El Magazín Cultural

Indio Solari: “La canalla no descansa nunca”

El músico argentino, quien ofrecía un recital el sábado pasado, que terminó en tragedia, fue el creador de una de las bandas más emblemáticas del rock duro en Argentina, Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota. Esta es su historia.

FERNANDO ARAÚJO VÉLEZ
15 de marzo de 2017 - 10:24 p. m.
Indio Solari: “La canalla no descansa nunca”

En La Plata desolada, amordazada, temerosa. En la Plata de los Ford Falcon repletos de tiras que golpeaban sin preguntar y preguntaban para condenar, de las libretas que eran listas negras y muerte. En La Plata de los ocho estudiantes que protestaron y lucharon porque les subvencionaran el pasaje de bus y terminaron en húmedos subterráneos, y luego desaparecidos. En La Plata de esa noche, la del 16 de septiembre de 1976, y de algunas noches más que fueron La noche de los lápices. En La Plata recreada en el cine, y cantada y sufrida por Charly García y Nito Mestre “detrás de las paredes, que ayer te han levantado…”.  En La Plata donde, años más tarde, las placas en el piso de las casas se multiplicarían con letreros oxidados que decían y dicen “de esta casa salió una tarde de noviembre de 1977 Rosa María Lizcano para no volver jamás”.

En la Plata sangrada y sangrante ellos cantaban y tocaban y alebrestaban. Sus canciones eran himnos a la liberación y a la lucha. Chocaban, estremecían, reventaban en sótanos alejados de las comisarías y se subían a los escenarios de cinco en cinco y se turnaban allí, cada uno con un instrumento elegido casi que al azar, y alternaban el teatro con el rock, y el rock con el licor, y el licor con la rabia, y la rabia con el miedo, y todo ello con el odio y con la pasión de decir, con la necesidad de gritar. Con lo que cuesta armar un full, cantarían luego, porque a ellos también les costaba armar un full. Les costaba armar una resistencia, porque les costaba convencer y les costaba sobrevivir a lo que les iban contando todos los días, a lo que ellos mismos iban viendo. Que a fulana se la llevaron y no ha vuelto, que a sutano lo lanzaron desde un avión al Río de la Plata. 

En La Plata empezaron a convertirse en la voz de los marginados, en esa voz del rock que se iba perdiendo, en una voz sin estudios pero incisiva, una voz cuchillo que destazaba a quienes se atrevían a escucharla. En La Plata fueron dejando de pertenecer a la La cofradía de la flor solar, una especie de comuna hippie, para transformarse en una banda con nombres propios, Insio Solari, Skay Beilinson, Sergio Dawi, Willi Crook, Tito Gargo, Gonzalo Palacios y la negra Polly Castro.  Y luego dejaron La Plata para encontrase en sus alrededores y llegar a Buenos Aires, y allá, grabar su primer disco, Gulp!, en 1985, y acuchillar con letras que decían:

Mi héroe es la gran bestia pop, Que enciende en sue?os la vigilia
Que antes que cuente diez, dormir?.
A brillar mi amor.
Vamos a brillar mi amor.
Mi amigo está groggie sin destilar.
Pero yo sé que hay caballos que
Se mueren potros, sin galopar.
Voy a bailar el rock del rico Luna Park
Y atomizar la butaca y brillar
Como mi héroe: la gran bestia pop.

Desde Gulp todo cambió, como tenía que cambiar. Gulp fue la bomba a la que le siguió otra bomba, y fue una suerte de fetiche para una tribu que se sintió identificada con aquellos parias que les cantaban y se promocionaban por debajo, muy por debajo del sistema y de la industria, casi que de voz en voz. Crecía la leyenda. Se decía que eran adictos a la droga, y que los buñuelos que repartían en sus primeros recitales con queso de ricota tenían droga. La droga era su sello, comentaban sus feligreses y sus detractores, pero unos y otros acudían a sus misas, que eran sus conciertos, y unos y otros, luego, muy luego, se miraron como en un duelo cuando estrenaron ‘Me matan Limón’, un monólogo sobre los últimos minutos de Pablo Escobar, antes de que agentes del bloque de búsqueda, o quienes fueran, lo acribillaran sobre un tejado en el barrio Los olivos, de Medellín. ´Me matan, Limón´´, dijeron que había dicho Escobar antes de morir. “Me matan, Limón! Hijueputas, Limón! Por los techos viene el bloque otra vez!”, cantaba El indio Solari.

 

Pasados unos meses de la grabación de Gulp, Patricio Rey y Los redonditos de Ricota presentaron Oktubre, un álbum que abría con el himno de la Internacional tocado a la manera de Los redondos. Bombas, disparos, sangre, rock, guitarras, gritos, heridas y más bombas. La revolución de Octubre. Lenin, Trotski, Los soviets, la Plaza Roja de Moscú, Petrogrado en llamas, el proletariado al poder y el poder del proletariado. Oktubre era y fue el himno de los humillados, la victoria de los pisoteados. “De regreso a Octubre, Desde Octubre, Si un estandarte de mi parte, Te prefiero, igual, internacional”.

 

El pasado sábado sobre la medianoche, trescientos mil o más adeptos se metieron en una población llamada Olavarría para reconocer a su viejo ídolo, al Indio Solario que se había largado para caminar su camino por su cuenta. Y esa noche la marea iba y volvía, subía y bajaba. Y esa noche nadie podía controlar a nadie. Y él había dicho que tuvieran cuidado, que algo olía raro, que había intereses. Nadie lo escuchó. Uno, dos, cinco, mil, cien mil y trescientos mil. Todos empujaban y brincaban. Y Solari decía que se echaran para atrás, pero nadie quería oír. Nadie. Al final, la tragedia: dos muertos, varios heridos, los medios, todos, señalándolo como el responsable. Maradona, en su defensa.  Él escribió una extensa carta a un amigo, reproducida luego. Decía:

Debo creer que, en justicia, nunca les ha interesado mi manera de actuar políticamente. Están convencidos de su mirada y de sus actos, viéndolos como los únicos gestos posibles y efectivos para pulsear con los eternos dueños del poder. No sé que motiva esa creencia a la luz de los resultados. Mi motor político tiene muy poco que ver con esas maneras. Tengo la edad suficiente como para no tolerar más el dominio cíclico de quienes así justifican sus acciones.

He acompañado, con expresiones de ciudadano elogiosas, decisiones que tomó la administración Kirchner toda vez que en una entrevista me preguntaron algo al respecto. Eso me ha transformado para muchos en la ‘rata kirchnerista’.

Sin embargo, mi manera de oponerme a los “círculos dominantes’, del color que sean, no llega a transformarme en algo con similar poder. Parece ser que la fábula madre ha impuesto que ‘para luchar con un monstruo debes contemplar la necesidad de transformarte en uno’ Ya hemos visto cómo termina eso. Sartre nos lo contó en El Engranaje hace mucho tiempo ya. Todo esto me obliga a definirme periódicamente, cosa que siento humillante. Pero bueno… ¡que ruede la bola!

Soy un hombre de la psicodelia y por lo tanto comparto, con pocos, una visión diferente a la que abunda en la sociedad. No voy a exponer en éstas líneas lo que deja la experiencia lisérgica. Lo importante, lo desconocido y al mismo tiempo ignorado, es la transformación metafísica que se da en uno durante esa aventura. Desde allí creo que, mi codiciada por muchos políticos, llegada a las gentes, se debe a simplezas que exhiben mis canciones mientras transportan emociones.

Creo, eso sí, que se debe trabajar mucho sobre y con la educación y la cultura en honestidad. Hombres y mujeres transparentes y diáfanos, ante un proyecto mediocre, se darán maña para llevarlo adelante con bien. Mientras que con un plan brillante, la canalla volverá a arrastrarnos con su desvarío planificado al sufrimiento.

He acompañado en toda causa de derechos humanos, incluyendo libertades primordiales y acceso a labores que permitan vivir dignamente. Pero estos últimos meses, compromisos tomados en distintos momentos y resueltos todos a la vez(no por mi conveniencia), han limado mi personalidad artística. Con dedicación en algunos casos han tratado también, de confundirme con artistas entregados al entretenimiento. No veo mal que muchos y dignos se dediquen a ello, pero nunca estuvo en mis planes mantener entretenida a la gente.

Todo esto, sumado al cansancio que trae mi dolencia y los cambios de temperamento que provocan mis medicinas me llevan a tomar un descanso, quizás prolongado, de mis presentaciones en público. No faltará quien me eche en cara que este no es el mejor momento. NUNCA ES EL MEJOR MOMENTO. LA CANALLA NO DESCANSA NUNCA”.

Por FERNANDO ARAÚJO VÉLEZ

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