El Magazín Cultural
Publicidad

El declive de un guerrero

Las transmisiones de la Ópera Metropolitana de Nueva York continúan con el “Otelo” de Verdi. Apartes del programa de mano que se entrega en las salas de Cine Colombia.

Luis Carlos Aljure
17 de octubre de 2015 - 03:29 a. m.

“Los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la cual más cosas sirven de alimento y ninguna de remedio”, diagnosticaba con ojo clínico Michel de Montaigne, en un aforismo que le calza muy bien al personaje de Otelo, el guerrero victorioso que se enfrenta al acero y a la pólvora, pero que es derrotado por un arma más sutil: la sospecha, una sospecha infundada de infidelidad contra su esposa Desdémona. La tragedia de William Shakespeare fue la causante de que Giuseppe Verdi regresara al mundo de la ópera después de haber anunciado su retiro tras el triunfal estreno de Aída en 1871. Era su escritor predilecto, su dios teatral que le había inspirado en el pasado la ópera Macbeth —obra muy querida por Verdi, que el público no acogió como a él le hubiera gustado— y que lo tentó a componer un Rey Lear que jamás realizó. Así que Verdi seguramente sintió que debía saldar una vieja deuda con el dramaturgo inglés y en sus últimos años no solamente compuso una gran obra maestra: Otelo, sino que agregó una más en tono de comedia: Falstaff.

Los dos libretos shakesperianos los escribió el poeta y compositor Arrigo Boito, y el de Otelo lo empezó a esbozar en 1879, cuando Verdi se encargaba con todas sus energías, como campesino devoto y compositor jubilado, de atender los cultivos, el ganado, los jardines y los proyectos benéficos de su próspera hacienda de Sant’Agata. Para hacerlo volver a la senda creativa fue necesaria la intervención de Boito, el editor Giulio Ricordi y otros personajes, que sutilmente lo indujeron a interesarse en el libreto de Otelo.

Boito eliminó el primer acto del drama original, que sucede en Venecia, y concentró toda la acción en Chipre, la isla gobernada por el moro Otelo. De ese modo, como afirma el biógrafo de Verdi, George Martin, “la ópera presenta una curva emotiva constante de la primera escena a la última. Se desarrolla implacablemente el proceso de la desintegración de Otelo”. Un Otelo que nos es mostrado al comienzo en la cima de su gloria, al triunfar contra la flota naval turca e incluso contra la tempestad, y cuyo declive inexorable lo conducirá a asesinar a su esposa y a quitarse la vida. El personaje desencadenante de todas sus desgracias es el engañoso y temible Yago, que con apariencias amistosas inocula el veneno de los celos en la sangre de Otelo.

El estreno se realizó en 1887 en La Scala de Milán, y el público y la crítica aclamaron la obra del compositor de 73 años. Fue necesario repetir el Coro del fuego en el acto primero, el Ave Maria que canta Desdémona en el cuarto acto, y el posterior y muy singular pasaje confiado a los contrabajos que acompaña la entrada de Otelo a la escena. Otelo presenta varias de las características que se apreciaban en la corriente operática de finales del siglo XIX. No tiene una obertura, sino que el drama comienza directamente en la escena de la tempestad. Además, el protagonismo de la orquesta, que en la obra de Verdi había ganado terreno paso a paso, en Otelo llega a niveles muy elevados. Es igualmente característico de su tiempo el uso del leitmotiv, y Otelo tiene uno muy bello que se vincula con el amor, que suena por primera vez en el dúo de Otelo y Desdémona del primer acto y que regresa en la trágica escena final. Otro elemento destacado de la ópera es la búsqueda de un drama que fluya en el escenario sin interrupciones, una pieza unitaria, a diferencia de la típica ópera de números a la italiana, dividida en arias, recitativos, dúos, etc., que producen cesuras en la acción.

Verdi quedó muy satisfecho de su regreso. “Si tuviese treinta años menos, mañana comenzaría una nueva ópera, siempre que Boito suministrase el libreto”. Pero no necesitó quitarse años, sino sumar algunos más, porque en 1892, cinco años después del estreno de Otelo, terminó la partitura de Falstaff, su ópera de despedida.

Por Luis Carlos Aljure

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar