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La consagración de la primavera

Este 29 de Mayo se cumplen cien años del estreno, en el Théâtre des Chaps-Elysées, París, del Ballet ‘Le Sacre du Printemps’, ‘La Consagración de la Primavera’, del compositor ruso Igor Stravinsky.

Augusto Sorzano Puyana / Especial para El Espectador
29 de mayo de 2013 - 11:23 a. m.
La consagración de la primavera

Avanzaban los años de la segunda década del Siglo XX, caracterizados por un período de relativa paz durante los últimos 50 años del Siglo XIX, “…precedido, paradójicamente, por guerras internas, a principios del Siglo 19, las cuales habían desgarrado la mayoría de los países europeos”. Aquella efímera paz, “…favoreció los cambios científicos y tecnológicos que venían revolucionando la vida ordinaria de las gentes, provocando la sensación de fácil optimismo, en parte como resultado de ciertas mejoras sociales y algún interés de los gobiernos por la vida de los menos favorecidos, y en parte también porque, para muchos, la guerra prometía alivio de la triste monotonía de la vida cotidiana, pues la guerra era vista a escala grandiosa y heróica.” Con todo, “…visiones de guerra comenzaron a ser predominantes en la mente de las gentes de las grandes ciudades, y en las actuaciones de los estadistas y los gobernantes, cuando Europa se aproximaba a la Primera Guerra Mundial”.

En la música, para mencionar solo alguna de las artes, “…la percepción del tono de aquellos tiempos y de aquel entorno, resultaba ya ciertamente pesimista: así, por ejemplo, en la más trágica de las sinfonías de Gustav Mahler, la Sexta Sinfonía, publicada en 1904, según muchos, en los salvajes ritmos se presagiaban los horrores que habrían de traer las confrontaciones bélicas. Ritmos igualmente salvajes eran los que contenía en 1913 el Ballet ‘La Consagración de la Primavera’ de Igor Stravinsky, no obstante que el género, como espectáculo, era, por excelencia, propio de clases altas que se resistían a abandonar el ambiente laxo de la Belle Époque.
Pero, acaso la manifestación más premonitoria de los horrores de la guerra, está contenida en la Suite Orquestal ‘Los Planetas’, de Gustav Holst, compuesta en el verano de 1914, en la cual, una parte titulada ‘Marte’, ‘….pareciera una fría e implacable visión de la gigantesca tragedia y del caos que traería la confrontación bélica que se avecinaba’.”
Igor Feodorovich Stravinsky, nació en Oranienbaum, cerca de San Petersburgo, Rusia, en 1882. Hijo de un cantante de la Ópera Imperial, de su padre recibió algunos conocimientos en música e inició posteriormente sus estudios de piano, asistiendo frecuentemente a los Conciertos Imperiales y la Sociedad Belaiev de San Petersburgo, e iniciando años después sus estudios de Derecho en la Universidad de San Petersburgo, pero a los 20 años de edad, durante una gira por Alemania conoció Nikolai Rimsky-Korsakov, con quien profundizó sus primeros conocimientos en música y en composición. Stravinsky, refiriéndose a esas lecciones, siempre expresó que aquellas fueron ‘…el más precioso de los dones’. Durante aquellos tiempos, Stravinsky compuso algunas obras, incluyendo una sonata para piano y una sinfonía, las cuales habrían de influir decisivamente en su carrera, puesto que en una de sus presentaciones, aquellas impresionaron profundamente a Sergei Diaghilev, director de Los Ballets Rusos.

Diaghilev le comisionó la composición de un ballet ‘The Firebird’, ‘El Pájaro de Fuego’, (1910), para su presentación en París. “Su exuberante orquestación y sus figuras orientales, eran, precisamente, lo que los parisienses deseaban”. La presentación fue un éxito rotundo, con Fokin y Tamara Karsavina, y significó para Stravinsky el encargo de otro ballet, ‘Petrushka’ (1912), igualmente exitoso, con Vaklav Nijinski y Tamara Karsavina. “Ambos ballets tuvieron gran acogida entre eminentes compositores, entre ellos Debussy y Ravel, pues representaron un notable contraste: ‘El pájaro de Fuego’, verdadera apoteosis del impresionismo francés y ‘Petrushka’, también una apoteosis del nacionalismo ruso”. En ‘El Pájaro de Fuego’, la primera obra maestra de Stravinsky, “…el compositor admirablemente combina la dulzura, la fuerza, el encanto y la brillantez, acentuando todo aquello con una orquestación espectacular, que enfatiza frenéticamente los ritmos salvajes de la obra.”
“Tanto en ‘El pájaro de fuego’ como en ‘Petrushka’, otro resonante éxito, la música, aunque ocasionalmente disonante y áspera, aún es armoniosa y, bien pronto, ambos ballets habrían de significar un viraje en la orientación de Los Ballets Rusos de Diaghilev, quien le encomendó a Stravinsky la composición de otro ballet, con ceremonia pagana, ‘La Consagración de la Primavera’, en dos Actos, cuyo argumento representaba arcaicos y brutales ritos rusos para la fertilidad, durante los cuales una virgen debía ser sacrificada al dios del sol”. “En la obra, Stravinsky suprime todo lo convencional en materia de ritmo, armonía y forma, y fue así como el primitivismo y la barbarie irrumpieron en la música”.

“Originalmente ‘Cuadros de la Rusia Pagana’, ‘La Consagración de la Primavera’ no se parecía a nada; era algo nuevo y turbador, apartábase de todos los métodos usuales que se empleaban para crear tensión, clímax y relajación. Negaba la tonalidad convencional. Generaba la fuerza de una primavera rusa a través de ritmos y repeticiones liberados del encadenamiento métrico. Habitaba un mundo de fuerzas cataclísmicas desatadas, con paisajes no existentes por su realidad”.

Los ensayos de ‘La Consagración de la Primavera’ se iniciaron en París, bajo la dirección del gran Pierre Monteux, si bien su desarrollo se vio interrumpido por varios viajes, entre estos uno a Bayreuth para escuchar ‘Parsifal’, por sugerencia de Diaghilev. Cuando, posteriormente Stravinsky expresó “…Toda esta comedia de Bayreuth, con su ridículo protocolo, ¿no es sencillamente un remedo inconsciente del rito sagrado?”, Diaghilev concluyó entonces que el viaje, en cierta forma, había resultado inútil.
Las desavenencias que se presentaron en los ensayos, por las tensiones entre el compositor y el coreógrafo Vaclav Nijinski, así como con la orquesta, presagiaron el escándalo que ocurrió durante la première de la obra.

“El estreno de ‘La Consagración de la Primavera’ tuvo lugar en el Théâtre des Champs-Elysées en París, el 29 de Mayo de 1913, con coreografía de Nijinski y con la participación de María Piltz. El evento, muy solemne, contó con la presencia de la élite del movimiento intelectual y cultural del momento. Acudieron personajes de la música como Camille Saint-Saëns y Florent Schmitt, y artistas como Jean Cocteau y Pablo Picasso. Con todo, reciente aún la accidentada première de el ‘Preludio a la siesta de un fauno’ de Claude Debussy, “…el público, estaba muy sensibilizado y parecía no estar tan dispuesto, con Nijinski de coreógrafo, a tolerar otra exhibición de erotismo explícito, el cual atentaba tan abiertamente, contra la moral conservadora de la época.” “Así las cosas, desde la iniciación de la función, se presentó un agrio enfrentamiento entre sus defensores y sus detractores, pese al cual Monteux continuó, imperturbable, la dirección de la orquesta y ejecución de la obra”.

“Todos los espectadores entendieron que estaba ocurriendo algo nuevo. Los mayores lo rechazaban, los jóvenes sintieron el cambio”, cree el experto alemán en música Ulrich Michels. Para él, “fue esa noche, en el Théâtre des Champs-Elysées, donde nació la música moderna”.
“Muchos espectadores de esa noche acabaron arrastrados en un tumulto, recordaba el escritor Jean Cocteau. La gente reía, hacía burlas, pitaba, hacía sonidos de animales y quizá se hubiera cansado a la larga si no fuera porque la multitud de estetas y músicos, en su exagerado celo, se puso a ofender al público de los palcos, y a atacarlo físicamente”.

“El público reaccionó con inusitada violencia, pues las opiniones estaban ciertamente, muy polarizadas: para los amantes de la música conservadores, Stravinsky era un monstruo; y para los entusiastas ‘avant-garde’, él era El Mesías”. Se dijo, entonces, que “…la violencia pública que produjo la première del ballet ‘La Consagración de la Primavera’ fue tan famosa, como violenta era su música”.

Desde entonces, “…este ballet, con su música oscilante entre la sutil melodía de la primavera anunciada, y la violenta percusión sugiriendo la eclosión de fuerzas dormidas, que descubren la resurrección de las energías cósmicas, ha sacudido a sus espectadores.”
Cerrando el ‘período ruso’ de Stravinsky, están el ballet de cámara ‘La Historia del Soldado’, ‘Renard’, y ‘Les Noces’ (‘Las Bodas’), obras en las cuales, a diferencia de los ballets en los que persistió el estilo de Rimski-Korsakov con gran orquesta, predominaron la agrupación de cámara , la voz y, en algunas de ellas, (‘La Historia del Soldado’), cierta influencia del jazz.

Después de la Primera Guerra Mundial, viviendo primero en Suiza y posteriormente en Francia, la escritura de Stravinsky se hizo rigurosa y clásica y desarrolló un nuevo estilo, el neo clásico, con obras como ‘La Sinfonía de los Salmos’ y con su Ballet ‘Pulcinella’, éste basándose en música de Pergolesi, compositor del Siglo XVIII, nuevamente con los Ballets Rusos de Diaghilev y con Pablo Picasso como diseñador. Stravinsky se hizo ciudadano francés en 1934. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, tuvo que emigrar hacia los Estados Unidos, en donde se nacionalizó en 1945.

Stravinsky puede ser considerado como la antítesis de Schönberg en cuanto a sus simpatías musicales. “Con todo, desde 1951 él se compenetró con el serialismo, por lo
cual, obras de sus últimas composiciones, tales como ‘Canticum sacrum’ (1952), ‘Agon’ (1957), ‘Movementes for piano and orchestra’ (1959) y ‘The Flood’ (1962), las escribió usando técnicas ‘Note-row’ (Dodecafónicas), desarrolladas, precisamente, por Schönberg”.

Las opiniones en relación con sus últimas composiciones, están divididas. Con todo, “….en lo que sí hay plena unanimidad es en cuanto a su originalidad, a su fuerza personal y coraje, y, por sobre todo, a la influencia que él ejerció en los compositores jóvenes”.
Igor Stravinsky, el compositor de ‘La Consagración de la Primavera’, la ‘obra maestra inmortal’ y acaso ‘...la más grande partitura del Siglo XX’, murió en Nueva York a los 88 años de edad, el 6 de Abril de 1971. Atendiendo a su última voluntad, fue sepultado en Venecia, y su tumba, en el cementerio de San Michele, quedó muy cerca a la tumba de su más cercano colaborador y amigo de siempre, Sergei Diaghilev.

Bibliografía:

KAUFMAN, Mervin ‘Milestones of History’. Aguilar S. A. Ediciones, 1971
LAYTON, Robert. Deutsche Grammophon, LP 2530635

SEVILLA, G, traductor. ‘The Enciclopedia of Classical Music’, Carlton Books Ltd., 1999

SÁNCHEZ R. Julio. ‘El Concierto’. Instituto Colombiano de Cultura

CARAGOL, B. Tania. ‘La Consagración de la Primavera. Ritual Apocalíptico’. Facultad de Humanidades del Recinto de Río Piedras, Puerto Rico.

SCHOLES, Percy A. ‘The Oxford Companion to Music’. Oxford University Press, 1970

Por Augusto Sorzano Puyana / Especial para El Espectador

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