El Magazín Cultural

Detective literario

Una novela sobre el asesino de León Trotski, ‘El hombre que amaba a los perros’ (2009), lo dio a conocer fuera de Cuba.

John Harold Giraldo
23 de enero de 2013 - 10:00 p. m.
La más reciente obra de Leonardo Padura ha sido traducida a 10 idiomas.  / EFE
La más reciente obra de Leonardo Padura ha sido traducida a 10 idiomas. / EFE

Leonardo Padura conversará con Rodrigo Pardo mañana, en el Centro de Cooperación Española. Padura fue honrado el año pasado con el Premio Nacional de Literatura en Cuba. Su sentido es el de un creador, habla y dice lo que ve y vive. Lo visité en su casa en el barrio Mantilla, un barrio humilde. La gente lo quiere por su carisma y sencillez. Su obra viaja por el mundo y se traduce a más de 10 idiomas.

¿Por qué hacer literatura de carácter policial?

Mira, hay que contextualizar siempre las cosas: hacer literatura en mi caso significa hacer literatura en Cuba y sobre Cuba, y allá la literatura tiene una función que en muchos otros lugares ha ido desapareciendo. A partir de los años 90, la literatura narrativa, fundamentalmente, comienza a suplir una función de información, de análisis, de toda una serie de factores de la realidad que no aparecían en la prensa. Yo como escritor nunca dejo de hacerme una pregunta: ¿para qué sirve lo que estoy escribiendo? Y no hago una pregunta de carácter estético, me hago una pregunta más bien de carácter social. Para mí, la literatura es una manera de reflexionar sobre una realidad.

Dentro de esa narrativa está la novela negra. Cuando yo decidí escribir una novela policíaca, quería que fuera muy cubana, pero que no se pareciera a las novelas policíacas cubanas. Yo tenía ese propósito en aquel momento, porque la novela policíaca que se había escrito en Cuba —hasta ese momento—, e incluso en los casos de mayor calidad, tenía una visión muy sesgada de la realidad.

Usted se desenvuelve en el mundo cultural, escribe guiones, ensayos...

Yo fundamentalmente he sido dos cosas todo estos años: he sido un periodista cultural y un escritor. Desde mi actividad como escritor he sido guionista o ensayista y narrador, y desde mi actividad como periodista me he acercado a diversas facetas. Primero trabajé tres años en una revista que se llama El Caimán Barbudo. Después estuve en un periódico vespertino, durante seis, siete años, hasta el 89-90, Juventud Rebelde. Luego pasé a La Gaceta de Cuba como jefe de redacción y estuve cinco años. Hasta que en el 95 me dediqué profesionalmente a la literatura.

¿Cuáles son sus influencias?

Hubo una época en la que estuve muy relacionado con el mundo de los músicos populares. De ahí salió un libro de entrevistas que se llama Los rostros de la salsa. Con los escritores siempre hemos mantenido una relación con la realidad, muy dinámica. En una época escribí de asuntos de historia de Cuba, de la historia no oficial, de la historia perdida de Cuba. Y todo eso va creando unos sedimentos, como una configuración... la literatura, la música, la historia, la sociedad cubana.
En estos últimos cinco años, esa vocación profesional, esa necesidad profesional, ha sido mucho más fuerte porque había trabajado en una novela de carácter histórico que salió en septiembre de 2009. Me obligó a leer toda una literatura ensayística y narrativa, histórica y filosófica que no tiene que ver con la vida cotidiana cubana. Es una novela que tiene como personajes centrales a León Trotski y a su asesino, Ramón Mercader, y, por lo tanto, tiene que ver con todos esos órganos del estalinismo, de la utopía comunista que trato de ver a través de la historia del exilio, del asesinato de Trotski, y a través de la preparación de Mercader como su posible asesino. Todo esto está vinculado a una historia cubana que es la que la trae al presente, a la mirada cubana, pues para mí no es posible ver a los personajes desde otra mirada que la cubana.

Por John Harold Giraldo

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