El Magazín Cultural

Fantasía

El famoso circo, uno de los mejores espectáculos en vivo en el mundo, vuelve a Bogotá con su producción ‘Varekai’. Las funciones comenzarán el 21 de marzo e irán hasta el 5 de mayo.

Santiago La Rotta
14 de marzo de 2013 - 10:00 p. m.
Fantasía

El circo como una exageración de las capacidades humanas, un espectáculo pleno de improbabilidad y un azar peligroso que apenas es contenido mediante la dolorosa disciplina de una empresa que noche tras noche monta en vivo una de las hazañas más impresionantes del mundo del espectáculo.

La proeza, más allá de las acrobacias, es mantener el encanto, el influjo poderoso de una ensoñación reproducida completamente en vivo que, repetida con una exactitud que suele alcanzar la perfección, logra a veces arañar la divinidad.

Lo que el Cirque du Soleil vende es una fantasía: no una ilusión, no un espejismo, sino un grado superior de la creatividad, expresada a través del cuerpo. Una hipérbole de la experiencia humana. Arte.

El andamiaje de la precisión se quiebra y el atleta cae, falla, vuelve a intentar, pierde de nuevo. Los aplausos llegan igual de fuertes. Puede que no se trate de conmiseración o lástima. El error como parte (aunque sea fugaz) de un momento forjado con el drama y la tensión de un acto que no existe sólo en pro de la acrobacia, sino más de la narración. El circo cuenta una historia sutil y sin palabras, que resuena en lo profundo de casi cualquier persona, allá adentro, en los socavones del ritmo y el asombro.

Claro, es la larga repetición de un producto diseñado en algún lugar por un grupo de expertos. Pero, en general, no suelen ser muchos quienes se quejan porque los Rolling Stones canten Simpathy for the Devil cada noche.

La cosa nace en Montreal, Canadá, en los cuarteles generales de la compañía. Reuniones, desvelos, conversaciones al lado del botellón de agua, más reuniones. Un nuevo espectáculo nace con una idea, acaso un capricho. Después vienen las consultas, la creación comunal de un concepto, el desarrollo de una imagen, la delimitación de una narrativa para darle cuerpo a la coreografía colectiva que es el circo.

Desde ese punto arranca una carrera contra los cronogramas y los presupuestos para encontrar la gente adecuada, el artista indicado para cada rol, los músicos, los payasos. Como casi todo en la organización, el casting es una tarea casi surrealista, que llega a unos extremos que pocas empresas pueden calificar como verosímil.

Para Varekai, una de las producciones itinerantes del circo que se presentará en Colombia, los productores del espectáculo se dedicaron a viajar por el mundo durante varias semanas en busca del cantante ideal, una voz que llevara a la vida el ritmo gitano de la composición. Después de varios miles de millas acumuladas, escogieron a un artista y lo enviaron a Montreal. Su voz, después de todo, no era la indicada. Gracias por venir. No se trataba de un error. Tan sólo era la opinión divergente de varios otros. A buscar de nuevo.

No es azar. Es disciplina, rigor y una serie de términos y adjetivos para tratar de aprehender la operación de una bestia enorme que cada noche pone en escena más de 10 espectáculos únicos en su género, presentaciones todas diferentes, en distintos lugares del globo. Se estima que más de 100 millones de personas han asistido a una función del Cirque du Soleil desde su creación, en 1984.

Buena parte de ese proceso se adelanta casi permanentemente en salas de audición de varios países a donde llegan artistas callejeros, actores y un buen número de atletas de alta competencia; al menos la mitad de los acróbatas del circo provienen del mundo deportivo.

Después de unos días, de 40 candidatos se pasa a tres escogidos. En muchos casos, los seleccionados ni siquiera ingresan a una producción del circo, sino a una base de datos de donde, con algo de suerte, podrían ser llamados eventualmente para hacer parte del casting de un espectáculo.

Otros son llamados a un entrenamiento general. En promedio, sólo un tercio de estos últimos recibirá un contrato de la empresa; el resto regresará a la lista de espera. Sudor, sacrificio y dolor para clasificar, no para participar.

Este nivel de esfuerzo no resulta barato. A principios de este año la organización anunció el despido de 400 personas y el cierre de cuatro de sus espectáculos, ambas cosas debido al alto costo de sus producciones.

Pero más que una empresa exitosa y rentable, el circo se ha erigido como una especie de sagrado recinto para la imaginación, un lugar para apreciar la rotunda belleza de lo imposible.

Por Santiago La Rotta

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