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La intimidad de un notable

La periodista Diana Sofía Giraldo y su obra “López, sus demonios, amores y batallas políticas” descubren facetas desconocidas del presidente liberal Alfonso López Michelsen.

El Espectador
01 de mayo de 2015 - 03:52 a. m.
López Michelsen y su esposa, Cecilia Caballero, en la sala de su casa en Bogotá en 1962.
López Michelsen y su esposa, Cecilia Caballero, en la sala de su casa en Bogotá en 1962.

Antes de que la tecnología de las comunicaciones revolucionara al mundo, las cartas eran protagonistas. En ellas quedaban rastros y vivencias de familias y amigos. También se conservaban secretos que la posteridad se encargaba de sacar de su encierro. Este legado epistolar permite ahora asomarse al fuero íntimo de uno de los personajes más influyentes en la historia contemporánea de Colombia: el presidente liberal Alfonso López Michelsen. Una correspondencia que sus allegados conservaron a lo largo de 75 años y que la periodista Diana Sofía Giraldo acaba de hacer pública en un estético homenaje a su vida, su obra y su memoria.

López, sus demonios, amores y batallas políticas es el título del libro que recoge facetas desconocidas de un hombre público que Giraldo califica como “el último humanista político colombiano”. Un hombre que vivió 94 años en permanente relación con el saber y que, más allá de sus realizaciones políticas, les dedicó bastante tiempo a la lectura, a la comprensión del mundo y, por supuesto, a su entorno privado y familiar. No son sus memorias, tampoco una biografía; lo que trasciende de la obra que ahora circula es el ser humano preocupado por la ausencia o el devenir de la Nación, visto a través de sus escritos de puño y letra.

El despecho por su primera novia; las reflexiones compartidas con su madre, María Michelsen; los comentarios de estadista a estadista con su padre, el presidente Alfonso López Pumarejo; su esposa, Cecilia Caballero, a quien denominó su “piedra angular”; sus dudas políticas, su fastidio por las falsas reverencias, sus hijos; la cotidianidad de un bogotano ilustre que aprendió a vivir parado en los caminos de la historia. Un legado particular que ahora se hace público, con los membretes, sellos postales y caligrafía de la época. El diseño y la curaduría elegidos para que cada página de las 300 que comprenden la obra permita revivir al ser humano detrás del dirigente político.

Además de los documentos aportados por la familia López o la secretaria del presidente en sus últimos años, Luz Marina Farieta, Diana Sofía Giraldo buscó durante año y medio en periódicos, archivos oficiales y colecciones privadas, hasta condensar un inventario suficiente. Con el apoyo del Ministerio de Cultura, Seguros Bolívar y la fundación Víctimas Visibles, el libro López, sus demonios, sus amores y batallas políticas constituye un valioso patrimonio bibliográfico para recordar a un colombiano nacido hace 102 años que desde sus tiempos de juventud encaró la vida con la convicción de convertirla en acción permanente.

Sus horas de estudiante en el Liceo Pascal de París (Francia), su devoción por Marcel Proust en su trajinar por Europa, al punto de renovar su confianza en sí mismo, los días que pasó por el consultorio del psicoanalista chileno Fernando Allende para curarse de un mal de amor, la comunicación con su esposa e hijos en los momentos difíciles del fragor electoral, el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), el periódico La Calle, los telegramas para marcar el rumbo de sus copartidarios, “las confidencias más allá de la muerte”, como tituló Diana Sofía Giraldo el prólogo que acompaña una obra forjada para ser vista una y otra vez.

Sus gafas, su tintero, sus pipas, sus palos de golf, su biblioteca, el ambiente donde vivió y pensó junto a sus tres hijos, Alfonso, Juan Manuel y Felipe, y que el país que supo de sus logros como estadista apenas ahora puede empezar a conocer. Con aportes de su amigo y seguidor de siempre Álvaro Escallón, con los del célebre fotógrafo Leo Matiz o los de otros reporteros que conservaron periódicos y revistas sobre su transcurrir por la vida pública y, obviamente, con los cientos de cartas, documentos y objetos personales que su familia guardó celosamente durante siete décadas, y que ahora pertenecen a la sociedad colombiana, a la que Alfonso López Michelsen entregó sus instantes mayores.

Por El Espectador

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