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El más caro juego de cartas

La familia real de Qatar compró una de las obras más icónicas del pintor francés, por un monto que se convierte en el más alto alguna vez pagado por una pintura.

Angélica Gallón Salazar
06 de febrero de 2012 - 09:00 p. m.

Deslumbrado por la simplicidad de los paseantes que fumaban pipa y por esos jugadores de cartas de los que era testigo en la pequeña tierra de Provenza en la que vivía, Paul Cézanne empezó a hacer estudios de sus siluetas por separado y después de llenar cuadernos de bocetos, sólo en el lienzo los puso juntos a jugar unas partidas que, inmortalizadas en una serie de cinco cuadros, sacudieron entonces el mundo del arte. Pablo Picasso declaró que esos retratos eran la piedra angular de su trabajo con el cubismo y llamó a Cézanne “el padre de todos nosotros”.

Uno de esos cuadros bautizado Los jugadores de cartas vuelve a revolcar el arte una vez que, como lo ha anunciado la revista Vanity fair, ha sido adquirido por la familia real de Qatar por 250 millones de dólares. La transacción más costosa alguna vez hecha en el mercado del arte.

Hace sólo unos años, la revista ARTnews declaró que esta pieza era una de las diez más costosas que aún se mantenían en manos privadas. Era posesión para entonces del magnate griego George Embiricos, quien murió el año pasado. Sin embargo, antes de su muerte dos comerciantes de arte habían intentado comprar la pieza por una oferta que rondaba los 220 millones de dólares. El negocio no se concretó. Una cantidad mayor fue ofrecida por el cuadro.

La pieza de Cézanne fue vendida a finales del año pasado en una sesión privada, que apenas ayer se dio a conocer públicamente. Pero ahora que el mundo sabe que la adquisición se hizo casi por el doble del precio por el que se había vendido la obra de arte más cara de la historia, el retrato de Marie-Thérèse de Picasso, vendido en 106 millones de dólares, muchos intuyeron fácilmente quién podría ser el comprador.

Por algo más de una década, la familia real de Qatar, alentada sobre todo por la hija del emir, Sheikha Al-Mayassa, ha destinado un altísimo presupuesto para la adquisición de obras de arte y antigüedades para posicionar los tres museos de la capital del país, Doha. El trabajo ha sido tan arduo y el presupuesto tan ilimitado que el año pasado la reputada publicación Newspaper art declaró al país como el mayor comprador de arte contemporáneo del mundo y Sheikha Al-Mayassa fue nombrada la persona más importante del arte en 2011, según la revista Art & Auction. Pero no sólo los números dan cuenta de este volcamiento hacia el arte. De la mano de Edward Dolman, quien fuera el presidente de la casa de subastas Christie’s contratado por Al-Mayassa para que sea su asesor personal, el país ofrece una importante agenda de exhibiciones que por ejemplo por estos días incluye la de reconocidos artistas como Louise Bourgeois y Takashi Murakami.

Las otras cuatro piezas de la serie que retrata a hombres ensombrerados y concentrados en su siguiente jugada, pintadas por el padre de la pintura moderna, están en manos del Museo de Arte Metropolitano, de Nueva York; el Museo d’Orsay, en París; la Galería Courtauld, en Londres, y la Fundación Barnes, todos gigantes en el mundo del arte. Por eso los analistas en subastas ven en esta exorbitante compra algo más que un verdadero gusto por la obra más icónica de Cézanne.

Detrás de la millonaria transacción, afirma la revista Forbes, está la intención de Qatar, ese pequeño país rico en petróleo, de comprar un pase de entrada a las grandes ligas del arte. Es casi una movida política que busca posicionar de una vez por todas el Museo de Arte Moderno y el Museo Nacional de Qatar, en donde posiblemente reposará el cuadro de Cézanne, a la altura de los grandes de Occidente. Y de las manos del arte hacer quizás otras conquistas.

Por Angélica Gallón Salazar

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