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El destape de 'La oculta'

El escritor Héctor Abad publica esta novela con el sello Alfaguara. Fragmento.

Redacción Cultura
16 de noviembre de 2014 - 02:00 a. m.

Una mañana, mientras nadaba en La Oculta, una de las ahogadas del lago me contó esta historia. Tenía una voz oscura, profunda, pero clara y nítida, como si hablara a un jeme de mi oreja:

En Jericó las casas de la gente estaban siempre abiertas, como si alguien acabara de resucitar y hubiera vuelto al mundo, o como si un huésped venido de muy lejos pudiera entrar sin tocar y sin que nadie oyera sus pasos, exactamente a la hora del almuerzo. En la mesa ponían siempre un plato más, un puesto vacío con sus cubiertos limpios y con la servilleta, con el vaso sediento de que lo llenaran, por si de pronto llegaba el hijo pródigo, porque en todas las familias de Jericó había un hijo pródigo del que no se había vuelto a tener noticias desde la última guerra, o desde una absurda discusión con el padre, o con el abuelo, que había terminado en palabras no pensadas, maldiciones que ya nadie podía recoger, y las mujeres, sobre todo las mujeres, conservaban la secreta esperanza de verlo aparecer algún día, grande y fornido como un domador de potros, con su sonrisa intacta y su vozarrón de cantante, con su carcajada atronadora y la confianza sencilla de que nunca nada malo les podría pasar.

Si por error alguien llegaba a mencionar el nombre del ausente mientras se tomaban la sopa, nadie levantaba la vista de la escudilla, por no mirar a los ojos del hombre en la cabecera, porque no querían hacerle sentir vergüenza por su nariz dilatada, por el temblor en los labios y los ojos encharcados. Con disimulo, al fin, el hombre se pasaba la servilleta, no por los labios sino por los párpados, y en ese momento una de las mujeres se levantaba, recogía los platos de la sopa, e iba a la cocina por las primeras bandejas del seco. A veces, por error, servían un poco de jugo de guanábana en el vaso vacío del ausente, y al final del almuerzo nadie se lo tomaba.

Esto había ocurrido tantas veces, con los hijos de los Ángel, de los Londoño, de los Santamaría, de los Abad. Era una constante del pueblo que algún hijo se hubiera ido ofendido, o su rastro se hubiera perdido después de una batalla, o hubiera emigrado al norte, o al oriente, en busca de fortuna, para no volver nunca y para convertir la vida de sus padres en una espera perpetua, y en esa sensación extraña de que nunca estaban completos en la mesa. 

Penguin Random House Grupo Editorial invita a la presentación de ‘La oculta’ el próximo miércoles 19 de noviembre a las 7 p.m. en el auditorio del Museo Nacional Cra. 7 # 28 -66. El autor charlará con Ángela Pérez, subgerente cultural del Banco de la República. Entrada libre.

Por Redacción Cultura

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