Volver sobre los libros y expandirlos en otra dimensión nunca abierta ni explorada solo puede hacerse desde el arrojo de quien sabe que el juego interpretativo también impone otro sello personal y otra música que los reinventa, otro ritmo que los haga tronar de nuevo en la memoria de esa vieja y estática existencia, otra posibilidad de trascenderlos o destruirlos desde el mausoleo del idealismo; una leve potestad para girar la historia de un libro que puede mutar frente a los siglos.
Le sugerimos: "Gancho al hígado": la vida convertida en cuadrilátero
En esa misma susceptibilidad, producto del azar y del juicio de un nuevo intérprete, William Shakespeare pudo elevarse entre olvido al que fue condenado durante 100 años por la indiferencia, el enciclopedismo francés y esa ola de divulgadores que hicieron estallar el mundo con la revolución que estallaría por la emancipación de las nuevas ideas y ese rescate de los viejos libros, hizo que Macbeth, El Rey Lear y Otelo tuvieran la atención coyuntural y nostálgica de esos viejos reinos que otra vez aparecían en el tiempo como un eterno retorno humano y político. Y fueron ellos, Montesquieu, Voltaire y Diderot, quienes hicieron de Shakespeare un escritor renovado, y de sus obras las nuevas catedrales del canon. Sucedió lo mismo con los libros de Aristóteles que sobrevivieron al fuego en Alejandría; los escolásticos, a su manera y a su forma, reinterpretaron sus teorías para adaptarlas a la conveniencia del tiempo, y sucedió lo mismo con Platón, con Séneca y Cicerón, con Marco Aurelio y con los textos bíblicos y con los mismos enciclopedistas, después, cuando ya eran polvo, viento y leyenda.
"Escribir por escribir", la antología de textos sobre literatura y cine de Jair Villano tiene el equilibrio sutil entre el atrevimiento y el análisis pensado; una conjugación que apuesta también por la construcción de un ritmo propio y una musicalidad sobre la musicalidad de los textos atendidos. Tiene el plus de un índice con libros poco tratados por el idealismo y la prevención de insultar obras consagradas en el estatus intocable de la divinidad, y tiene la seriedad de tocar las fibras más frágiles sin acudir a la ingenua arrogancia de un destructor. Sostiene el pulso de un lector y un espectador que cuida y conoce las virtudes de la retórica y las licencias poéticas, las abstracciones abiertas del arte y la inutilidad de un juicio sustentado en un canon irrompible. Como escritor conoce también la frivolidad de los prejuicios, y en sus textos solo acude a la crítica desde el juego de la creación, no desde la reglas. Sabe que los grandes renovadores de la tradición solo pudieron generar esos sismas desde la irreverencia frente a las leyes sagradas.
En ese mismo juego transcurren los textos de Villano, acoplando y ajustando anécdotas con el quehacer y las minucias de páginas que podrían perfectamente haberse tomado con la liviandad y la confianza ante la grandeza de una figura de culto: Andrés Caicedo es tratado aquí como el mortal frágil y tambaleante que su juventud eterna demostró en su vida y en sus diarios, con la misma franqueza con la que Andrés escribía sobre cine y música y sus propios idealismos. También están retratados los que hicieron de su obra un esbozo de los mundos marginales con técnicas crudas: Cheever y sus cuentos barriales, Carver y su realismo sucio y su técnica lacónica de pequeños y violentos destellos, y los contemporáneos que siguen ascendiendo al mito: el impresionante y metódico Jonathan Franzen, el misterioso y romantizado Tomas Gonzales, y las viejas películas alumbradas por el fervor y la leyenda que continúan elevándose aunque hayan pasado varias décadas de sus estrenos. Taxi Driver vuelve a tener la atmosfera humeante de esas calles de Nueva York con sus maleantes en la sombra y la paranoia progresiva de ese papel paradigmático de De Niro y la majestad direccional de Scorsese para ahondar aún más en pequeñas trascendencias opacadas por la espectacularidad y el boom que generó en la crítica.
Puede leer: España celebra la poesía y cuentos de Bolaño en dos volúmenes independientes
Estos textos tienen el tono fresco de un escritor contemporáneo que aparece en la escena de la crítica con el método de la nueva visibilidad que inauguró Talese: una visión que intenta captar los destellos de luz debajo de las puertas de las viejas y grandes sentencias para salvar los pequeños heroísmos entre el ruido de otras proezas, o nombrar los yerros y los deslices de quienes tienen aún el manto de la infalibilidad.