El Magazín Cultural

En el teatro Julio Mario Santo Domingo: “Yo, Carmen”

La sevillana María Pagés regresa al Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, en compañía de bailaoras y músicos, con una obra en la que una mujer quiere ser la voz de todas.

Redacción Cultura
24 de noviembre de 2016 - 02:00 a. m.
“Yo, Carmen”, creación de María Pages, fue estrenada en 2014 en el Teatro Calderón de Valladolid. / Cortesía
“Yo, Carmen”, creación de María Pages, fue estrenada en 2014 en el Teatro Calderón de Valladolid. / Cortesía

Yo, Carmen es una obra coreográfica cuyo origen es a partir de una reflexión sobre el mito y el estereotipo del personaje de la Carmen de Mérimée. Desde el contrapunto y el deseo intentan transmitir la reivindicación de la voz de la mujer, que aparentemente no está en la obra de Mérimée. En la obra, lo que se ve es que el personaje es una invención masculina, son los hombres que inventan a esta mujer para reflejar sus pasiones, sus miserias y sus historias. No es Carmen la que habla en la obra de Carmen de Mérimée, no es la mujer la que cuenta su vida.

En cambio, en Yo, Carmen lo que hacen es que sea la mujer la que hable, la que cuente y a través de su voz exprese y transmita todos sus deseos, sus anhelos, sus seguridades, inseguridades, su vida. Es una obra que han hecho conjuntamente El Arbi El Harti y María Pagés y lo que quieren transmitir son unos conceptos y unos criterios que han trabajado para que reivindicar la voz de la mujer. En la puesta en escena participan ocho bailaoras. Toda la música es en directo, con los músicos de la Compañía que son dos voces, dos cantaores, dos guitarristas, violín, chelo, percusión; además, todo el equipo técnico, de iluminación y sonido.

Ya ha estado en Colombia anteriormente con “Sevilla” y “Autorretrato”. ¿Cómo ha evolucionado María Pagés como bailaora, coreógrafa y persona desde esas obras hasta ahora?

Como todas las obras artísticas, las coreográficas también reflejan lo que el autor es y lo que vive en su época, las experiencias de vida y cada obra es la que mejor define a su propio autor. Entonces, indudablemente vivimos una transformación continua, todo ser humano se transforma en cada momento, cada día y cada año, así que yo creo que en cada puesta en escena esa transformación de mi propio ser y de mi propia vida se va reflejando. Y más aún, creo que cada espectáculo está interrelacionado, porque cada obra es también el resultado de la experiencia de la anterior. A partir de cuando tú terminas ya adquieres un bagaje, un conocimiento, una experiencia que te va a enriquecer para la siguiente tener más que dar y que aportar. Así que yo creo que eso se ve en la sucesión de mis obras, particularmente en las de los últimos ocho o nueve años de mi vida, porque es en ese momento cuando viví una transformación, como persona, importante, y que está reflejada en las obras de una mayor libertad a la hora de crear, una mayor visión, porque la edad te da también la experiencia.

Siempre digo que Yo, Carmen nunca la podría haber hecho antes, porque no tenía la experiencia como mujer para hablar como ahora, he tenido que llegar a la madurez para poder contar todas estas cosas. Por tanto, creo que esto es lo que hace que las obras entre sí se relacionen, se enriquezcan y se influyan, como es el caso de Utopía, llámese Yo, Carmen… En concreto Yo, Carmen es también el resultado con El Arbi El Harti, con quien me he sentido, como pareja que somos, muy bien conocida, muy bien reconocida, interpretada, y este enriquecimiento de nuestra relación y de su conocimiento, su sabiduría, su sensibilidad, ha hecho que dé lugar a la obra que veremos.

Desde el estreno de esta obra, “Yo, Carmen”, en 2014, ¿en qué otros lugares del mundo la ha presentado y cómo ha sido la acogida del público?

La hemos hecho muchísimo, en Singapur, Moscú, Japón, China, en diferentes escenarios en España, desde la Bienal de Flamenco hasta el Festival de Jerez, en Madrid, en Lyon, Francia. Era muy curioso saber entonces la reacción de públicos tan diferentes sobre un tema que es tan conocido y cómo se podía interpretar, porque claro, siempre que tú haces una versión de una versión sobre lo mismo, la gente tiene ya una noción, pero en este caso que estamos haciendo justo el contrapunto a esa versión, es como darles la vuelta a estas cosas, cómo se va a acoger, cómo la gente lo va a recibir. Pues esa curiosidad nos la íbamos quitando en cada lugar al que íbamos. Y es curioso como al final existe un eco común entre las mujeres, una voz común entre ellas, porque todas entendían que quiere reivindicar el sentido de la libertad, del deseo, de ser libre, de sentirse igual al hombre; estos son temas que son universales y por tanto fueron recibidos, curiosamente, de una manera muy entusiasta, porque todas las mujeres al fin y al cabo anhelamos eso, ¿quién no lo quiere? Incluso las más conservadoras, habrá un momento en su vida en que lo que quieren es sentirse ellas mismas, y quitarse tanta máscara y tanto cuento que rodea al entorno de lo que es la mujer y de lo que debe ser en la sociedad. Y es muy bonito recibir mensajes, a través de las redes sociales o mails, de las mujeres que me cuentan su experiencia después de ver la puesta en escena. La mayoría dicen que se reconocen cuando la ven, se ven ahí y lloran de emoción.

¿Qué mensaje recuerda en especial de todos los que recibe?

Me acuerdo de una mujer que me comentó que trajo a su madre, que era muy mayor, y que ella estaba muy entusiasmada porque le decía que “el flamenco no solo es dar pasos, sino el flamenco también es contar cosas y transmitir emociones”, y eso es muy importante porque, al fin y al cabo, era el objetivo que queríamos, que fuera una obra dedicada a las mujeres. Creo que estoy esperando la reacción de las mujeres bogotanas y también de los hombres.

¿Qué expectativas tienes en esta nueva presentación en Colombia?

Creo que volver al Teatro Mayor es siempre un objetivo concedido y es un gusto estar en ese lugar, representar tu obra es un privilegio. Cada vez que se levanta el telón en un teatro al que amo y que me gusta, de verdad, antes pienso “qué bien, qué suerte, qué privilegio estar aquí y vivir este momento”. Así que la verdad es que siento lo mismo. Sé que en el instante en que esté ahí detrás del telón preparada, sabiendo que el público está ahí y que todo está listo y que a ese telón le queda solo un segundo para que se levante, voy a tener ese pensamiento. La ocasión también da para afianzar una relación con el teatro, con su público, para sentirnos que ya somos uno parte del otro, que forman parte de nuestras vidas. Es hermosísimo, es construir relaciones y afianzarlas y vivir con ellas. Sé que Yo, Carmen es una obra que encierra muchas emociones, mucha sinceridad y donde toda la mujer, porque ese es nuestro objetivo, y de un sentir universal, se vea ahí reflejada. Viva como lo vivimos nosotros ahí en el escenario, que seamos todos uno, público y artista. Eso es lo que queremos conseguir, lo que hace que una obra de arte sea una obra de arte, y ese es el destino final de cualquier aspiración artística.

Por Redacción Cultura

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