Con un lenguaje visual perturbador y burlesco, Jorge Julián Aristizábal (Medellín, 1962) ilustra uno de los sucesos más vergonzosos de las últimas décadas que puso en tela de juicio la institucionalidad de las Fuerzas militares colombianas y la política de Seguridad democrática instaurada en los mandatos Álvaro Uribe Vélez. Los Falsos positivos fueron producto de las macabras estrategias de funcionarios del ejército para inflar el número de bajas dadas a los miembros de las Farc. La denuncia de este tipo de ejecuciones extrajudiciales en el 2008 desencadenó una serie de casos que hasta hoy están enmarcados por un halo de misterio e impunidad.
Aristizábal subvierte los códigos emblemáticos de la patria y crea una imagen trágico-cómica en la que protagonistas del escándalo y signos potentes, configuran la narrativa del suceso. La composición del dibujo del panel central es escalofriante: los seis personajes caricaturizados y quienes cargan con parte de la responsabilidad de los hechos, forman una cruz (detalle nada menor) y son el eje de una especie de organigrama “enterrado” que está rodeado por unas cajas-urnas con los esqueletos de “los positivos”. En la superficie conviven buitres, banderas, contrainsurgentes, campesinos (…) y la capa que la separa de lo subyacente, son militares que marchan hacía la imagen de Uribe. Desafiante, Aristizábal nos presenta un “contrainforme” con una lúcida carga de humor negro.
La forma de los dibujos me recuerda a Gross, a Giacometti, a Kokoshka, al Greco, quienes con trazos temblorosos y escurridizos supieron representar los dramas de su tiempo. Falsos positivos hace parte de la Serie Escándalos (2015) que aún está en proceso y que incluye, La toma del Palacio de Justicia, el Proceso 8000, Las chuzadas, El Aro, y Mapiripán. Espero, para el bien de la cultura visual colombiana, que este grupo de imágenes entre a ser parte de alguna de las colecciones públicas de los museos de este país. Estas obras exigen ser devoradas por los ojos, pero también por la consciencia.