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Hernán Díaz revelado

La muestra reúne cerca de ochenta de las mejores fotografías de Díaz, algunas inéditas, que ahora hacen parte del archivo de la Biblioteca Luis Ángel Arango.

Sara Malagón Llano
15 de mayo de 2015 - 02:44 a. m.
“Los niños de la casa vieja” (1969), de Hernán Díaz. / Fotos: “Hernán Díaz revelado: retratos, sesiones y hojas de contacto”
“Los niños de la casa vieja” (1969), de Hernán Díaz. / Fotos: “Hernán Díaz revelado: retratos, sesiones y hojas de contacto”

En 2012 el Banco de la República adquirió una selección de 1.000 imágenes en copias impresas y digitales del archivo de Hernán Díaz, uno de los pilares de la fotografía en Colombia a partir de la segunda mitad del siglo XX. Esta selección compone una muestra representativa del trabajo de Díaz, marcado por la riqueza artística de las imágenes del fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson, considerado el padre del reportaje gráfico, y por la influencia de los estadounidenses Richard Avedon (fotógrafo de moda y retratista) e Irving Penn, de quien fue alumno. Sus retratos, como los de su maestro, reflejan un estilo minimalista caracterizado por la economía de elementos, la ausencia intencional de referencias estilísticas y la teatralidad de las poses.
 
Hernán Díaz nació en Ibagué en 1929. Estudió en la Photographers School de Connecticut, Estados Unidos, y fue miembro de la American Society of Magazine Photographers. En los sesenta sus fotografías empezaron a publicarse en medios internacionales como The Christian Science Monitor y las revistas Life en español y Time, y en Colombia su trabajo apareció en Cromos y El Espectador. Por su lente pasaron personajes reconocidos de la vida pública, como Virgilio Barco, César Gaviria, Julio Mario Santo Domingo, Gabriel García Márquez, Fanny Mikey, Jaime Garzón, Carlos Pizarro y Luis Carlos Galán. Suyo es también el retrato emblemático de Antanas Mockus que imita una escultura de Rodin, El pensador.
 
Si bien es particularmente reconocido por sus retratos, sus reportajes sobre Cartagena, Bogotá, Nueva York, San Andrés, Santa Marta y Boyacá registran la espontaneidad y la poesía que hay en lo anónimo, en las calles de una ciudad, en los paisajes campesinos.
 
La obra de Hernán Díaz es especialmente relevante, porque marcó un quiebre en la fotografía del país. Díaz no sólo fue un fotógrafo prolífico, sino que llevó la fotografía al nivel de lo artístico en el panorama colombiano. Desde Hernán Díaz y sus contemporáneos Leo Matiz, Nereo López y Manuel H., las fotografías fueron dignas de colgarse en las paredes de los museos. Fue uno de los primeros fotógrafos en exponer en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y fue el primer fotógrafo al que el Mambo le hizo una retrospectiva individual, “Mi cámara en mi laberinto”, en 1974.
 
“Hernán Díaz desempeñó un papel de singular importancia en cuanto devolverle a la fotografía el estatus de medio artístico que la había caracterizado desde su aparición en 1840 hasta finales del siglo XIX. Dicha consideración se había perdido al generalizarse la idea de que la fotografía consiste simplemente en una serie de operaciones manuales que no pueden compararse con obras que son frutos de la inteligencia, y al ser erradicada de los salones artísticos, donde sólo volvería a aparecer gracias en gran parte a sus gestiones y a la admiración suscitada por su obra entre pintores, escultores, músicos y escritores, en los años setenta”, dice el curador Eduardo Serrano en El arte de la fotografía. 
 
Gracias al visto bueno de Marta Traba, quien guiaba el sendero del arte en Colombia en ese tiempo, rechazando a los indigenistas con miras a “modernizar” el arte colombiano, Díaz entró a ser parte de la élite de la modernidad artística en Colombia. Hernán Díaz se codeaba también con los Seis artistas contemporáneos colombianos, título del libro que publicó en colaboración con Traba, que reúne fotografías de Eduardo Ramírez Villamizar, Enrique Grau, Alejandro Obregón, Fernando Botero, Édgar Negret y Guillermo Wiedemann. El grupo solía reunirse en la casa de Díaz y Rafael Moure en el barrio Bosque Izquierdo de Bogotá, bautizado como “La colina de la deshonra” por los artistas. Y eso lo inmortalizó Hernán Díaz en una de sus fotografías. Seis artistas contemporáneos colombianos fue el primer libro con el que empezó la difusión masiva de sus fotografías.
 
La exposición que ahora presenta la Luis Ángel, “Hernán Díaz revelado: retratos, sesiones y hojas de contactos”, incluye un grupo de retratos, una selección de fotos de Cartagena y fotografías de paisajes e industrias. Entre todas ellas hay imágenes inéditas e imágenes ocultas que revelan al fotógrafo en su proceso: las selecciones, las correcciones, los tachones que sugieren lo que debía ser revelado de nuevo, lo que hubiera preferido conservar oculto y para sí y lo que decidió que fuera publicado. En esta muestra lo traiciona la esencia misma de la fotografía, la de ser huella, una marca que queda y puede ser descubierta a menos que sean destruidos sus revelados y sus primeras manifestaciones, los negativos, las hojas de contacto. Los señalamientos y grafismos destapan el proceso creativo mediante el cual Díaz fue construyendo su propia obra. Lo que intentó controlar y lo que escapó a su control, ambas cosas conforman la exposición.

Por Sara Malagón Llano

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