El Magazín Cultural

Gabo vive en España

El legado de Gabriel García Márquez en el mundo hispano, es evidente al recorrer por estos días Madrid y Barcelona, dos ciudades que observaron de cerca algunos capítulos de su vida.

Nicolás Eliades Vesga / Madrid
25 de abril de 2014 - 11:10 a. m.
Gabriel García Márquez, abril 26 de 1981.
Gabriel García Márquez, abril 26 de 1981.

La muerte del célebre autor colombiano deja claro un hecho: Gabriel García Márquez es un regalo de la hispanidad al mundo entero. En España, el impacto de su muerte se hizo sentir como si se tratara de un hijo predilecto. En la madrileña Puerta del Sol, en honor al Día Mundial del Libro, surgió un retrato de Cervantes hecho con papelitos post-it que portaban los nombres de autores preferidos en puño y letra de sus lectores. Al acercarse al rostro famoso se detallaba vez tras vez el nombre Gabriel García Márquez, como si de un espejo se tratara. No es de extrañar, entonces, que “el Cervantes del siglo XX” trajera al idioma que compartimos un nuevo listón al que debe aspirar su literatura.

La historia de Gabo en España no se comprende sin la agente literaria del español más famosa del mundo, Carmen Balcells, quien en su cartera cuenta con nombres tan destacados como Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar o Pablo Neruda. Ella dice que cuando apareció Gabo, en los años 60, pensó que “su presencia podía ser una revolución”.

En 1966, año en el que se publicó “el Quijote de nuestros tiempos”, como tildó el poeta chileno, Pablo Neruda, a Cien años de soledad, Gabo deja atrás su hogar en la capital mexicana y llega a Barcelona, donde vivirá hasta 1975. Vino a la cuna de su idioma para “escribir sobre Franco” (el dictador que gobernó España desde 1939 hasta 1975), destaca el ministro español de Cultura, José Ignacio Wert, en su homenaje al autor colombiano tras la noticia de su muerte. Aunque Gabo nunca realizó esta intención. No directamente al menos.

Para escaparse de la sombra de su gran éxito, García Márquez vivió el ocaso del franquismo escribiendo El otoño del patriarca (1975). Esta historia nos lleva por el camino de un soldado latinoamericano, sin educación, que asciende en el ejército hasta llegar a imponer una tiranía de dos siglos. Como base tiene los recuerdos del dictador bajo el yugo de quien vivía, pero la historia termina desarrollándose más en el estilo de las dictaduras latinoamericanas que se gestaban por aquel entonces, con ecos esperpénticos dignos del dramaturgo gallego Ramón Mª del Valle-Inclán.
Los ecos españoles de Gabo

 Su estancia en Barcelona acercó al autor colombiano a un grupo de intelectuales conocidos como la gauche divine (la izquierda divina) que se reunía en la discoteca de moda con los intelectuales de la ciudad, Bocaccio, en la calle Muntaner, donde conocería a quien sería su editora, Carmen Balcells. De este grupo literario célebre también surgieron las amistades con varios de los que comprenden el Boom literario hispanoamericano, entre ellos Mario Vargas Llosa, José Donoso, Carlos Fuentes y Julio Cortázar. Dice sobre el mismo boom Donoso:

“Verdaderamente fue a partir del triunfo escandalosamente sin precedentes de Cien años de soledad”.

En esta época se destacan los buenos momentos en la memoria de Gabo, el principio de amistades imperdurable con genios de la literatura como Cortázar y Neruda, pero también albergan quiebros traumáticos. Está época vio el principio de un enfrentamiento que culminaría en el puñetazo más sonado de la literatura moderna.

El episodio se produjo en Ciudad Condal, México, al son del grito por parte del autor peruano: “¡Cómo te atreves a abrazarme después de lo que le hiciste a Patricia (su esposa) en Barcelona!”. Las malas lenguas indican que lo ocurrido giraba en torno a un “lío de faldas”, como se describe el incidente en el diario español El País. Ese acontecimiento sólo logró exacerbar el estado legendario de dos hombres que serían galardonados con el Premio Nobel de la Literatura.
Reflexionando sobre la muerte de su pródigo, Balcells declara que con esta “nace una nueva religión: El gabismo”, a la cual se adscribe y será una ferviente seguidora. “A ver si la vida me alcanza para adorarlo y disfrutar de los primeros milagros. Seguro que hará cosas extraordinarias. Yo prometo avisarles si la primera cosa que le he pedido esta madrugada me la concede. Si hay fe, sale”, dijo la agente estrella, sin indicar cuál fue su petición, el día después de la muerte de Gabo.

Por Nicolás Eliades Vesga / Madrid

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