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“El pájaro carpintero ruso”

A comienzos de 1976 una nueva y potente señal fue detectada en la onda corta en todo el mundo. Los radioaficionados la llamaron el “pájaro carpintero”.

Redacción Cultura
04 de septiembre de 2015 - 03:30 a. m.
Imagen del documental  “The Russian Woodpecker”.
Imagen del documental “The Russian Woodpecker”.

Esa señal era capaz de irrumpir en las emisoras radiales legales de onda corta y a veces podía oírse sobre los circuitos telefónicos. Provenía de la Unión Soviética, específicamente de Ucrania, al noroeste de Chernóbil.

Desde los primeros reportes se dijo que se trataba de un radar sobre el horizonte, de un sistema de control del clima o, incluso, de un intento masivo de control mental dirigido desde Rusia hacia Estados Unidos. Duga-3 fue el nombre de la inmensa antena que, aunque desactivada, continúa de pie a 30 kilómetros de la zona de alienación de la central nuclear de Chernóbil. Hacia finales de los 80 las señales se volvieron menos frecuentes. Ahora parecen haber vuelto, sólo que esta vez provienen de Moscú.

El documental The Russian Woodpecker, o El pájaro carpintero ruso en su traducción literal al español, es la historia de la teoría de un hombre común sobre la posible relación entre el desastre nuclear de Chernóbil en Ucrania y esa antena. El documental retrata la búsqueda de la verdad, el proceso de investigación de un posible atentado político que ha sido descrito como un error a lo largo de los años, pero que podría ser en realidad un crimen encubierto, resultado de una orden que provino de los más altos rangos de la Unión Soviética tras el fracaso de su apoteósica arma, construida en plena Guerra Fría.

El director estadounidense Chad Gracia trabajó muchos años en teatro antes de escribir, producir y dirigir este, su primer documental. Tal vez por eso, o por coincidencia, se topó con Fedor Alexandrovich, un actor y artista sobreviviente del accidente de Chernóbil, que es quien se propone investigar, por sus propios medios, la relación entre la antena y la catástrofe nuclear, con la esperanza de hallar un responsable, una posible conexión escondida.

The Russian Woodpecker sigue a Alexandrovich haciendo entrevistas a historiadores, periodistas, políticos, poderosos, con y sin su autorización. Lo sigue en los archivos, lo muestra en sus performances, en su estudio mientras pinta, subiendo por la antena enorme que pudo haber causado un accidente que lo hizo permanecer por un tiempo lejos de sus padres, en un orfanato, y lejos de una tierra que después de la catástrofe no fue más el mismo paraíso. El documental también lo sigue cuando empiezan las amenazas y las presiones que lo llevan a desear abandonar la investigación, y denuncia el miedo de él y de otros ucranianos, masacrados e intimidados históricamente por la vecina Rusia.

Esta ópera prima se estrenó en el Sundance Film Festival en 2015 y ganó el Gran Premio del Jurado y el premio Documental de Cine del Mundo. También ganó el premio Life Tales en el Biografilm Festival, que se celebra en Boloña desde 2005 y está dedicado a filmes exclusivamente biográficos, sobre relatos que hayan influenciado o impactado la historia mundial, además del Gran Premio en el Romanian Film Festival Cinepolitica.

Por Redacción Cultura

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