Hacen parte de nuestra delegación David Gallego (fotógrafo), Angélica Perea (diseñadora de producción), Ana María Jáuregui (maquillaje, peinados y efectos especiales), Ramses Benjumea (director de arte), Jacques Toulemonde (guionista) y Carlos García (diseño sonoro). Además de los actores Antonio Bolívar (Karamakate), Brionne Davis (Evans) y Jan Bijvoet (Theo), así como Andrés Barrientos (preparador de actores), David Corredor (coordinador de producción), César Rodríguez (jefe de producción), Raúl Bravo (coproductor venezolano), Horacio Mentasti (coproductor argentino) y Gonzalo Córdoba (productor asociado, Caracol Televisión). A ellos se suman los amigos, colegas y familia.
Los eventos oficiales con la Academia empezaron ayer. Sin embargo, el 25 teníamos eventos colaterales. Una legendaria cadena de cines, amantes del cine extranjero, los Leammle, reinauguran uno de sus multiplex en Santa Mónica y el evento, aparte de dar a conocer el cine, reúne a los realizadores de las películas nominadas en la categoría de película extranjera.
Han reservado en el teatro para cada película una fila de sillas. El abrazo tiene dos. Durante esta carrera por el Óscar, hemos tenido la oportunidad de conocer, de compartir en diferentes espacios, con los equipos de realización de las otras películas, así que era nuestro último encuentro antes de la ceremonia.
El productor danés de A War me pregunta “¿Con quién viniste?”. Yo le señalo la mitad de la sala y él se ríe.
Al final del día hay una hermosa fiesta organizada por el dueño de la agencia de talentos, en honor a El abrazo de la serpiente. Son ellos quienes nos han guiado y ayudado a desembarcar en estas aguas desconocidas pero deseosas de escuchar nuestra visión de las cosas. Es cierto que esta película tiene en Estados Unidos una resonancia especial, la crítica especializada es inmejorable y ha impactado los resultados del lanzamiento comercial. Hemos tenido la oportunidad de conocer y reunirnos con personas importantes de la industria, no para movernos a Hollywood. Por suerte el sueño americano no es nuestro y somos muy felices en Colombia, pero sí creemos que podemos tender puentes de comunicación entre las cinematografías y entre los países. Hay mucho por aprender para nosotros y por descubrir para ellos. Por suerte, los que hacemos cine en Colombia somos amigos, colegas, hemos crecido juntos, y esto que pasa no será la excepción.