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El dolor después del dolor

Altares por toda la ciudad, flores, cantos y velas frente a la Legislatura porteña, un cartel de “gracias totales” en todas las entradas del subte y el cielo de Buenos Aires llorando: así se despidió Argentina de uno de los ídolos más importantes de la historia del rock en español.

Alejandra Vanegas Cabrera / Buenos Aires, Argentina
06 de septiembre de 2014 - 03:09 a. m.
Fanáticos rodean el vehículo que llevaba los restos de Gustavo Cerati. / Reuters
Fanáticos rodean el vehículo que llevaba los restos de Gustavo Cerati. / Reuters
Foto: REUTERS - © Marcos Brindicci / Reuters

Como si hubiera sido un presagio, al mediodía del jueves el cielo de Buenos Aires cambió su alegre azul por un lúgubre gris. De un momento a otro todo se opacó, se puso nublado, húmedo, frío. Cuando salí de casa, pasada la 1:20, se me ocurrió mirar al cielo. “Tiene ganas de llorar”, pensé. Minutos más tarde, alguien dijo en el colectivo: “Murió Cerati”.

La reacción fue inmediata, las imágenes de quien fue el vocalista e imagen de la banda argentina más conocida en el mundo se tomaron las pantallas de los televisores, las portadas de los diarios online; en la radio no dejaban de repetirse sus canciones, historias sobre su vida, sobre cómo se formó Soda Stereo, sobre cómo se convirtió él en un ícono del rock latino.

Durante la tarde comenzaron a aparecer pancartas con su rostro por toda la ciudad y cada una de ellas se convirtió en una espacie de altar en el que fanáticos y amantes de la música dejaban flores, velas, plegarias y agradecimientos. Sus fans permanecían en pie frente a ellas como fieles devotos con lágrimas en los ojos.

El homenaje se llevó a cabo en la Legislatura porteña, lugar en el que fue velado el músico. Apenas se conoció la noticia sus seguidores comenzaron un éxodo desde distintos puntos de la ciudad hasta el edificio legislativo de la capital argentina, donde usualmente se realizan los funerales de los ciudadanos ilustres.

A las 4 de la tarde se abrieron las puertas y la fila de fans alcanzaba las 15 cuadras. Los primeros en visitarlo en el Salón de Honor del Palacio Legislativo fueron sus familiares, quienes después se dirigieron a uno de los balcones del edificio para saludar a sus seguidores.

Su hija Lisa y su madre, Lilian Clark, no pudieron contener las lágrimas al ver tanta gente reunida para dar tan cariñoso adiós al rockero. En medio del frenesí su madre dio algunas declaraciones al diario Clarín: “Siento que está aliviado. Nosotros estamos recién procesando la noticia, pero creemos que él ya está en paz”.

En la noche el cielo no aguantó más y rompió en llanto, sin embargo, la lluvia no amedrentó a la multitud; de hecho, le dio un tinte más melancólico al ambiente. La ceremonia colectiva se extendió hasta la madrugada. Canciones, aplausos y llanto hicieron parte de la emocionante velada.

Según Clarín, alrededor del féretro se podían ver las coronas florales que le habían enviado Fito Páez, Cristian Castro y Alejandro Sanz. Por el velorio también pasaron figuras del rock argentino como Zeta Bosio, Pedro Aznar, Fena Della Maggiora, Charly García, Emmanuel Horvilleur y Dante Spinetta, quien recordó: “La primera vez que vi a Soda Stereo fue en un festival en los 80, donde también tocaba mi viejo (Luis Alberto Spinetta). Cruzármelos fue como ver a unos superhéroes”.

Los homenajes continuaron hasta el viernes. Uno de los más curiosos fue el que hizo la red de Subterráneos de la ciudad, que en los tableros electrónicos de las entradas de las estaciones desplegó: “Gracias totales”. Según informó la entidad, la iniciativa se extenderá durante todo el día en las diferentes líneas del metro. Asimismo, en los televisores y pantallas de las paradas se transmitirán videos y entrevistas realizadas a Cerati.

En toda la noche del jueves no paró de llover. El cielo lloraba a un músico, a un ícono del rock, a un gran artista, a un ídolo. La lluvia no dio tregua sino hasta la 1 de la tarde, hora exacta en la que finalizo este artículo y en la que parte el cortejo fúnebre que recorrerá la avenida de Mayo, Carlos Pellegrini, Córdoba, Maure y la calle Jorge Newbery, hasta llegar al cementerio de la Chacarita, el mismo lugar donde descansan los restos de Carlos Gardel.

 

 

 

Por Alejandra Vanegas Cabrera / Buenos Aires, Argentina

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