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La eternidad de Gabo en Texas

Visitamos el Harry Ransom Center, que albergará toda la colección privada del nobel de literatura colombiano, y les contamos por qué se ha convertido en un santuario de la literatura único en el mundo.

Pablo Ximénez De Sandoval / Especial de El País de España para El Espectador
04 de enero de 2015 - 02:00 a. m.
La de Gabriel García Márquez fue la muerte más lamentada en el mundo de la literatura en 2014./ AFP
La de Gabriel García Márquez fue la muerte más lamentada en el mundo de la literatura en 2014./ AFP

Todos los recuerdos de Gabriel García Márquez ocupan 2,6 metros cúbicos. Son unas 40 cajas de cartón, atadas con plástico, sobre dos palés de madera. Era su colección personal, las cosas que guardaba en su casa de México D.F. Una vida. Así llegó el 16 de diciembre al Harry Ransom Center, en el campus de Austin de la Universidad de Texas (Estados Unidos). Dieciocho personas ayudaron a abrir las cajas. Tardarán un año en catalogarlo y dos en poder enseñarlo.

García Márquez murió el 17 de abril en su casa de México, a los 87 años. Tuvo la entrada prohibida en Estados Unidos durante décadas por su actividad procomunista, aunque luego se reunió, por ejemplo, con el presidente Bill Clinton en 1994. El 24 de noviembre, el Harry Ransom Center anunció la compra del archivo personal del nobel colombiano. Una pregunta recorrió Latinoamérica: ¿Texas? ¿En serio? El objetivo es situarse en el mapa académico de América Latina.

La venta había comenzado a negociarse en diciembre de 2013, por iniciativa de la familia, y terminó de concretarse en julio de 2014. Al día siguiente de recibir el material, Stephen Enniss, director de la institución atendía a El País en su despacho. “Lo adquirimos para hacerlo accesible”, explica. La institución, fundada en 1957 con vocación de centro de investigación, lleva 50 años construyendo con sus adquisiciones un gran mausoleo de las humanidades. “Se estableció para hacer una colección de verdadera distinción”. Compró una de las cinco biblias completas de Gutenberg que existen en EE.UU., tres copias del primer folio de Shakespeare, el archivo de James Joyce. “Se buscaba ese tipo de nivel”. Hoy posee más de 40 millones de papeles, entre ellos 38.000 cajas de manuscritos. “Cuando una colección viene aquí, trae consigo esa pregunta: ¿por qué a Texas?”, reconoce Charles H. Hale, director del Instituto Teresa Lozano de Estudios Latinoamericanos (Llilas) de la universidad. Esta facultad de Austin ha asesorado en la compra y participará en la catalogación del archivo de García Márquez. La Universidad de Texas es conocida en el ambiente académico de EE.UU. como la que tiene más especialistas en América Latina del país. La compra de este archivo “transmite el compromiso de la universidad con Latinoamérica. Nuestro reto es asegurarnos de que el estudio va a involucrar instituciones latinoamericanas”, señala Hale.

Una visita a los archivos del Harry Ransom Center tiene algo de mágico. Megan Barnard, directora de adquisiciones, vive rodeada de archivadores y abrir cualquiera de ellos es descubrir un cofre del tesoro. “Mire, este es uno de mis favoritos”. De una carpeta de cartón sale un folio manuscrito con un soneto que Jorge Luis Borges le dedicó a Texas. “Estaba comiendo con un empresario local y le pidió que se lo escribiera”. Los renglones están torcidos y la caligrafía es gorda y tosca. Borges estaba ciego cuando escribió este papel. Al lado, Barnard enseña otro manuscrito con la caligrafía minúscula y cuadriculada con la que escribía años antes. Después abre un cuaderno con el primer borrador de Watt, de Samuel Beckett.

No sólo está lleno de tachaduras, sino de dibujitos que tal vez le ayudaban a pensar. Al lado, la primera versión del primer capítulo de Muerte en la tarde, de Ernest Hemingway. El primer párrafo está tachado entero. También enseña cuatro versiones distintas del principio de Vida y época de Michael K., de J. M. Coetzee, quien ha legado todos sus papeles en vida a la institución. Comparando las versiones, se aprecia que el nobel sudafricano empezó la novela con la madre de Michael K. hablando en primera persona. Luego probó con el niño hablando en primera persona. Luego, como una narración. En una versión, la mujer no era la madre del protagonista, sino su abuela. En este rincón de Austin se puede entrar en una sala de lectura y pedir que las enseñen todas, para eso están.

Esta es la misión de la Universidad de Texas. No se trata de impresionar a mitómanos, sino de poner a disposición del público las tripas del proceso creativo de los autores más aclamados. “Este es el tipo de material que queremos”, dice Barnard. “Un investigador abre esto y puede pasar horas estudiando el proceso creativo de este autor. Imagine lo útil que es esto para los estudiantes. Coetzee no hizo esto a la primera, probó varias veces hasta que dio con la forma de escribirlo”. El Harry Ransom Center recibe 10.000 investigadores al año en su sala de lectura. A partir de ahora habrá muchos más hispanohablantes.

Se podría decir que ya existe un nivel entre los escritores o personajes históricos: el nivel Austin. Que tus objetos personales se conserven y se puedan consultar en esta universidad. Así se explica que desde hace años las adquisiciones se estén negociando con personas vivas. Coetzee es un ejemplo. Norman Mailer comenzó a enviar sus papeles dos años antes de morir. En 2009, el actor Robert de Niro les vendió por cuatro millones de euros 1.300 cajas de recuerdos que guardaba en su casa: guiones anotados, fotos con pruebas de maquillaje, trajes de sus películas, la licencia de taxista que sacó para Taxi Driver. También están aquí los papeles originales con los que Bob Woodward y Carl Bernstein investigaron el escándalo Watergate. Se pueden consultar sus libretas de reporteros, llenas de teléfonos y notas apresuradas.

En este sentido, los papeles del periodista y nobel colombiano serán un imán para los investigadores, especialmente latinoamericanos. “El archivo de García Márquez será muy utilizado. Será estudiado durante décadas”, dice Stephen Enniss. Todavía están sin catalogar a fondo, pero tenemos una idea de lo que contiene. Enniss fue en julio a la casa del autor en México para hablar con la familia y hacer una valoración somera de lo que allí había.

Con él viajó José Montelongo, especialista en literatura mexicana del Llilas. Estuvo un día en aquella casa hurgando entre los papeles y dice que “ver cómo se editaba a sí mismo un autor como García Márquez va a ser un agasajo para los investigadores, críticos y admiradores”. Entre los libros hay una primera copia de Cien años de soledad, la novela que lo catapultó a la fama en 1967. El borrador del discurso de aceptación del Nobel en 1982. Varias versiones de Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos del cólera. Las 10 versiones de su novela inacabada, En agosto nos vemos. La última de ellas sigue teniendo correcciones, por lo que él no consideraba que estuviera lista para publicar. Especialmente jugoso es el material de documentación sobre Simón Bolívar que utilizó para El general en su laberinto, clasificado como él lo dejó. En definitiva, objetos en los que “se ve la lucha del autor con el lenguaje, las estructuras, los personajes, la atmósfera”, dice Montelongo.

La misión del Harry Ransom Center no es conservarlo en un baúl sino enseñarlo. Se podrá ver qué tachó, qué añadió, qué descartó, cuántas veces intentó ese comienzo o ese final hasta dar con la fórmula. El plan es que todo esté a disposición de aficionados e investigadores, y parte de ello digitalizado, antes de dos años. Además de los libros, entre sus objetos personales hay pasaportes, cartas, fotos y tres ordenadores Macintosh, de distintas épocas, de los que se desconoce su contenido.

En otras ocasiones se ha hecho pública la cifra del acuerdo económico (una de las más recientes: dos millones de euros por el archivo de Norman Mailer), pero no esta vez. “Soy un director nuevo y creo que mantener esa cifra en secreto ayudará a futuras negociaciones”, dice Enniss. “Cuando una cifra se hace pública, la gente asume que su archivo vale eso mismo que ha leído”. La agencia Associated Press ha exigido la publicación de la cifra basándose en las leyes de transparencia de Texas. El centro sólo cederá si se lo ordena la fiscalía. En todo caso, la oferta a la Universidad de Texas fue exclusiva. La familia de García Márquez ha dicho que eligió el Harry Ransom por su condición de referencia mundial en la conservación de manuscritos.

Quién no quiere poner sus manos sobre los papeles de García Márquez.

Por Pablo Ximénez De Sandoval / Especial de El País de España para El Espectador

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