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Las historias de 'The 33'

Por las características de las minas de sal y por los incentivos fiscales para el cine en Colombia, la primera fase de grabación se hizo en Nemocón y Zipaquirá.

David Otero Nieto
04 de febrero de 2014 - 03:02 a. m.
Antonio Banderas y Mario Sepúlveda, el personaje que interpreta en la película. / EFE
Antonio Banderas y Mario Sepúlveda, el personaje que interpreta en la película. / EFE
Foto: EFE - FELIPE TRUEBA

De una forma u otra, James Cameron sabía que el Titanic tenía que hundirse. Asimismo, Patricia Riggen (México), directora de The 33, sabe que los mineros deben emerger de la tierra como héroes. Como ella misma lo reconoce: “Es una historia de final feliz. Salieron vivos, eso fue un milagro y una de las historias más positivas que ha tenido el mundo y los noticieros en muchos años. Entonces, tomando la esencia de ese final feliz, intentamos descubrir por qué, y eso significa que pasaron muchas cosas que llevaron a ese final”.

Esta historia no tiene un héroe único, pese a la participación de una figura histriónica de reconocimiento internacional como Antonio Banderas. Cada personaje dentro de la mina San José, escenificada en las minas de los municipios de Nemocón y Zipaquirá, en Cundinamarca, es un mundo diferente, con los problemas que encarna cada una de sus vivencias, debilidades y carencias, explotadas al máximo para reproducir las historias particulares y sumando el tinte personal que imprime cada actor.

Mario Casas, actor español de 27 años y confeso aprendiz de Banderas, describió lo que significaba para él trabajar con este intérprete: “Yo trabajé con él hace siete u ocho años; él era director de la película El camino de los ingleses. Soy joven todavía y lo único que puedo hacer en una película así, en un idioma que no es el mío, es empaparme de grandes actos, y el primero es Antonio”.

Pese al marco de características inalienables de cada uno de los mineros chilenos, Juan Pablo Raba, uno de los dos colombianos con un rol determinante en la cinta (junto con Gustavo Angarita), recalcó que en esta obra no se hace una exploración biográfica. “Tenemos una libre interpretación. La información que teníamos era la que estaba en las manos de todo el mundo a través de internet, pero esta es una interpretación libre de la directora, de los escritores y de cada uno sobre lo que ocurrió en la mina”, contó luego de grabar una de las últimas escenas que se realizaron en Colombia.

Los mineros emigraron a Chile para grabar, desde comienzos de febrero y hasta mediados de marzo, el momento cumbre de la película, el final que el mundo pudo ver a través de los medios internacionales: el escape de la mina gracias a la cápsula Fénix, otro elemento inexorable de esta historia.

Los momentos de tensión que se vivieron en esta pieza de maquinaria, el ascenso en su limitado espacio —durante más de 15 minutos—, la posibilidad de alguna falencia o detención intempestiva, fueron algunos de los alicientes para que esta escena, junto con la del derrumbe inicial, se convirtiera en uno de los mayores retos para el equipo de efectos especiales, un grupo reconocido que cuenta entre sus filas con Alex Henning, ganador del Óscar por la película Hugo (2011) y nominado para la próxima edición del certamen con la cinta Star Trek: En la oscuridad (2013).

Otro de los mayores retos para la filmación, en cuanto a la narrativa visual y escrita, está en la veracidad de los hechos, que no debe restarle dramatismo a la representación. Como una muestra de la dicotomía ficcional de esta filmación, en la mina de sal de Nemocón se encontraron las paredes falsas de metal y yeso con antiguos muros de piedra sostenidos por troncos de eucalipto en estado de fosilización a la salmuera, logrando, según Henning, situarse “entre la ficción y la realidad”.

El equipo de The 33 está conformado también por Checco Varese, director de fotografía en películas como Titanes del Pacífico (2013). “Es otra película, es un lenguaje completamente distinto, son dos proyectos diferentes que, a la vez, deben tener un engranaje muy sutil; lo que dicen aquí debe reflejarse allá y lo que dicen allá también aquí”, declaró Varese sobre las grabaciones que se realizan actualmente en Chile, con las altas temperaturas del desierto de Atacama y su incesante sol sin sombra.

Además de los espacios, el cuerpo será también un importante medio de expresión: evidenciará las heridas, golpes y todo lo que el incidente causó en los mineros. Del cuidado de estos índices visuales se encarga Ana Lozano (previamente en Robocop y Piratas del Caribe 4), cabeza del equipo de maquillaje y pieza importante del control cronológico de las escenas, reflejado en el estado físico de los actores.

Otrora abarrotada de personas y equipos de la filmación, la mina de sal quedará como una parte importante de esta experiencia fílmica, como un museo que muestra el lazo permanente que se creó entre Colombia y Chile gracias a la película. Permanecerán, a modo de trofeo para la población cundinamarquesa, fotos con los actores y algunas piezas de la escenificación utilizadas en el refugio de los mineros, un nuevo atractivo para los visitantes de este escenario natural.

koastska@hotmail.com

@lacostamalvada

Por David Otero Nieto

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