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Cortos para todos

Hoy se proyectan seis cortometrajes de más de veinte jóvenes en la Cinemateca Distrital, a partir de las 5:00 p.m.

Redacción Cultura
10 de abril de 2014 - 03:10 a. m.
‘Ironía’, uno de los cortos que se proyectan esta tarde  / Cortesía Veeduría Distrital
‘Ironía’, uno de los cortos que se proyectan esta tarde / Cortesía Veeduría Distrital

Varios jóvenes de entre 16 y 25 años y de diferentes localidades de la ciudad mostrarán hoy sus creaciones audiovisuales, que reflexionan sobre el control social y la cultura ciudadana.

La iniciativa hace parte de la convocatoria Ser Urbano, realizada por la Veeduría Distrital y el Instituto Distrital de Artes (Idartes), a través de la Cinemateca Distrital, para fomentar la realización de cortometrajes entre jóvenes interesados en contar, a través de imágenes en movimiento, sus visiones y aportes a la construcción de ciudadanía, la defensa de lo público y la condena de la corrupción.

Con los cortos, que duran entre siete y diez minutos, los jóvenes quisieron retratar de manera creativa diferentes situaciones cotidianas. El objetivo es que la sociedad reflexione y disminuyan las justificaciones para violar la ley, los atajos tramposos y la cultura del “todo vale”.

La Veeduría Distrital y la Cinemateca Distrital unieron sus esfuerzos en esta convocatoria para reconocer los procesos autónomos locales de creación audiovisual y los que se han venido fomentando a partir del programa Cinemateca Rodante y para involucrar a los jóvenes en temáticas relacionadas con cultura ciudadana y control social.

Los trabajos seleccionados fueron filmados a finales del año pasado y contaron con el acompañamiento de profesionales en el área de fotografía, cámara, dirección, sonido y montaje. También recibieron asesoría en cultura ciudadana y control social durante la preproducción.

El primer corto es El parqueadero, en el que Violeta, una profesora de primaria, logra que sus alumnos vean su ciudad de otra manera, a través del ejercicio de mirar atentamente las dinámicas y los problemas de su propio su barrio.

En Ríos de San Cristóbal, una constructora que está comprando predios en una localidad incumple sus compromisos. Óscar recibe una oferta por su casa y aunque Catalina, su hija, le hace prometer que no va a venderla, se ve ante un dilema ético: necesita dinero para cubrir sus deudas, pero el trabajo que hace su hija al cuidar el río del barrio es beneficioso para toda la comunidad.

Valoración y cuidado de lo público es acerca de un niño de diez años que, a través de un video juego y su personaje, Destroyer, bota basura en un parque, se orina en una pared y pinta una estatua, acciones con las que acumula mil puntos y el bono de la pintura en spray. Pero una reacción inesperada lo hace reflexionar sobre lo que significa destruir lo público.

En Ironía, José, un empleado de una empresa contratista del Estado, se deja convencer por su jefe directo para que lo ayude a desviar los dineros del arreglo de una vía y maquillar los informes de contabilidad. Una vez tienen el dinero en sus manos, sufren las consecuencias de su robo al meterse por una vía llena de huecos.

Construcción colectiva del bien común presenta a Ulises, un artista; Raquel, un ama de casa; Antonio, un empresario de espectáculos; Ana, una profesora de coreografía; Jacinto, un escenógrafo, y Patricia, una funcionaria pública. Todos ellos, con sus acciones cotidianas, ayudan a que se pueda llevar a cabo un evento para la comunidad, sin estar vinculados directamente con el acto: Ulises paga sus impuestos a tiempo y hace un aporte voluntario a un programa de uso artístico de los espacios públicos, Raquel autoriza la tarima y va a asistir con sus hijos al evento, la coreógrafa prefiere pagar una deuda que beneficia a la comunidad a pagar una deuda personal y el escenógrafo arma la tarima. De esa manera, todos aportan.

Por último, Aceptación y valoración de la diversidad habla del día en que Santiago, un profesional recién egresado de la universidad, graduado con honores, asiste a su primera entrevista de trabajo y se encuentra con una realidad que no esperaba: es visto con recelo por el estilo de su pelo rastafari. Santiago no cree que la apariencia sea un factor determinante para ingresar a un nuevo trabajo, mientras que el aporte a la empresa a la que quiere ingresar es importante. ¿Pensarán igual los dueños de la empresa?

Por Redacción Cultura

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