Gaetano Donizetti compuso Roberto Devereux en 1837, una fecha en que Italia ya lo reconocía como su principal compositor de óperas en actividad. Ceñía solitario esa corona porque los dos músicos que habrían podido rivalizar con él terminaron sus carreras de manera prematura. Bellini, tristemente, porque murió de forma inesperada en 1835, con apenas 34 años. Y Rossini, para pesar de sus multitudinarios admiradores, porque después de estrenar Guillermo Tell, en 1829, anunció que no compondría más óperas y cumplió su promesa durante un dorado retiro de cuarenta años.
Los tres compositores protagonizaron el apogeo del bel canto del Romanticismo italiano en la primera mitad del siglo XIX. El bel canto, término muy divulgado y discutido, se asocia tradicionalmente con los nombres de Rossini, Bellini y Donizetti, pero sus características principales ya se habían establecido en el siglo XVIII, durante la era de esplendor de los castrati. Elementos significativos de ese estilo vocal son, entre otros, la perfección técnica, la versatilidad de los matices expresivos, la coloratura (canto de ornamentos y sucesiones rápidas de notas) y el legato —ligado, en italiano—, que alude a una línea de canto homogénea y uniforme en la que cada nota emitida por la voz se funde en la siguiente sin que se aprecien fisuras ni irregularidades.
Donizetti compuso cerca de setenta óperas en su prolífica vida creativa, y varias de las más destacadas fueron escritas entre 1830 y 1840: El elíxir de amor, Lucrecia Borgia, Lucía de Lammemoor, La hija del regimiento, y las tres óperas que conforman la denominada Trilogía Tudor: Ana Bolena, María Estuardo y Roberto Devereux. Sin embargo, las circunstancias de vida que acompañaron la composición de Roberto Devereux fueron sombrías y luctuosas. En un breve período, Donizetti asistió impotente a la muerte de sus papás, de dos hijos recién nacidos y, finalmente, de su esposa contagiada por una epidemia de cólera que azotaba a Nápoles. Cuando decidió convertir las energías funestas de esa temporada en el insumo de su música, escribió que Roberto Devereux sería “la ópera de mis emociones”.
El exitoso estreno de la obra, aplazado tanto por el cólera como por la quisquillosa censura de los Borbones de Nápoles, que espulgó el libreto y exigió algunos cambios, se pudo realizar finalmente el 29 de octubre de 1837. La acción de la ópera sucede en Londres, en la transición del siglo XVI al XVII, y trata, sin pretensiones de fidelidad histórica, sobre la relación de Isabel I con su joven favorito: Roberto Devereux, conde de Essex, que al ser acusado de traición pone a la soberana enamorada ante el dilema de firmar su condena de muerte o concederle el perdón. Donizetti, de la mano del atinado libreto que le escribió Salvatore Cammarano, logra concentrarse en las motivaciones y las características dramáticas de los cuatro personajes principales: Isabel I, Roberto, Sara, y el duque de Nottingham, que sostienen el ritmo de la acción.
La versión original de la ópera sólo tenía unos breves compases de introducción a cargo de la orquesta, pero Donizetti le agregó en 1838, con miras a presentarla en París, una obertura rica y contrastada. En ella cita el famoso Dios salve a la reina, el himno nacional inglés, aunque es un canto posterior a la era isabelina. Hay varios momentos culminantes en esta partitura inspirada de Donizetti: el dúo de Roberto y Sara (acto I), El trío de Isabel, Roberto y Nottingham (acto II), la escena de Roberto en prisión (acto III), y el final de la ópera, con el protagonismo de una reina alterada y fuera de control por la muerte de su enamorado, que es uno de los desafíos más grandes del bel canto.
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