El Gesto Noble: obras de teatro para el pueblo

En la inauguración del festival también se presentan comparsas que participan en el Premio Carnaval. / Daniel Galeano

En los pueblos del oriente antioqueño la población siempre ha buscado oportunidades para hacerse escuchar. El Carmen de Viboral lo ha hecho con diferentes manifestaciones del arte. Es considerado como la cuna de la cerámica y como el pueblo que tiene el más famoso festival de teatro: El Gesto Noble.

Dos décadas atrás, sus calles empezaron a ser un escenario y sus habitantes se convirtieron en espectadores. Todo comenzó en 1993, cuando Carlos Mario Betancur (más conocido como Kamber), un apasionado por el teatro, al lado de otros amigos, imaginaron a los carmelitanos preguntándose quiénes serían aquellos que pasaban tocando tambores, con las caras pintadas, diciendo que harían teatro.

Como era apenas una idea y no se sabía qué acogida iba a tener, los recursos para ese primer festival, que entonces no tenía nombre, eran los de Betancur y sus amigos.

El nombre El Gesto Noble, según cuentan los carmelitanos, fue por la acogida que tuvo el teatro en el pueblo. “Era ver la alegría con la que el pueblo recibía el teatro. Había una reciprocidad en la que el pueblo se nutría de teatro y el teatro se nutría del pueblo, de sus costumbres, de lo que ellos querían decir”, apunta Viviana Cardona González, del Instituto de Cultura.

Años tras año, ese gesto de nobleza se fue expandiendo. El festival se convirtió en uno de los eventos más importantes de las artes escénicas de Antioquia y Colombia, con espectáculos de teatro de sala, callejero, títeres, mimos, cajas misteriosas, clowns, comparsas, narración oral, conciertos, exposiciones, jornadas académicas, feria artesanal, encuentro de redes teatrales y charlas.

Además, es hoy considerado como un proceso del Plan Municipal de Cultura y está enmarcado dentro del Plan de Desarrollo, garantizando que los gobernantes de turno no dejen a un lado lo que el pueblo ha creado con sus manos.

El Gesto Noble es un festival que cuenta con el apoyo del Gobierno, pero ante todo, cuenta con las personas que esperan todos los años que las calles se llenen de ilusiones que se convierten en actos de teatro. Son los espectadores los que posibilitan que todas las agrupaciones que vienen de diferentes partes del mundo tengan el ánimo de participar por la gratitud que demuestran las personas al llenar siempre las calles y los teatros.

El Carme de Viboral, un pueblo de artesanos, agricultores y teatreros, puede ser la prueba de que el arte une a un pueblo. La estrecha relación y el íntimo vínculo entre la fiesta, la religión y la cultura se hacen posibles por las diferentes manifestaciones que en el pueblo se desarrollan, en especial, la de El Gesto Noble.

Este lugar en el oriente antioqueño se percibe como un pueblo que goza sentarse en un parque sin importar el clima para ver lo que el arte tiene preparado. La Alcaldía y el Instituto de Cultura hacen del festival una buena inversión de paz y alegría.

“Nosotros sabemos que si en algún año no hacemos el festival, habrá mucha gente que hará todo lo posible para que se haga, así sea con los recursos de ellos mismos, como se hizo el primero. Todos los carmelitanos saben que este espacio les pertenece”, aclara Cardona González.

Como este festival es un espacio para que el arte que sienten los carmelitanos se manifieste de diversas formas, desde el año 2011 se realiza el Premio Carnaval de Comparsas El Gesto Noble, que cuenta con talleres de formación a grupos cívicos locales, instituciones educativas y culturales. Este año, cerca de 30 comparsas empezaron a recorrer las calles del municipio, partiendo del Parque Educativo Agua y llegando hasta el parque principal, donde sus habitantes recibieron el carnaval con decoraciones especiales en las fachadas de sus casas, máscaras y con bombas.

Otra de las apuestas de El Gesto Noble es ir a los sectores más alejados del municipio. Es por eso que el día de ayer una comitiva de grupos liderada por Matacandelas y el colectivo Santa María de Brasil se presentó en el centro educativo de la vereda El Porvenir. Fue un recorrido de ocho horas, la mitad en chiva y el resto, atravesando el monte.

Este año, el festival llegó a la edición 22 y tuvo como temática “El arte de ser espectador”, precisando la importancia que le dan al público y lo que se puede construir en relación con ello. Así lograron que las calles y los teatros estuvieran siempre acompañados de los espectadores y no se dejara a un lado la costumbre de obligar a las agrupaciones a presentar varias veces la misma obra.

En ocasiones anteriores tuvieron temáticas que eran aptas para cualquier público, que fueron desde temas como el posconflicto hasta obras de William Shakespeare.