El Magazín Cultural
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“La historia de Europa está llena de calaveras”: Denemarková

Lo tiene claro: no existen los culpables ni las víctimas, ni los vencedores ni los vencidos.

Enrique Patiño
29 de abril de 2016 - 05:07 a. m.

“Todos somos vencidos. Una guerra no termina cuando se firma la paz, pues luego las relaciones, el dolor y los sentimientos continúan desarrollándose”. Una frase que parece sacada del contexto de Colombia, pero que pronuncia una escritora checa punzante que ha investigado las consecuencias de la guerra y ha escrito sobre ella. (Vea acá nuestro especial de Feria del Libro de Bogotá)

Precisamente por eso presentó a Nanette Blitz en la Filbo, la compañera de Ana Frank sobreviviente del Holocausto, para hablar de lo que queda después de los conflictos, que no siempre es la paz. También, en esos rezagos de la guerra, quedan el resentimiento, el desprecio y, de nuevo, la discordia.

Radka Denemarková, quien estudió germanística y bohemística en la Facultad de Filosofía de la Universidad Carolina de Praga, publicó El dinero de Hitler y ganó con esta obra el Premio Magnesia Litera de prosa. La edición polaca fue nominada al Premio Angelus (2009), la alemana obtuvo el Premio Literario Usedom (2011) y el Premio Georg Dehio (2012). Por su novela Kobold (2011) fue nominada al Premio Josef Škvorecký. Sus textos han sido traducidos a 17 lenguas.

En el primer capítulo de “El dinero de Hitler”, Denis, un niño de cinco años, excava con su pala de juguete y encuentra una calavera humana. Al igual que Denis con su pala, ¿qué calaveras y esqueletos encontró al investigar y escribir su novela?

La historia de la Europa Central y la historia de la humanidad están llenas de calaveras. El niño con el cráneo simboliza para mí a Hamlet con el cráneo que se cuestiona de manera fundamental y que no le teme a la verdad. Escribí sobre el llamado “segundo holocausto”, el cual iniciaron los checos después de la Segunda Guerra Mundial. A través de mis primeras novelas investigué el espacio de Chequia, y de la Europa Central, lugar donde vivo, donde he nacido y donde probablemente moriré. Necesitaba conocer las relaciones históricas y sociales que definen a la actualidad. Como resultado de la investigación sobre nuestra mentalidad nacieron tres libros (El dinero de Hitler, ¿Quién llama a la puerta? y Kobold). Es evidente que no somos una simple suma del pasado. Pero no podemos huir de él. Yo escribo sobre la actualidad. Las historias vitales sobrepasan las construcciones mentales y los marcos de los historiadores, por ello muchos temas se callan. Pero cuando se llega hasta la médula, ya no se puede desviar. Porque es la única manera de profundizar la comprensión de la víctima.

La protagonista de “El dinero de Hitler”, Gita Lauschmannová, es una refugiada, una mujer que se salva del Holocausto y que al regresar a su hogar no es bienvenida. ¿Qué opina de los cientos de mujeres como ella que huyen de la guerra en Siria y no son bienvenidas en Europa Central?

El dinero de Hitler es infortunadamente actual. Es la historia metafórica de un fugitivo que no es bien recibido en ninguna parte. Es la historia de una víctima. Yo estaré siempre del lado de las víctimas. A la verdad hay que llamarla por su nombre. Todos le temen a la verdad. Siento un gran horror al saber que las jóvenes fugitivas en los barcos que aterrizan en la isla Lampedusa han sido violadas por otros fugitivos. Nada es blanco y negro. Y el totalitarismo del comunismo o del nazismo no es el único. Existen totalitarismos en las empresas, en las familias, en las relaciones. Todo lo que la sociedad desaloja sale a flote a lo largo de algunas generaciones.

Una escritora en realidad no puede borrar las huellas, no puede negar el dolor. Es así como el lector se puede encontrar en la narración. A través del dolor oculto, ambos, el escritor y el lector, encontrarán la sensibilidad. Se sumergen en la lengua en la cual purifican la historia de la vida oculta, trátese de la historia o de la actualidad. No importa absolutamente si son víctimas del antisemitismo, el racismo, el fundamentalismo cristiano o islámico, de guerras, alemanes repatriados o adultos que vivieron violencia familiar o niños enviados sin razón a los hospicios.

En su novela de 2014, “Contribución a la historia de la alegría”, la investigación policial sobre el suicidio de un empresario evoluciona hacia el tema de la violencia contra las mujeres. ¿Qué la llevó a explorar este asunto?

Mi objetivo con la novela Contribución a la historia de la alegría era devolverles a las mujeres su verdadera independencia y su indiscutible e innegable dignidad. Es decir, el hombre libre no puede vivir sin la mujer libre. Y el hombre debe respetar que la realidad de la mujer es diferente de su realidad. Y, por otra parte, la mujer libre no puede vivir sin el hombre libre y debe respetar el hecho de que la realidad del hombre simplemente difiere de la suya. Este es el camino hacia una humanidad feliz.

Durante todos los conflictos armados y durante las guerras, las mujeres son violadas. Y esa violación no tiene nada que ver con el sexo. Se trata de un arma de destrucción masiva. Es un crimen terrible. La paradoja consiste en que la vergüenza no la tiene el que comete el crimen sino la víctima. Estoy tomando siempre la posición de los “personajes” que en este momento necesitan ayuda, que están en desventaja o son víctimas. No se trata de género. Se trata de la realidad.

En Contribución a la historia de la alegría empecé a meditar sobre los crímenes horripilantes nunca castigados y sobre los hechos que hoy en día me duelen al máximo, que son sobre todo la unión entre la religión y la política. Estoy totalmente convencida de que la fe tiene que ser una cuestión privada. Casi todas las religiones expulsan un grupo de la gente anticipadamente y las mujeres son cuerpos de segunda categoría. Esta es una marca que ha estado tatuada en nuestra mente durante siglos. Muchas organizaciones en África tienen que resolver los destinos de las niñas huérfanas abandonadas, porque allí las niñas son consideradas cosas sin valor. El reflejo de la desaparición de las alumnas de Nigeria también forma parte de mi libro. ¿Cómo pueden desaparecer tantas personas y no haber ninguna pista mientras tenemos todos los soportes técnicos imaginables? Y finalmente nos enteramos de que el gobierno nigeriano lo sabía todo, y toleró el secuestro porque hacía parte de la lucha política porque un partido basado en el Islam no quiere que las niñas estudien y salgan de casa. Y así las niñas eran secuestradas y torturadas como esclavas sexuales.

Usted ha traducido varios libros de la Premio Nobel Herta Müller del alemán al checo. ¿Conocía a Müller antes de traducirla? ¿Qué opina de su obra?

Después de cada novela me siento bastante herida. Con las traducciones “descanso” en medio de mi propia escritura. De Herta Müller me llamó la atención su lengua. En realidad, nadie se interesaba en sus libros, con la disculpa de que “los temas rumanos no interesan a nadie”. Y después, cuando recibió el Premio Nobel, de repente apareció el interés. Eso me confirmó la superficialidad de nuestra época.

En Colombia, fuera de las dos K (Kafka y Kundera), poco conocemos de la literatura checa. ¿Qué autores les puede recomendar a los lectores colombianos?

T.G. Masaryk, Ji?í Kolá?, V?ra Linhartová, Milada Sou?ková, Bohumil Hrabal, Václav Havel. Eso son los autores que salieron de un espacio limitado. Son parte no sólo de la literatura checa sino de la universal. Ellos valoran los conceptos de verdad, respeto hacia el hombre y el humanismo.

Por Enrique Patiño

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