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Ecos de Camilo Torres

Walter Joe Broderick lanza la octava edición de ‘Camilo, el cura guerrillero’, un hombre que marcó la historia de Colombia.

Alfredo Molano Jimeno
21 de abril de 2013 - 09:00 p. m.
Walter Joe Broderick obtuvo la nacionalización colombiana luego de haber vivido 44 años en el país.   / Luis Ángel
Walter Joe Broderick obtuvo la nacionalización colombiana luego de haber vivido 44 años en el país. / Luis Ángel

Walter Joe Broderick, un australiano nacido en 1935, llegó a América Latina como misionero a comienzos de los años sesenta y desde entonces ha escrito sobre el conflicto armado, sobre teatro y literatura. Sus raíces están relacionadas con Irlanda; su niñez, con Australia; pero su vida ha transcurrido en Colombia. En la Feria Internacional del Libro lanza la octava edición de Camilo, el cura guerrillero, una biografía de Camilo Torres, quien se alzó en armas contra la inequidad por las banderas del Eln y murió tempranamente, entre las balas de una guerra que apenas empezaba.

¿Cómo fue su llegada a Colombia?

Llegué a Colombia en el 67 por amistad con un cura que había conocido en Europa, Gabriel Díaz, un sacerdote paisa que me invitó a visitarlo. A través de él conocí a los curas de izquierda de los años 60, los curas de Golconda. Era un tiempo en que había un movimiento de cristianos luchando por el socialismo. La muerte de Camilo Torres acababa de ocurrir y había despertado mucha efervescencia revolucionaria entre jóvenes cristianos de izquierda, entre esos yo.

¿Pero ya era cura?

La primera vez que pasé por Colombia iba a una misión en Cajamarca, norte del Perú, donde tenía un compromiso con un obispo peruano. Antes había vivido en Santo Domingo y un par de años en el Lima. Yo llevo desde el 61 en América Latina. Entonces, cuando llegué a Colombia ya hablaba castellano y conocía algo de América Latina, no tanto de Colombia. Y me metí aquí con el movimiento Golconda a través de un amigo, Iván Ilich. Él me presentó a un editor norteamericano que buscaba a alguien que le hiciera la biografía de Camilo Torres. Me recomendó y yo empecé a trabajar el libro, mientras trabajaba en Golconda, donde era una especie de estafeta de ellos. Yo iba por todo el país manteniendo la cohesión de ese movimiento que estaba disperso. Así recorrí Colombia, iba de Norte de Santander hasta Buenaventura con el obispo Gerardo Valencia Cano, que era la figura del movimiento. El obispo rojo de la época. Trabajábamos en educación de base, politización de la gente. Era la línea de Camilo.

¿Y cuándo decidió quedarse en Colombia?

En el 67 conocí algo de lo que estaba pasando y luego volví en el 69 para quedarme.

Pasemos al libro ‘Camilo Torres, el cura guerrillero’, ¿cuál fue su relación con él?

Camilo fue el primer colombiano del siglo XX que se dio a conocer a nivel internacional. Se hizo conocer en el momento de su muerte. Camilo en Colombia era una figura de mucha importancia, tuvo una actividad fugaz pero brillante, después decidió unirse a la guerrilla; que posiblemente fue un error, pero fue su decisión. Y su temprana muerte en combate lo elevó al estatus de héroe, de mártir, de un hombre que dio la vida por sus causas, por una sociedad igualitaria, y eso lo dio a conocer en todo el mundo. Yo estaba en Australia cuando supe de su muerte. No conocía aún Colombia y recuerdo que me impactó tanto la noticia que me interesé por saber quién era.

Nunca conocí a Camilo, aunque nadie me cree porque el libro está escrito como si siempre hubiera estado presente. Pero eso fue el resultado de empezar a conocer a la gente que había estado con él cuando estaba escribiendo el libro. Conocí a Isabel, su madre, con quien tuve una extraordinaria amistad. Ella me adoptó prácticamente y a través de gente como ella pude acceder a documentos y recuerdos muy inmediatos de Camilo. Y así pude reconstruir su vida como si hubiera estado ahí. Hablé con sus amigos del colegio, del seminario, de la universidad, sus estudiantes, hasta la gente que luchó con él en el monte, y eso me permitió tener testigos de la vida de Camilo.

¿Cómo fue reconstruir su vida?

 

Fue un proceso gradual. Fui formando una imagen de él a través de la gente más cercana. Me ayudaron mucho Orlando Fals Borda y su esposa María Cristina Salazar. Recuerdo una carta cuando leyó la primera edición, que fue escrita en inglés. María Cristina decía que ese era el Camilo que conoció. Pero también fue producto de mi experiencia como sacerdote. El hecho de haber vivido en un seminario ocho años, como lo hizo Camilo, me permitió identificarme con él. Incluso, cuando conocí a Isabel fue como si ella fuera mi propia madre, tenía características muy parecidas a mi mamá. Y yo sentí que de alguna manera yo era Camilo y Camilo era yo. Un amigo me dio un consejo que tomé al pie de la letra. Me dijo: “Broderick, lo que tienes que hacer es recoger muchos datos sobre Camilo y cuando los tengas escribe tu propia vida”. Había mucha sintonía entre mis inquietudes ý actitudes y las de Camilo.

¿Cuál fue el primer dato que tuvo de Camilo?

Cuando estaba en una parroquia en Melbourne (Australia) oí la noticia de que murió Camilo Torres. Un sacerdote, un catedrático. Se veía que era un hombre importante y no un chiflado. Y algo en la noticia me hizo sentir que Camilo era una persona que había dado la vida por su causa y eso me interesó. Yo vine a trabajar por la revolución, pero como no hicimos la revolución, por lo menos hice el libro.

¿Cuál cree que es el legado de Camilo Torres?

Eso es muy difícil de evaluar. Para mí es un mensaje profético, un poco mesiánico, un llamado ético, una prédica en favor de la justicia. Una cosa que difícilmente se ha aplicado. Ha tenido muchos seguidores en distintos momentos, hasta se han llamado camilistas. Pero si me preguntan cuál es el movimiento que representa la obra de Camilo, es muy difícil decirlo, él hubiera querido que fuera el Eln, pero creo que no lo es. Ellos viven de la aureola que les dejó Camilo, les dio una especie de bendición, pero que representen el pensamiento y los ideales de Camilo, es difícil decirlo.

¿Por qué piensa que Camilo fracasó?

Camilo, como muchos de la época, sentíamos que el mundo estaba cambiando y que íbamos a ver al pueblo en el poder. Éramos idealistas. Teníamos la utopía de que la clase dirigente iba a ser derrocada y se iba a fundar una sociedad justa. Obviamente Camilo se frustró en su sueño. Y se frustró en el movimiento que se llamó el Frente Unido, él quiso movilizarlos contra el establecimiento y no lo logró. En parte por su impaciencia e impetuosidad, porque Camilo abandonó su movimiento cuando se estaba empezando a formar. Ese movimiento duró tres meses, porque Camilo desapareció. Se fue al monte y no dijo nada. Entonces todos sospechaban que se había ido a la guerrilla y todos se asustaron y se acabó el movimiento. Esa fue una frustración, debida a su buena fe y un poco a su ingenuidad, porque creía que todo se iba a arreglar muy pronto. En el monte se dio cuenta de que la cosa no era tan fácil y que no prometía ningún éxito inmediato.

¿Qué significa reeditar el libro de Camilo?

Es un libro que ha tenido la suerte de tener ocho ediciones en cuarenta años. Cada cinco años hay una nueva edición. Esta fue la primera vez que duró fuera de las librerías como dos años y por eso la editorial Icono decidió que era hora de ponerlo otra vez en las librerías. Camilo es una figura muy atractiva en la historia reciente de Colombia. Es una figura heroica, que atrae mucho a la juventud. Justamente porque fue un hombre idealista que no piensa en las consecuencias personales sino que se lanza a hacer lo que él cree que hay que hacer. Creo que este libro va para la tercera generación de lectores. Siempre ha habido gente que quiere saber qué pasó en los años 60. La época de Bob Dylan, que decía “los tiempos están cambiando”. Y así fue, incluso en la iglesia. El libro también tiene el contexto histórico de Camilo desde los años 20 hasta los 60, donde se encuentran las causas de la violencia y del nacimiento de las Farc y el Eln y para entender eso tuve que explicar la vida de Camilo.

amolano@elespectador.com

 

Por Alfredo Molano Jimeno

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