El Magazín Cultural

Conociendo al enemigo en medio de la guerra

La realidad virtual abre las posibilidades de nuevas narrativas. La propuesta que el fotógrafo Karim Ben Khelifa trae al Bogotá Audiovisual Market con su proyecto “The Enemy” muestra otra forma de narrar la guerra y descubrir a las personas que hacen parte de ella.

Ángela Canizalez
15 de julio de 2016 - 02:00 a. m.
Karim Ben Khelifa en su visita al BAM, programa de la Cámara de Comercio de Bogotá y Proimágenes.  / Cortesía CCB
Karim Ben Khelifa en su visita al BAM, programa de la Cámara de Comercio de Bogotá y Proimágenes. / Cortesía CCB
Foto: EVV

En busca de entender las razones de las guerras, el fotógrafo Karim Ben Khelifa se dedicó a cubrir el conflicto como reportero gráfico para medios como The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal, Vanity Fair, Time, Le Monde y Stern. Después de casi dos décadas de hacer fotos en la Franja de Gaza, Irán, Afganistán y El Salvador para medios internacionales nació Retratos de mi enemigo, un proyecto fotográfico en el que se enfrentan imágenes de dos combatientes enemigos que responden las mismas preguntas: ¿Quién eres? ¿Quién es tu enemigo? ¿Por qué están en guerra? Esta fue la semilla de The Enemy (theenemyishere.org), una experiencia de realidad virtual gracias a la cual combatientes enemigos se conocen y pueden hablar.

Karim Ben Khelifa habló de The Enemy en el marco del Bogotá Audiovisual Market y de cómo la realidad virtual puede ir un paso más allá de la fotografía para acercar a las personas a experiencias reales más completas a nivel sensorial. El Espectador quiso conocer más de su trabajo.

Cubrir guerras es un trabajo difícil en muchísimos aspectos. ¿Qué lo ha llevado a seguir haciéndolo durante tanto tiempo?

He cubierto guerras por 18 años, he visto lo que la guerra puede hacer, pero también he visto la humanidad que existe en ella y es algo de lo que no hablamos. Esa es una historia mucho más grande.

Empecé a cubrir estos temas porque quería entender por qué la gente se sentía atraída hacia la guerra, por qué estaba dispuesta a perder su vida o quitársela a otro. Y creo que hay suficiente gente hablando de lo diferentes que somos, tanta que quiero dedicar mi tiempo y mi trabajo a mostrar lo similares que podemos ser.

Ha ido a muchos lugares en donde el conflicto es la historia principal. ¿Cree que los periodistas llegan con ideas preconcebidas que después cambian?

El editor que te asigna un cubrimiento puede tenerla, pero el problema viene cuando sales a encontrarte con la realidad de campo y debes moverte con lo que sucede. En mi caso, siempre tengo una idea muy preconcebida de lo que quiero, pero también es cierto que busco algo muy diferente a la mayoría de las personas, pues mi trabajo es sobre la guerra, pero sobre la humanidad que aún queda en ella. Es importante determinar al otro, su historia, de dónde viene, cuál es su contexto y las razones que lo llevaron a ese lugar en específico. En mi caso, estudio conflictos que se extienden de generación en generación. ¿Cuánto duró el de Colombia? ¿50 años? Honduras y Guatemala vienen de procesos similares. La semana pasada estuve en El Salvador y le pregunté al miembro de una pandilla: “¿Cuál es la diferencia que tienes con los tipos del barrio de al lado?”. “No hay ninguna diferencia”, respondió, “nos matamos porque somos miembros de pandillas diferentes, porque yo nací acá y este es mi territorio”. Lo paradójico es que de haber nacido tres cuadras más allá mataría para otra pandilla. ¿Hay realmente una opción? Si eres israelí o palestino, ¿tienes chance de escoger?

¿Pensó en algún momento que las formas tradicionales del periodismo no ayudaban a romper el paradigma como lo hacen tecnologías de avanzada como la realidad virtual?

Hace unos años me invitaron al MIT (Massachusetts Institute of Technology) como artista residente, y ahí descubrí la realidad virtual. Tenía un proyecto llamado Portrait of the Enemies (Retrato de los enemigos), en donde había fotos de los contendientes de un lado y del otro de la habitación separados por una línea y el audio grabado con la respuesta de cada uno a una misma pregunta. Con la realidad virtual podía ponerlos en la misma habitación de una manera interactiva. Iba a ser costoso pero valdría la pena. Empecé a trabajar para recolectar dinero y así empezó The Enemy.

La financiación fue fácil porque, al final, es un concepto universal, que todo el mundo puede entender. Así que tuve el apoyo de la televisión francesa. También los canadienses se subieron a bordo para ayudarme a desarrollar el tema. El concepto estuvo primero y la tecnología llegó después. Nos pusimos a investigar luego si la tecnología avanzaba tan rápido como yo quería. Y bueno, siempre logramos que estuviera ahí, al límite de las posibilidades.

Con “The Enemy” propone una manera alternativa de narrar los conflictos. ¿Cree que cambiar la forma en la que se cuenta la historia puede ayudar a cambiar la historia misma?

Las historias son la manera de darle sentido al mundo, pero a la vez, cada quien vive en el mundo con sus propias experiencias. Lo que sucede con mi trabajo es que te presenta una experiencia que logra transformarte. The Enemy se trata de poner cara a cara a enemigos reales con su nombre, de bandos opuestos, en conflictos de largo aliento, a través de la realidad virtual. No es una experiencia estática; literalmente debes caminar y moverte. A nivel cognitivo trabajas con el lenguaje corporal del otro, y no es una representación, es real. Lo hice ya con los conflictos en Congo, Palestina y El Salvador.

¿Qué ha sido lo más sorprendente a lo largo de esta experiencia?

Cuando rodamos la parte del conflicto de Israel y Palestina en mayo de 2014, entrevisté a un soldado palestino al que le dije: “Del otro lado tienes a un soldado israelí”. Lo mismo pasó al revés. En julio de ese año la guerra en Gaza estalló y los dos pelearon para bandos opuestos. No se conocían en persona, pero se conocían de las entrevistas y sabían que el otro debía andar afuera, enfrentándose a sus propias tropas. Cuando la guerra terminó los dos quedaron heridos, pero estaban en proceso de recuperación, y es muy curioso que cuando los llamé, a cada uno por separado, inmediatamente me preguntaron cómo estaba el otro después del combate. No podía creerlo: “¿Te importa si tu contrincante no está bien?”. Y resulta que después de la experiencia de The Enemy cada uno pensaba en el otro mientras peleaba, los dos sabían que el otro tenía familia, hijos, y se preocupaban genuinamente. Ese fue el momento en donde todo el tema tuvo sentido para mí.

¿Qué ventajas le dio la realidad virtual para contar estas historias, que no encontrara en las formas tradicionales de la entrevista o el documental?

Lo que tienes en The Enemy es que puedes acercarte al enemigo y sentirlo real, con mucho nivel de detalle, ver cómo se comporta con su lenguaje corporal y todo lo que hace, como si estuviera en la misma habitación. Y lo vas a ver simplemente como un humano que te cuenta sus sueños, sus miedos y sus experiencias. No les pido que hablen de los otros, sino de sí mismos. Puede que la guerra haya hecho de ellos máquinas para matar, pero al final se trata de humanizar nuevamente todo lo que la guerra deshumanizó. La gente realmente sale conmovida en un nivel sensorial mucho más profundo con esta experiencia, porque no se trata de descalificar el discurso del otro sino de abrir un espacio de acercamiento para entenderlo desde la cercanía humana y no las diferencias políticas.

¿Cómo fue su acercamiento con los conflictos armados latinoamericanos?

Para mí es importante decir que no se trata de lo que pase en Congo o en Israel o en El Salvador única y necesariamente. Ir a diferentes partes del mundo y encontrar que existen las mismas dinámicas entre enemigos de muchos lugares es lo que prueba mi punto. Los conflictos pueden ser por tierra, religión, recursos, no importa. La manera en que nos deshumanizamos los unos a los otros es la misma.

Ahora Colombia se acerca a una etapa de posconflicto. ¿Cuál es la utilidad aquí de un proyecto como “The Enemy”?

The Enemy es para la siguiente generación de posibles combatientes. Hay algo más allá que lo que el Gobierno y las Farc tienen por decir. Hay que aceptar la diferencia del otro para darse cuenta de todas las posibilidades que hay allá fuera, de que muchos comparten el amor por los suyos o las esperanzas que tienen para sus hijos. La distribución del proyecto precisamente está pensada de la mano de los entes de reconciliación, que tienen acceso a esa nueva generación, que es a la que buscamos impactar mayormente con esto.

Conoce de antemano nuestros problemas. ¿Qué pensó cuando aceptó venir como invitado al BAM?

Ahora que Colombia está en esta fase de posconflicto, es muy interesante para mí venir a hablar de este proyecto, porque es algo que le habla a gente directamente. Si lo hiciera en un lugar como Marsella seguramente lo apreciarían, pero con distancia; sería difícil pedirles que lo entendieran como algo vinculado a sus propias vidas. Estoy muy curioso de ver cómo lo asume la gente aquí. Posiblemente el BAM pueda ayudar a que la idea llegue a la gente adecuada para ayudar a traerlo más adelante. Sería importante tanto para la gente que está convencida de que la paz es una gran cosa, pero sobre todo para los que no.

Hasta ahora lo hemos oído hablar de “The Enemy” y conocemos algunos adelantos, pero ¿cuándo será su estreno finalmente?

Me da mucha felicidad que el proyecto ya esté listo. Empezaremos su distribución en febrero del año que viene, a través de organizaciones de reconciliación, y empezaremos a llevarlo por el mundo. Creo que tendrá unos buenos años de vida útil y posibilidades en diferentes lugares.

Por Ángela Canizalez

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar