El Magazín Cultural
Publicidad

El regreso de Cuartas

El próximo 21 de octubre se inaugurará en Casa Cano la exposición ‘Retorno, ínsulas y paisajes’, del maestro Gregorio Cuartas.

Alejandra López González / Fernando Cano Busquets
16 de octubre de 2014 - 03:49 a. m.
El regreso de Cuartas

Hace más de 15 años el artista, considerado uno de los pintores más importantes del siglo XX en Colombia, no exponía en nuestro país. Reflexiones de su regreso.

¿Cuándo fue la última vez que expuso en Colombia?

Por ahí 15 o 20 años.

¿Por qué no había vuelto?

Porque uno expone cuando le proponen.

Antes estaba con un galerista acá en Colombia…

Pradilla me compraba obra. Pero me molesté y corté.

¿Y ningún otro galerista le propuso exponer? ¿Ningún museo?

En Colombia, no. En París varias alcaldías me han propuesto exponer. Pero exponer en esos lugares no lleva a ningún Pereira.

¿Qué lo animó a volver a exponer en Colombia?

No soy una persona que empuja las cosas. No soy lagarto. Simplemente llegó la oportunidad. Casa Cano me ofreció exponer y aquí estoy. Las cosas llegan.

Los paisas están muy orgullosos de usted, pero la verdad es que usted no es ciento por ciento paisa…

Mi bisabuelo materno era un abogado caucano que se fue a vivir a Roldanillo, Valle. Mi abuelito tenía 20 o 30 mulas y bajaba con mercancía de Medellín hasta Pasto. Él pasaba por Roldanillo con frecuencia y un día conoció a mi abuelita, quien acababa de llegar del internado de Cali porque el viejo la mandó a donde las monjas de 10 años y volvió de 19. Allá se conocieron. Se vieron tres veces y él le dijo: si quiere que nos sigamos viendo, nos casamos. Y ella le dijo que sí.

Su mamá nació en Palmira…

Sí. Y en mi casa se comió mucha comida valluna: cuscús, tamales, sancocho…

Pero usted no va mucho a Cali, en cambio sí va a Medellín…

A Cali no volví. Pero es que Medellín es muy amañador. No le digo que sea bonito o feo. Pero es amañador por el clima y la gente.

¿De niño ya pintaba?

Sí. Cuando era niño hacía dibujitos. Y después en el colegio en Cisneros. Vivíamos allá porque mi abuelito administraba fincas y mi papá también.

Usted creció en fincas…

En fincas y en internados. La primera vez que me fui al internado tenía 10 años.

¿Le dio duro?

No. Me fui feliz porque mi mamá era bravísima.

Ustedes eran 12 hermanos, ¡cómo no iba a ser brava!

Éramos mafiosos. No decíamos quién fue. Si decíamos quién fue, el otro nos cogía a puños… éramos todos hombres, menos dos mujeres.

¿Cómo fue su experiencia en el internado?

Había levantada a las cinco de la mañana, ducha con agua fría, el dormitorio era con ventanas abiertas, había un rezo corto antes de la misa, luego la misa en ayunas, porque no se podía comulgar si no era en ayunas, y luego a hacer tareas en silencio total en una sala inmensa por la que los hermanos se paseaban. Las lecciones eran de memoria, se estudiaba historia sagrada y catecismo.

En el internado ya pintaba…

Les hacía los dibujos de ciencias a los peleadores del curso para que me defendieran.

¿En qué momento descubrió que lo suyo era la pintura?

Me salí en cuarto de bachillerato del colegio. No terminé. Me metí a estudiar en Bellas Artes en Medellín y mi papá se ofuscó mucho. Pero en ese momento ya estaba haciendo cerámica con un ceramista que daba cursos en el Colombo-Americano.

¿Qué le decía su papá?

Me daba cantaleta. Me decía que me inscribiera en una escuela de secretariado o de contabilidad para que trabajara. Una vez traje unas acuarelas que me compró un galerista de Barranquilla y el día que fui a reclamar la plata al banco mi papá me acompañó y me dijo: muy bueno mijo, pero consígase un empleo.

Usted salió de Colombia cuando tenía 24 años…

En el internado se celebraban las fiestas como el Corpus Cristhi, el Sagrado Corazón, la Asunción, entonces se preparaban misas con coros de cuatro o tres voces y yo lo que pensaba era: la fiesta está es en Europa, no acá. La cultura, el arte, los museos, todo está allá.

¿Cómo hizo para irse?

Me gané la plata trabajando en Bellas Artes en Cali. Me ganaba 800 pesos al mes. Me fui en barco, el billete me costó mil cien pesos, todavía lo tengo. Y mi papá me dio mil pesos. ¡Eso era mucha plata!

¿Qué recuerdos tiene de ese viaje en ese barco?

Estar mareado todo el tiempo. Yo dormía en tercera clase en una litera colgada. El barco era mitad carga y mitad pasajeros. La primera vez que paramos, me acordé de Colón. Eso es muy emocionante. Es que imagínese más de diez días uno mareado y de repente ¡ver tierra!

Su primer contacto con Europa fue España…

Llegamos a Cádiz, que es muy lindo, y luego estuve un mes en Barcelona.

¿Qué le impactó en ese primer momento de Europa?

Me impactó lo bruscos y lo francotes que son los europeos. Eso aún no se me pasa.

Luego se fue a Italia…

Sí, estuve en Italia y allá iba a donde podía ir, que no fuera muy lejos. Aprendí rápido el idioma porque a Medellín llegaba mucha película francesa e italiana.

Después se fue para Francia…

Llegué a París y empecé a visitar un monasterio porque quería ser monje. Estuve en el monasterio Pierre-qui-Vire cinco años, pero me di cuenta de que no estaba seguro y eso no era para mí.

¿Y allá en el monasterio pintaba?

Tenía nociones de arquitectura y se restauraron las criptas del monasterio. Esa restauración la hice yo.

Cuando llegó a Italia y conoció todos los museos, ¿qué le impactó?

Los italianos del renacimiento, la pintura románica. Pero en la biblioteca, en los libros, ya había visto mucha cosa. Ver museos lo forma a uno mucho. A veces cuando veo pintores digo: este pintor no ha visto museos.

Esa es una frase muy dura…

¿Quiere que le cuente una frase dura? Pero esa no es mía, es de un libro de casas coloniales editado por Villegas. En el primer capítulo hay una frase de un poeta que cuando leí me quedé helado: nuestra cultura es un palacio barroco invadido por una multitud greñuda. Me la aprendí.

¿Cree que esa frase es cierta? ¿Cómo ve los movimientos actuales de arte en Colombia, cómo ve los museos?

Conozco muy pocos artistas. Sólo los que han vivido en París: Silva, Patricia Tavera y Gustavo Vejarano. Me impresionó Antonio Roda y Luis Caballero. Era muy amigo de Caballero, nos estimamos mucho. Para mí el mejor pintor de Colombia.

¿Y a la maestra Beatriz González?

La vi el año pasado en el Museo de Antioquia y cuando me vio me dijo: ¡ya me di cuenta de que sí existe! Lo dijo amable, pero picante. Ella es un poquito cínica. Le respondí: ah sí, mire, aquí estoy.

¿Doris Salcedo?

La conozco de nombre, pero no conozco su obra.

¿Y los espacios cómo los ve? ¿Cómo ve los museos en Colombia?

El Museo del Banco de la República lo conozco, he ido varias veces y me gusta mucho. El Museo de Arte Moderno no. El Museo de Antioquia es muy bonito, el edificio es una belleza. A La Tertulia en Cali no volví, la última vez que fui era una casa antigua. Allá conocí a Emma Reyes.

La primera exposición que usted hizo en Europa fue en la galería Albert Loeb. Eso es todo un privilegio…

Es que tengo un ángel de la guarda de primera. En esa época hacía acuarelas. Conocía a la secretaria de la galería y un día me dijo: ¿y usted qué lleva ahí?, y le dije: unas acuarelas. En el momento que estaba mostrándolas, llegó Edward Loeb, el viejo, y me compró una acuarelita. Me despedí, seguí caminando y entré a saludar a la secretaria de Albert Loeb, porque entraba cuando veía que Albert no estaba. Me puse a charlar con ella, le mostré las acuarelas y me compró una en cincuenta francos. Luego llegó Albert Loeb, vio mi acuarela, que la secretaria había puesto en la parte de atrás, y así fue como conoció mi obra.

¿Cómo se concretó esa primera exposición?

En esa época en París había unos tubos por donde se mandaban mensajes. Se llamaba el neumático. Albert me mandó un mensaje diciendo que fuera a mostrarle mi obra. Pensé: ve, me sonó la flauta, se me arregló la vida.

Usted hacía arte abstracto en esa época…

Yo le dije a Albert: yo estoy pensando hacer figurativo, yo no voy a seguir con este abstracto. Entonces empecé a hacer unas cabezas. Ese verano pasé haciendo cosas y el seis de octubre hicimos la primera exposición individual en París.

¿En qué momento empieza a hacer naturalezas muertas?

Por esa misma época.

¿Ha experimentado con la escultura?

He hecho litografía. Pero no he hecho ni grabado ni escultura. Me casé con la pintura.

¿Actualmente qué está pintando?

Naturalezas muertas, paisajes, esas ínsulas… lo que vamos a exponer en Casa Cano.

Por Alejandra López González / Fernando Cano Busquets

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar