La geometría del arte

Obra de Jorge Pizzani, expuesta en la galería La Cometa. /Cortesía

Nada tiene que ver el arte con el talento. Crear es, en esencia, una actividad del pensamiento conectada a ciertas habilidades técnicas; ambas formas deben ser entrenadas. Un artista jamás nace: su genialidad no es más que la suma de un valioso esfuerzo con una capacidad soberana y terca de desglosar un mundo que, para él, resulta trascendental. Ser artista es ser, al mismo tiempo, un claro ejemplo de obsesión.

Dichos juicios —que aplicarían para cualquier disciplina artística— son evidentes en la práctica en la exposición Signos contemporáneos en el arte venezolano, que estará hasta el 10 de octubre en la galería La Cometa. Bajo la curaduría de la crítica de arte venezolana María Luz Cárdenas, 14 artistas mostrarán cómo, a través de la plástica, han decantado un conocimiento que proviene del estudio de campos al parecer ajenos a la práctica artística: la física, la geometría y la cinética.

De allí parte su pensamiento y de allí parte, también, su práctica. “He tratado de buscar eso que es intangible —dice la artista caraqueña Corina Briceño, nacida en 1943—, que está dentro de uno: lo que tratas de buscar y de lograr. Esos recuerdos que no puedes atrapar por la transformación y el cambio. La misma memoria hace que esos recuerdos sean difusos y se transformen en otra cosa”. Briceño somete esa idea sobre la existencia al óleo y el lienzo. Aunque los materiales resultan tradicionales, no así el modo en que hila sus conceptos: hay allí, en tres de sus cuadros, sombras y manchas grises, difuminadas y entreveradas, que alcanzan cierto caos.

La exposición, dividida en siete estaciones con distintos tópicos, también incluye obras de, entre otros, Alberto Cavalieri, Pedro Fermín, Nanin García, Ana María Mazzei, Luis Mille, J.J. Moros, Ana María Olalde y Aureliano Parra. No existe un período de vida similar entre ellos: algunos son hijos de la década de los cincuenta y otros nacieron apenas despuntaban los ochenta. Sin embargo, hay un elemento que los une: el ejercicio del arte a partir de estudios de la luz y la interacción del espectador con la obra. Quizá eso ya lo han hecho; sin embargo, aquí el esfuerzo está centrado en obtener una relación de armonía entre el material y su expresión.

“Salgo a cazar materiales de la vida cotidiana contemporánea, generalmente plásticos y metales no degradables que sugieren posibilidades —dice la artista Ani Villanueva—. Luego las posibilidades se resuelven en el taller. La cacería es el comienzo de la inspiración (…). Intento recrear una naturaleza perenne, liviana e indestructible”. De ese modo, también, Arturo Quintero estudia los poliedros y busca combinar esas geometrías con otras formas. El resultado será, pues, una eterna creación de afinidades y vértices y ángulos que buscan, en últimas, crear una réplica del universo de formas abstractas, más allá de la razón común, que abundan en nuestro entorno. En el caso de J.J. Moros (Caracas, 1950), esas construcciones parten del hierro para darle un volumen tangible al mundo que representa.

“El proyecto —dice la curadora de la exposición, María Luz Cárdenas— se resuelve en un arco de tensiones marcado por estos dos polos (organización y estructura), que se deslizan entre el talante expresivo de la imagen (figuración) y las formas puras y los planos continuos en el espacio”. En palabras más sencillas: la propuesta de esta exposición combina la forma propia de las obras y su función en el espacio que ocupan. En breve: lo que son y lo que hacen.

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@acayaqui