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Guaguancó sin 'Chocolate' Armenteros

Falleció el miércoles en la noche el trompetista Alfredo Armenteros, una de las leyendas de la música en el Caribe.

Juan Carlos Piedrahíta B.
08 de enero de 2016 - 03:57 a. m.

Primero fue su enamorada. Después pasó a ser su novia y durante unas seis décadas fue su mujer. Su preferencia se la disputaron dos instrumentos: el saxofón tenor y la trompeta. Se quedó con la segunda porque entendió que sus condiciones corporales le permitían llegar más lejos tocando con sus labios un aparato de nombre femenino. Y no se equivocó.

“La trompeta es la primera mujer mía y después están todas las demás. Ella me ha dado todo en la vida y tengo que estar muy agradecido. Pero, contrario a lo que podría pensarse, solamente tengo una y en mi casa en Nueva York conservo un cornetín de los años en los que empecé”, afirmó el músico cubano Alfredo Chocolate Armenteros, primo hermano de Benny Moré, con quien grabó en varias oportunidades en la mayor de las Antillas.

Para él siempre fueron las cuentas claras y el Chocolate como debe ser: Armenteros. Un día lo confundieron con el legendario boxeador Eligio Sardiña, más conocido en el mundo de los cuadriláteros como Kid Chocolate, y desde entonces se animó a compartir esa dulce denominación. Fue nulo su parentesco con el deportista, pero le agradeció inmensamente el seudónimo porque antes, en vez de Alfredo, le decían Sebastián, Alfonso y de muchas otras maneras.

Alfredo Chocolate Armenteros nació en Ranchuelo, provincia de Las Villas, en Cuba, un pedacito de tierra que le enseñó la tercera parte de todo lo que supo en vida porque lo demás lo aprendió durante sus viajes por más de 70 países. De todas sus presentaciones salió aplaudido y el público no se arrodilló ante su carácter virtuoso sólo por el hecho de no perderse la oportunidad de bailar escuchando un recorrido propio por ritmos antillanos como la guaracha, el son, el latin jazz, la guajira, el mambo, el chachachá y la pachanga, sin olvidar sus muy conocidas descargas salseras.

“Tengo más de 80 años, estoy como un coco y todavía toco como si tuviera 20. Es decir, que si tengo un pitcher un poco lento le robo la segunda base porque la trompeta la hago sonar muy rico, le pongo energía, técnica y fuerza. Yo estaré al lado del instrumento hasta que Dios quiera y mientras tenga labio para eso, pues toca seguir gozando. Pero yo creo que a mí no hay quién me retire. Me retiro yo mismo cuando me dé cuenta de que ya no puedo más”, comentó entre risas el trompetista que grabó su primera producción discográfica el 18 de mayo de 1949 con la orquesta de René Álvarez.

Tocó con tantas agrupaciones que en los últimos recuentos que hizo ya omitía nombres emblemáticos. Ese don de adaptarse a las exigencias de los demás y el buen espíritu para compartir con los colegas le dieron la oportunidad de sobresalir al lado de las verdaderas figuras de las sonoridades latinas. El Septeto Habanero, el grupo de Arsenio Rodríguez, la Orquesta de Machito, la Big Band de Benny Moré, el Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorkino, Israel Cachao López, la Sonora Matancera, Papaíto y Alfredo Valdez fueron tan sólo algunos de los colectivos en los que brilló. “El público siempre me ha premiado con su calor, pero yo creo que ahora me ven más feo porque estoy más viejo”, sostuvo el artista, sin perder de vista su instrumento.

Además de trompetista se destacó como productor, arreglista y compositor. Sus creaciones Chocolate aquí, A pasear en coche, Hot Chocolate y Mi guajira se convirtieron en verdaderos íconos de la música cubana.

En 2008 saltó a la pantalla grande al figurar en el reparto de la película The Lost City, protagonizada por Andy García. A Armenteros le gustaba la vida al son que le tocaran, porque para él toda la música tiene su encanto.

De un tiempo para acá Alfredo Chocolate Armenteros dejó de tener proyectos musicales para concentrarse en el cuidado de su salud. Jamás, eso sí, permitió que los minutos transcurrieran sin acariciar, tocar, saborear y hace sonar a la mujer más importante de su vida.

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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