Nunca había visto a nadie tocar un acordeón. Ese instrumento que es un ritual y enmarca las canciones que mi papá cantaba cuando estaba triste. El acordeón ha sido para mí la representación del dolor. Hoy Alfredo Gutiérrez tocó cerca de mí Anhelos. Quedé prendida a la sinceridad del sonido y entendí lo que mi papá cantaba: un dolor, los sentimientos.
Gutiérrez es, sin ninguna duda, uno de los reyes del vallenato en Colombia. Estamos acostumbrados a verlo tocar con los pies, encima de un señor obeso con cara de disparo y haciendo el rutinario sonido con la boca que parece un zumbido. En la entrevista, sin embargo, estuvo tranquilo y sopesado. Habló de los guerrilleros, de sus conciertos en el monte, de lo que piensa del nuevo vallenato: “Eso no es vallenato, es un tipo de música que usa un acordeón. Nada de sentimiento, de originalidad, de amor”. Cantó solo cuando se dio la oportunidad, sin alardes. Y supe, entonces, que hay algo más que el talento: el espíritu.