En Colombia, las bellas artes se convierten en protagonistas para que las sociedades se piensen, en el oxígeno que hace falta para respirar mejor y en ese parte de tranquilidad que nos queda si pensamos en las realidades que afrontamos hoy.
En el sector musical, es oportuno reconocer la importante gestión y trayectoria que el Festival ha realizado en estos diez años, convirtiéndose en un actor principal de procesos de transformación en el país, siendo el evento con mayor proyección musical de Cartagena ante el mundo, a través de procesos de los distintos intercambios y formaciones.
La música, tan inasible, es una expresión de libertad, nuestro primer idioma, la expresión más cotidiana que une y en donde se genera un sistema de valores sociales, tanto, que es capaz de llegar a las raíces de las identidades.
La música es esa invisibilidad que permite unión en la diversidad. Es un lenguaje común que así no hablemos el mismo idioma siempre está presente. Por eso es tan importante comprender lo que la gente escucha, lo que siente, ver cómo inciden los pensamientos y los sentimientos en ellos, lo que permite una sensibilidad particular. Ahí ya hablamos de integración social y hablamos de procesos dinámicos y multifactoriales.
“Soy una convencida del poder de la música para transformar sociedades. Detrás de las revoluciones y cambios políticos, la música ha sido un elemento central. Estamos en un proceso de construcción de paz y si hay un mecanismo efectivo para construir paz es la música, porque ahí viene además la unidad en la diversidad”, afirmó Paula Marcela Moreno Zapata, ex ministra de Cultura y ponente en el Festival.
Entonces, la cultura y la música influyen en el desarrollo de una ciudadanía más consciente, sensible y activa. No es un tema marginal ni decorativo, sino de profunda influencia.
“Necesitamos más apertura, más diversidad, más encuentros y procesos que permitan no encasillar o definir quién tiene acceso a las diferentes manifestaciones culturales. Eso es inclusión e integración, definir quiénes está por fuera del sistema y generar las estructuras para que surja como un esfuerzo en esta generación pero como algo natural en las generaciones futuras. Sin duda la música tiene un papel central en el desarrollo y en la construcción de paz, y el sector musical tiene una gran responsabilidad”, concluyó Paula Marcela Moreno Zapata.
El Festival sigue respondiendo ante esta necesidad, logrando que el poder de la música y de las artes logre cada día derribar las barreras y reducir las brechas para que los talentos diversos tengan su espacio de expresión, formación y proyección de calidad.
*Estudiante de periodismo.