El Magazín Cultural

“En Brasil se ve a los artistas como enemigos y a los intelectuales como seres despreciables”

La cinta brasileña Bacurau, dirigida por Kleber Mendoça Filho y Juliano Dornelles, opta por la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

Janina Pérez Arias – Cannes
17 de mayo de 2019 - 09:41 p. m.
El letrero que anuncia al pueblo de Bacurau, Brasil, donde se desarrolla el filme del mismo nombre, presentado en Cannes.  / Cortesía
El letrero que anuncia al pueblo de Bacurau, Brasil, donde se desarrolla el filme del mismo nombre, presentado en Cannes. / Cortesía

Mientras las calles de más de 150 ciudades en Brasil se abarrotaban de manifestantes contra los recortes en el sector educativo, en el Festival de Cannes los directores Kleber Mendoça Filho y Juliano Dornelles, flanqueados por varios de sus actores, avanzaban por la alfombra roja del Grand Théâthe Lumière

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Más que una ironía, fue una feliz coincidencia que el estreno mundial de Bacurau sucediera casi al unísono de la multitudinaria demostración. “En un momento en el que se está intentando destruir la cultura y el arte en Brasil y se trata de ocultar lo que hacemos, es fantástico tener en Cannes esta película”, afirmaba después de la premiere el co-director Kleber Mendoça Filho, quien junto a Juliano Dornelles desarrolló la historia de esta cinta que compite por la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

Bacurau cuenta de un pueblo que tratan de desaparecer del mapa, aislando a sus habitantes, restringiéndoles el suministro de agua y hasta sembrando el terror. Sonia Braga, Udo Kier Bárbara Colen y Thomas Aquino, son algunos actores que conforman el nutrido ensamble de este filme que ha generado excelentes críticas. 

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En esta magnífica mezcla de spaghetti western, suspenso, ciencia ficción y realismo mágico, el co-director Dornelles cuenta que el cruce de géneros fue surgiendo a medida que escribían las escenas, donde se plantean temas que remiten a la realidad de Brasil.  

Aunque de inmediato se pueda pensar que Bacurau guarda una relación estrecha con la situación actual del país, Dornelles apunta que más bien “es una coincidencia, porque este proyecto lo iniciamos hace casi 10 años, las motivaciones son poco políticas, pero tienen más que ver con la manera como deberían ser las cosas, sobre todo desde el punto de vista social y humano”.

En esa década, se agolparon los proyectos, Mendoça Filho rodó Aquarius (que compitió en Cannes en 2016), pero también se registraron diversos cambios en el mundo. “Fuimos testigos de muchos acontecimientos, incluida la elección de Donald Trump, y prácticamente todo eso permeó la historia de la película”, explica Dornelles. 

Bacurau es una potente propuesta, que desconcierta pero atrapa. Entre los varios temas que plantea se encuentra la corrupción, el pulso por mantener el poder y someter a los habitantes de esa localidad. “Es una película política pero no como los filmes de Costa Gavras u Oliver Stone que son políticos de una manera muy frontal”, aclara Mendoça Filho y agrega que así mismo se trata sobre el poder de la historia en una nación relativamente joven, de apenas 500 años. 

“La historia suele repetirse de muchas maneras”, apunta Mendoça Filho cuando se le pregunta si de alguna manera la historia planteada en Bacurau refleja la colonización de la que también fue objeto Brasil. “Ese tipo de contextos se repite, como si el mundo diera marcha atrás haciendo círculos, y ante eso la resistencia es una posibilidad”, tal como sucede en esta cinta brasileña que desde su estreno se coloca como una de las favoritas en la contienda por la Palma de Oro.

Sin embargo el co-director se muestra realista, “no siempre ejercer resistencia tiene éxito, pero por ciertas razones en esta película sí que lo consigue, tal vez por fantasear en darle una patada en el trasero a alguien poderoso”, apunta.

Cuando Kleber Mendoça Filho estrenó Aquarius (protagonizada por Sonia Braga) en el Festival de Cannes, además de ovaciones y halagos, se ganó la enemistad del gobierno de aquel entonces, debido a la protesta contra el impeachment de la Dilma Rousseff. Sabe pues a qué atenerse en un país donde “se ven a los artistas como los enemigos y a los intelectuales como seres despreciables”, dice otorgándole el copyright de tal apreciación al gobierno actual.

Por Janina Pérez Arias – Cannes

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