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Corea observa a Medellín

La Bienal de Gwangju 2011 se dio a la tarea de buscar ciudades emergentes con propuestas en diseño en sus espacios urbanos. La capital antioqueña mostrará por qué es un modelo de transformación en el mundo.

Manuela Lopera/Especial para El Espectador
17 de septiembre de 2011 - 08:59 p. m.

Medellín sigue cosechando reconocimientos luego de la trasformación urbana y cultural que ha tenido en la última década. Este mes, la ciudad fue invitada a participar en la Bienal de Diseño de Gwangju, en Corea del Sur. Un evento fundado en 1995, que es considerado como la bienal de arte contemporáneo más antigua e importante de Asia.

El evento, que se realiza hasta el 23 de octubre de 2011, tiene una categoría llamada Communities (Comunidades). En este espacio la bienal escogió cinco ciudades emergentes que se destacan actualmente en términos de diseño. Las ciudades son: Johannesburgo, Sydney, Tel Aviv, Macao (China) y Medellín.

A cada una se le asignó un curador que debía escoger el tema más relevante sobre diseño desde una óptica general. El arquitecto y artista Luis Fernando Peláez fue la persona encargada de armar una propuesta enfocada al reciclaje en los espacios urbanos de la ciudad: “Hay una historia de Medellín que no se conoce. No sólo es la ciudad de los parques, las bibliotecas, los espacios públicos, sino una urbe que mira sus alrededores, sus periferias, sus lugares sin nombrar y que ya piden ser nombrados porque han logrado algo importante”.

En ese proceso en que Luis Fernando miró con lupa la capital antioqueña, se encontró con cuatro proyectos, que para él, resumen el concepto del reciclaje como una manera de resignificar espacios urbanos sin dejar a un lado la historia y las comunidades.

Los proyectos se dividen en: Nodo de Desarrollo Cultural El Morro y Cerramiento en Moravia, una propuesta para extender el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia a través de contenedores y un bus que funcionan como salones de talleres de arte. El Cerramiento es otro proyecto que planteó la necesidad de cerrar El Morro de basura para evitar nuevas invasiones a través de una estructura física que guardara la historia y la memoria del lugar.

El Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM): La reubicación de esta importante institución cultural en un espacio que anteriormente eran los Talleres Robledo y la primera siderúrgica de Medellín. Hoy es el corazón de Ciudad del Río, un importante sector cultural que ha generado una verdadera transformación social. Están también los Talleres del Ferrocarril de Bello, un espacio industrial que se convertirá en una escuela de artes y oficios. El Parque-Biblioteca León de Greiff: fue construida en un predio en el que estaba la antigua cárcel La Ladera.

Para el artista y curador, estos proyectos reflejan el aprovechamiento de unos espacios que estaban perdidos para la ciudad: “No se trata de borrar nuestra historia, sino de construirla allí en esos lugares donde quedan a veces vestigios o nada. La idea es mostrar cómo esos espacios empiezan a formar parte de otras maneras de interacción distintas de la violencia o la industrialización. Reciclaje no es sólo convertir los desechos materiales en otra cosa, sino trasformar las esperanzas de un grupo humano que decide construir una nueva historia”.

Nicolás Hermelín, arquitecto que participó en el proceso de paisajismo del Ferrocarril de Bello, quien entre otras cosas propuso conservar los rieles para que acompañen las zonas de circulación de la futura escuela de artes y oficios, está convencido de la necesidad de recuperar espacios: “El compromiso de un arquitecto es analizar qué puede reutilizar de algo que ya existe. Es importante conservar y mejorar”. Juliana Restrepo, directora del Museo de Arte Moderno de Medellín, lo explica así: “El espacio del museo debería ser un ejemplo para que muchas más cosas se conserven”. Dice que lamentablemente no es suficiente la experiencia del MAMM y aunque en el mundo el resultado del reciclaje de estructuras viejas con otros usos es maravilloso, todavía no alcanza para que sea un acuerdo de todos.

Un compromiso que hace parte de una visión quizás revolucionaria, porque durante mucho tiempo la arquitectura y el diseño se ocuparon más de asuntos estéticos y se recurría con más facilidad a la demolición sin importar la historia. Según Luis Fernando Peláez, estos tiempos necesitan de otra mirada un poco más compasiva y humana: “El reclamo por hacer de su historia un campo de renovación moral, hace que se construya una nueva mirada de la ciudad que emerge. Aquí se llegó a un punto crucial que hacía mucha falta, que es arquitectura y política. Ahora los dirigentes públicos consultan a los arquitectos y se establece una red de pensamiento que anteriormente no estaba unida. Se ponderan unos recursos humanos sobre unos económicos. Algo más ético produce su propia estética”.

Una propuesta que quiere demostrar que al unir economía y ética es posible encontrar nuevas proyecciones e imaginarios de ciudad. Carlos Uribe, director del CDCM (Centro de Desarrollo Cultural de Moravia), dice: “En nuestro caso, teníamos que ser consecuentes con la historia de reciclaje del barrio y apostar por una arquitectura responsable. De reutilización y optimización de materiales industriales. Lo que hicimos fue una especie de Ready made arquitectónico”.

La exposición, llamada ‘Micropolis: Recycling urban space’ (Reciclando el espacio urbano), es una propuesta bidimensional que está formada por material fotográfico y textos que acompañan el proceso. La idea es presentar, a través de imágenes, la trasformación de cada espacio y hacer un contraste que marque el antes y el después de cada lugar intervenido: “Simbólicamente es muy significativo mostrar que una montaña de basura se puede convertir en una nueva historia para la ciudad”. Los textos, según el artista y curador, incluyen una presentación que habla acerca de la construcción de una memoria a partir de capas de una ciudad que, a medida que se disuelve, otras fuerzas a su vez la van construyendo de nuevo.

La invitación, de la que también hace parte el exalcalde de la ciudad Sergio Fajardo, con una presentación que se llama ‘From fear to hope’ (Del miedo a la esperanza), en otra categoría, significa para Luis Fernando una oportunidad para dar a conocer la trasformación urbana de Medellín: “Durante mucho tiempo la ciudad se cerró al mundo y ahora estamos retomando esa apertura”. Según su visión, se está destacando en muchos ámbitos y esta es una puerta abierta para que el mundo ponga los ojos en ella. “En medio de esta delirante corrupción que crea una ceguera política e histórica aparece una contracorriente que es la que la cultura ofrece. Yo creo que ese es el gran logro que hay que mostrar”. Y en una feria por la que pasan más de un millón de personas, sin duda es un desafío. Medellín de cara al mundo.

Por Manuela Lopera/Especial para El Espectador

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