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El fandango desconectado

Con Andrea Díaz como protagonista, y bajo la dirección de Leonardo Gómez Jattin, se presenta en el Teatro La Candelaria este diálogo popular en el que entran en comunión la música y las artes escénicas.

Juan Carlos Piedrahíta B.
27 de marzo de 2015 - 03:10 a. m.
Esta nueva versión de “María  Barilla” tiene 16 actores en escena. Todos desempeñan roles  de canto, baile y actuación.  /Cortesía Teatro La Candelaria
Esta nueva versión de “María Barilla” tiene 16 actores en escena. Todos desempeñan roles de canto, baile y actuación. /Cortesía Teatro La Candelaria

En María Barilla las equivocaciones se han convertido en regalos que estimulan la propuesta teatral inicial. A veces, a los actores que participan en este montaje se les olvida la letra y salen repentinamente con un discurso mejor estructurado que el que aparecía en el papel. Por eso, al director Leonardo Gómez Jattin le ha tocado esgrimir en más de una ocasión la frase “no lo haga como se lo aprendió, más bien dígalo tal y como le salió de manera espontánea”.

En esta obra, que estará en temporada hasta el 4 de abril en el Teatro La Candelaria, en Bogotá, se aplaude la improvisación, pero su estímulo se hace desde la retroalimentación de la escritura. La dramaturgia de la fandanguera y activista social María Barilla se construyó para los actores en la primera etapa. Ahora, en esta nueva temporada, la intención es redondear la iniciativa para mostrar un producto actoral y musical con mayor contundencia.

“A pesar de que un actor tenga un texto marcado, su decisión siempre es salir a escena a jugársela toda. Con el público surgen otros impulsos que hacen que la obra se transforme en un instante determinado. La música le da un viaje maravilloso a la obra y todos vamos haciendo nuestros aportes desde todos los flancos”, cuenta la actriz y cantante Andrea Díaz, quien en esta oportunidad tiene la misión de representar el rol principal del montaje.

En la música nunca se tiene un arreglo totalmente terminado, porque es la interpretación la que va dando los ingredientes finales. Con la libertad que le ha otorgado el ejercicio múltiple en el arte sonoro, Leonardo Gómez Jattin recuerda al polifacético sueco Ingmar Bergman, quien decía que a veces se sentía frustrado en el cine al no poder modificar lo que está rodado, contrario a lo que sucede en el teatro, en el que se puede construir hasta en la obra de clausura.

“Hay un antecedente que aventaja esta nueva versión de María Barilla. En las temporadas tuvimos algunos errores y esperamos no reincidir. Tenemos muchos elementos y por fortuna un porcentaje altísimo del elenco ya había estado con nosotros. Incluso nuestra protagonista, Andrea Díaz, ya había tenido roles casi protagónicos en esta pieza teatral. Muchos de los músicos fueron asumiendo roles pequeños y la obra comenzó a compactarse. Eso es lo que me tiene más contento”, asegura el director, músico y dramaturgo.

La obra tenía inicialmente 20 actores en escena. Ahora son 16 los personajes que se encargan de interactuar y de hacer un recorrido por las diferentes tradiciones musicales del Caribe. Sin embargo, el texto se conservó intacto para no afectar la estructura dramática. Los ajustes se llevaron a cabo para poder exhibir la obra en otros escenarios. Esta versión novedosa se define como un montaje casi acústico; es el mismo fandango pero desconectado.

“Hubo momentos que dolió muchísimo sacrificar. Creo que si hubiéramos hecho María Barilla como estaba en el papel, la obra se extendería por más de tres horas. A veces es necesario desenamorarse de las cosas. Es un proceso y una negociación con los actores. La ventaja que tenemos es que el lenguaje es musical y aquí presentamos un espectáculo. Nuestra intención no es ser posdramáticos, ni afectar el teatro contemporáneo, sino sólo exhibir una propuesta con el insumo musical como protagonista”, manifiesta Leonardo Gómez Jattin.

Para ser una cantaora como María Barilla no sólo es suficiente cantar. Ese término también hace referencia a un contexto relacionado con la parte rural. Tiene que ver con su actividad en la cocina, en el río lavando, con su liderazgo en familia, y todas esas características de las que carece Andrea Díaz por ser una mujer de ciudad.

“Pienso que el acercamiento que yo hago al rol de cantaora es a partir de la imitación de nuestras grandes maestras. Las he escuchado a todas y de ellas he aprendido mucho. Yo soy cantante de música folclórica y tenía la referencia de Natalia Bedoya, quien realizó el papel antes, pero lo que hice fue olvidarme de todo lo que ella había propuesto para generar mi propio personaje desde mis capacidades corporales, musicales y dancísticas”, concluye Andrea Díaz.

María Barilla no podría hacerse sin música en vivo. La marca para acabar una canción es que un actor deje caer un sombrero, por ejemplo. Con propuestas escénicas como este montaje se puede establecer que un músico es un actor que en el escenario hace el papel de músico.

 

María Barilla: en temporada hasta el 4 de abril, con funciones de miércoles a sábado a las 7:30 p.m. Teatro La Candelaria, calle 12 Nº 2-59, Bogotá.

 

jpiedrahita@elespectador.com

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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