El Magazín Cultural

Draco Rosa, un vagabundo de culto

Por tercera vez, el músico de origen puertorriqueño escribe su nombre en el cartel de Rock al Parque, para rendirle tributo a “Vagabundo”, su segundo registro de estudio, publicado hace 21 años.

Mónica Rivera Rueda / Juan Carlos Piedrahíta B.
02 de julio de 2017 - 02:00 a. m.
Draco Rosa asegura que su álbum “Vagabundo” fue considerado por su disquera como fracaso. / Cortesía
Draco Rosa asegura que su álbum “Vagabundo” fue considerado por su disquera como fracaso. / Cortesía

El peor enemigo de Draco Rosa siempre ha sido él mismo. Durante su adolescencia esquivó la figura del ídolo y mientras más fastidio le tomó al éxito, su reconocimiento con Menudo, el grupo juvenil, se multiplicó. La operación matemática entre el incremento de la popularidad y la eficiencia con la que podía convertir párrafos en canciones siempre fue directamente proporcional.

Su adversario íntimo volvió a aparecer después, cuando Draco Rosa intentó evadir la producción de material relacionado con las propuestas de música anglo por estar metido de cabeza en el material de la Fania All Stars. En ese entonces recibía a manos llenas opciones cercanas para transformar a su lenguaje el pop y el rock.

Hace años, sin duda, hubiera dejado pasar por el frente la oportunidad de hacer discos de duetos sin contemplar la opción, pero su visión tanto de la vida como de la música es distinta en la actualidad. Hoy, más que nunca, su propósito con la música es sintonizarse con la inmensa facilidad que tiene de provocar alegrías en quienes lo escuchan.

Luego de tomar la vía de la complicidad, obligado por un cáncer agresivo de abdomen que le diagnosticaron en 2011, llegó la idea de cerrar un capítulo en su vida y la mejor forma de hacerlo era mostrar que la música, además de ser el lenguaje primario, de tener el poder sanador y de convocar a las multitudes, podía transformarse en sinónimo de solidaridad y amistad.

A partir de esas dos palabras, que se establecieron en la mente desde que empezó a hacer las paces con su enemigo más complejo, el artista comprometió su reconocimiento como productor, instrumentista, compositor y cantante, en la realización del trabajo discográfico Vida, en el que interpreta algunas de sus creaciones más famosas al lado de personalidades como Juan Luis Guerra, José Feliciano, Shakira, Alejandro Sanz, Rubén Blades, Tego Calderón, Marc Anthony y Juanes.

“El disco nace después de una crisis de salud y a Ángelo Medina, un amigo de viajes, se le ocurrió esa idea para apoyarme en mis tratamientos, que en ese entonces no estaban funcionando del todo bien. Vida surgió del amor, por eso tiene cierta pureza. No fue el afán de ‘oye, tenemos unas ventas bajas, juntémonos para hacer algo’ y se da como un montaje de la industria. Aquí no. Es una movida de amor, de cariño. Si yo no me enfermo jamás hubiera hecho un disco de duetos”, asegura Draco Rosa, cuyo verdadero nombre es Robert Edward Rosa Suárez.

Para el artista de origen puertorriqueño nacido en Nueva York, el disco más espontáneo de toda su carrera ha sido Vida. Dejó que cada uno de sus 16 invitados de lujo asimilara su canción de la manera en la que mejor la sentía. Les permitió proponer el ritmo, sugerir el estilo y determinar la intencionalidad. Ya con la voz en su estudio, Draco Rosa se encargó de los detalles y de la vestimenta. Antes, durante y después de la gestación del álbum, realizó varios desarrollos musicales en los que incluyó elementos electrónicos bajo el seudónimo de Ian Blake, que en el último tiempo ha modificado hasta convertirlo en Mr. Blake.

Otro de los registros emblemáticos de Draco Rosa es Vagabundo, que será el centro de su presentación en el Festival Rock al Parque. Desde el comienzo, éste, su segunda producción de estudio, fue considerada un desastre. Había logrado dejar a un lado su historia como integrante de Menudo con su primer disco Frío, pero el que lo siguió, que produjo junto a Phil Manzanera, no causó el mismo agrado que su ópera prima dentro de la casa disquera con la que trabajaba. Un amigo lo llamó para decirle que nadie en la compañía había quedado contento con el trabajo. Sin embargo, dentro del misticismo que de ahí en adelante marcó este registro, alguien en una de las reuniones sobre el tema dijo algo que determinó el rumbo de su publicación: “Esto es como Ziggy Stardust (de Bowie)”.

Como era de esperarse, así como no causó impacto dentro de la disquera, tampoco lo inspiró entre el público. Vagabundo es un disco oscuro que viaja en medio de los valles de la vida y la muerte, un paseo por el amor fugaz, el duradero, los sueños de un delirio y la poesía que perfectamente pudieron enmarcar a Draco Rosa como un poeta maldito. Pudo haberse entendido como un sinónimo de un fracaso rotundo, pero más temprano que tarde fue considerado por la revista Spin como uno de los mejores diez álbumes del rock en español de todos los tiempos.

Es un disco de culto. Allí no sólo se define un concepto sonoro que lo consolidó como artista, sino que además es una producción de la que salen varias de sus canciones clásicas: Vagabundo, Penélope, Madre tierra y Blanca mujer. Esta última se ha hecho significativa para Draco Rosa porque representa la soledad, aunque entre sus fanáticos ha tenido cabida para varias interpretaciones.

Por tercera vez, el músico escribe su nombre en el cartel de Rock al Parque, esta vez para rendirle tributo a Vagabundo, que cumple 21 años y que sigue siendo un referente en el rock latinoamericano. A diferencia de lo que fue su gira promocional, en esta promete ser mucho más fiel al disco, sonar tal y como se escuchan las 14 canciones en su formato original.

“Superar mi enfermedad ha sido un proceso diario. Significa para mí mantener el norte, estar positivo y conservar el nivel más alto de alegría, tratar de disfrutar cada momento. Y ahora tengo un propósito en la vida que va más allá de la música como propuesta artística”, cuenta Draco Rosa, quien mañana se encontrará con el público colombiano para mostrarse lo más genuino que pueda y para corroborar que ya no tiene una pelea sin cuartel contra sí mismo.

Por Mónica Rivera Rueda / Juan Carlos Piedrahíta B.

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