulos a las mejores propuestas: el mejor gana. Pero no podemos olvidar el componente formal. La firma es fundamental, porque es con lo que tú aceptas los deberes como ganador. Pasar por encima de ese requisito es poner en tela de juicio cualquier otro requisito.

***

¿Por qué no se puede hacer a posteriori la confirmación de datos en pro de no vulnerar el fin del concurso, que es premiar la mejor propuesta? En la cartilla, Idartes aclara que se puede permitir hacer verificación de datos después de la apertura de sobres, que puede incluso quitarle el dinero al ganador en caso de fraude. Pero para la entidad resulta impensable verificar si el ganador dice ser quien es y si acepta las condiciones o, en pocas palabras, si acepta los $45 millones.

¿No buscan este tipo de estímulos premiar la excelencia del trabajo? ¿No buscan ser un reconocimiento de la obra y no un aleccionamiento sobre el descuido humano en un trámite necesario pero tan arbitrario y tan humano cono el error de Vélez? ¿No se busca contratar a un jurado experto para no pasar por encima de su decisión?

Este es el caso de un premio cuya función, reconocer un trabajo por su excelencia, está siendo contradicha por su misma maquinaria.

 

 

*“En 2010 yo participé en uno de los estímulos del Ministerio de Cultura: ‘Beca de investigación curatorial para la Zona Centro Occidente’. No participé con nombre propio, sino como parte de la Organización sin ánimo de lucro Residencia en la tierra. Cuando llegué a entregar la propuesta, habían cerrado el ministerio y fue muy triste porque mi equipo y yo habíamos trabajado mucho. Sin embargo, se me ocurrió la idea de mandarlo por correo certificado y aceptaron la propuesta, no en contra de sus términos, porque ellos no habían dicho ‘Las propuestas que sean entregadas por la empresa transportadora o por el interesado con posterioridad a la fecha y hora límite de recepción, serán RECHAZADAS por extemporaneidad, aunque hayan sido enviadas con una fecha previa’. No es que hicieran una excepción conmigo ni con mi equipo ni con mi propuesta, es que sus términos fueron menos rígidos en esta convocatoria”.

Por Sara Malagón Llano

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