El Magazín Cultural

Cannes: Maradona, una crónica del dios caído

El director británico Asif Kapadia presenta el documental Diego Maradona en la Sección Oficial fuera de concurso del Festival de Cannes.

Janina Pérez Arias – Cannes
20 de mayo de 2019 - 07:38 p. m.
Diego Maradona, poco antes de salir a la cancha del estadio San Paolo, de Nápoles, el día de su presentación ante los hinchas del club.   / Cortesía
Diego Maradona, poco antes de salir a la cancha del estadio San Paolo, de Nápoles, el día de su presentación ante los hinchas del club. / Cortesía

Una de las figuras más polémicas de Latinoamérica es Diego Armando Maradona. Adorado y detestado sin medias tintas, también es un fascinante objeto de “estudio”.

Asif Kapadia (ganador del Oscar en 20016 por Amy) se propuso diseccionar al futbolista en el documental Diego Maradona. Desde cuando era un pibe de Villa Fiorito -una de las zonas más sufridas del Gran Buenos Aires -, hasta la actualidad. Pero qué no se sabe de Maradona, si siempre ha sido un hombre público, estando bajo el foco de atención desde los 15 años. Se podría pensar que se le conocía, pero tras dos horas de película, las preguntas y dudas se agolpan.

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“Quiero ser Maradona”, reaccionaba jovencísimo ante la (eterna) comparación con Pelé. En esa frase que se encuentra una de las pistas para discernir las oscuridades de este personaje. Apenas despuntaba, empezaba a llamar la atención con su capacidad para jugar al fútbol, pese a tener prácticamente todo en contra desde el punto de vista físico. Pelé, cuya historia es  a la del 'Pibe de oro', se aventuró a hacer una profecía, reconociendo el don del argentino, pero dudando de su fortaleza psicológica para afrontar lo que se le iba a venir encina, como la desmesurada fama, la presión, los excesos y la pérdida del norte.

Fernando Signiorini, quien durante años fue el coach del futbolista, sostiene que en la estrella del fútbol se produjo una especie de desdoblamiento: Diego y Maradona. El primero, al parecer se trataba de la persona que había conocido, hermano de cuatro chicas, el hijo de Don Diego y Doña Tota, el humilde muchacho que predicaba “prefiero la gloria que la plata” o “lo único que quiero es comprarle una casa a mi mamá”.

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Maradona, en cambio, venía a ser la persona famosa, el de los exuberancias, el adicto a la cocaína, el grotesco, el que mantenía una relación estrecha con la Camorra. “Una vez le dije a Diego”, cuenta Signiorini en el documental, “con Diego iría al fin del mundo, con Maradona no daría ni un paso”. 

Kapadia muestra el progresivo y relativamente rápido proceso de desaparición de ese Diego para darle paso al Maradona que ha trascendido, a ese que tras una penosa descendencia a los infiernos, en 2004 apareció en la televisión argentina llorando y confesando su caída libre en la desgracia.

La voz en off de Diego Armando Maradona se entrelaza con imágenes y declaraciones de diferentes personas de las diferentes etapas recorridas, la del Boca Juniors, la del FC Barcelona, la del S.S.C Napoli, así como los mundiales de fútbol, su vida en familia, vistazos a sus infidelidades, y el producto de uno de ellas como lo fue un hijo que no reconoció como suyo sino al cabo de 30 años.  Asif Kapadia logró armar un puzzle haciendo subrayando ciertos aspectos, pero sin tomar partido, como tampoco obliga al espectador a hacerlo. Y es notable que para este documental tuvo a disposición unas 500 horas de material inédito proveniente del archivo personal del jugador. Diego Armando Maradona, quien actualmente dirige el club mexicano Dorados, y continúa creando polémica, no estuvo en el Festival de Cannes para presentar el documental, según información oficial debido a una dolencia en el hombro. 

La vida de El Pelusa siempre giró en torno al fútbol, por lo que en el documental abundan las imágenes de los partidos más importantes, sobre todo aquellos que sacaron al Nápoles de la mediocridad, para convertirlo en campeón tanto en Italia como en Europa. Kapadia se centra en esos años napolitanos, cuando se construyó y fortaleció el mito alrededor del futbolista; aupado por la población en pleno, adulado por el capo de la mafia Carmine Forcella , que premiaba cada visita de Maradona con un Rolex de oro, y que también le proveía de cocaína.

Por supuesto la Copa del Mundo del 86 en México y la del 90 marcan así mismo el recorrido, en especial con el último partido entre Italia y Argentina, el cual vino a ser la sentencia para que Maradona empezara su descenso al verdadero infierno, a dejar de ser visto como un dios. 

“85 mil personas me recibieron cuando llegué a Nápoles”, se le escucha al Pibe de oro, “pero mi partida fue solo”. Con el resultado positivo de la prueba del doping, con la Hacienda italiana pisándole los talones por evasión de impuestos, con el repudio de toda una población que le amó, Maradona prácticamente se liberó del infierno impuesto por el presidente del club de Nápoles, pero también por la mafia. La persona cayó, lo que queda es el mito.

Por Janina Pérez Arias – Cannes

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