El Magazín Cultural
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En el nombre del padre del cómic europeo

Sus dibujos crearon los universos de películas como 'Alien', 'Tron' y 'El quinto elemento'.

Redacción Cultura
11 de marzo de 2012 - 10:09 p. m.

Los colores de sus cuadernos se destiñen y las líneas pierden sus excelsas formas. Sus personajes están huérfanos y de luto. El dibujante francés Jean Giraud, conocido como Moebius, ha muerto a los 73 años, y con él un estilo que marcó la estética de la fantasía y la ciencia ficción de muchas décadas. Esta es su historia.

Jean Giraud era apenas un chiquillo cuando de sus manos salieron las líneas que le dieron cuerpo al personaje Mike Blueberry, un vaquero que viajaría por los áridos paisajes del viejo oeste durante la guerra civil estadounidense, sin convertirse en el típico héroe que traía el orden a las aldeas y llegaba a ser sheriff, pero sí amante del licor y obsesionado con Chihuahua Pearl, el único personaje femenino que aparecía en la serie dibujada.

Giraud publicó a su personaje en 1963, en las páginas de Pilote, y con su línea compleja, que llenaba de verosimilitud y realismo a sus personajes, resucitó el género de la historieta y firmó su consagración en el mundo del cómic europeo.

La fama de Blueberry llegó, casi una década después de su creación, a los oídos del director Ridley Scott, quien decidió llamar a sus filas al dibujante francés para que con su equipo trabajara en darle nuevas posibilidades a la monstruosidad presentada en el cine. Los dibujos de Jean Giraud entonces ayudaron a construir a los alienígenos de Alien (1979).

En su carrera como dibujante fue determinante su encuentro con el escritor y artista chileno Alejandro Jodorowsky, quien vivía exiliado en Francia. Con él como guionista, Giraud cambió sus dibujos esencialmente realistas hacia unos universos más interiores e imaginativos. Comenzó así una etapa nueva en su arte, que quiso marcar adoptando un nuevo alias, el de Moebius, que tomó prestado de un matemático alemán del siglo XIX.

Junto con Jodorowsky pasó años tratando de adaptar a la gran pantalla la obra Dune, de Frank Herbert, pero el proyecto nunca vio la luz. Sin embargo, de su colaboración nacieron otras obras que tuvieron menos éxito popular que el famoso vaquero, pero que se han convertido en viñetas de culto.

Sus nuevas exploraciones lo convirtieron también en un invitado privilegiado a películas que querían explorar la estética de la ciencia ficción y la fantasía. Trabajó así en Los amos del tiempo (1982), una cinta en la que Moebius se encargó de adaptar la novela del francés Stefan Wul a un lenguaje de viñetas animadas. También dibujó y creó universos futuristas para la película Tron, dirigida por Steven Lisberger en 1982 y una de las primeras en usar la técnica de la computación gráfica. Con esta incursión, Jean Giraud creo una estética que influenciaría profundamente la ciencia ficción venidera.

Amante del cine, podía ver tres películas al día y siguió consolidando su carrera inundando con sus dibujos y sus universos la pantalla grande. Trabajó en 1989 con James Cameron creando el mundo submarino de la cinta El secreto del abismo (The Abyss) y después, al regresar a Francia, fue convocado por Luc Besson para darle forma a El quinto elemento (1997), película en la que el dibujante no sólo dio forma y colores a los personajes sino en la que, junto al diseñador de moda Jean Paul Gaultier, vistió su idea del futuro.

Mientras tanto, en el papel nunca dejaron de suceder cosas. Tras el fracaso del monumental proyecto de Dune con Jodorowsky, y después de que éste le presentara la obra del escritor Carlos Castaneda, juntos se embarcaron en la creación de una nueva serie: El Incal, donde exploraron lo infinito, lo inmortal, lo trascendente y comenzaron a aparecer figuras surgidas directamente del universo onírico del dibujante.

En esa época fundó también la revista Métal Hurlant, donde encontraron asiento las figuras creativas de ciencia ficción y fantasía nacidas de su lápiz. “El acto de dibujar es algo mágico. La magia está a nuestro alrededor, y con el tiempo se convierte en una técnica de comunicación. La busco en todo momento, pero es difícil de conseguir”, aseguró hace un año el dibujante.

Moebius se convirtió en un ícono, un estilo propio que fue mil veces imitado y que influyó en otras disciplinas, como el videojuego. Justamente, abierto a las nuevas corrientes, se instaló en 1984 en Los Ángeles y, posteriormente en Tokio, donde encontró nuevas fuentes de inspiración.

Este artista traspasó la frontera del papel en la última parte de su obra, cuando decidió convertirse a sí mismo en protagonista de sus cómics en la serie Inside Moebius, una apuesta existencial en donde jugó con el metatexto y exploró diferentes planos narrativos para lanzarse sin clemencia burlas. Los ocho números de este cómic de culto han salido paulatinamente entre 2004 y 2010 y aún quedan dos números por aparecer, que se convertirán en la existencia prolongada de este creador de mundos fantásticos.

Por Redacción Cultura

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