El Magazín Cultural

Iván Gaona: Colombia es un país campesino que se discute desde las ciudades

Director de cine, guionista y fundador de la productora La banda del carro rojo, Iván Gaona produce y dirige un tipo cine que ahonda en los conflictos humanos y su relación con la violencia de las regiones. Su primer largometraje Pariente será proyectado en el marco de la programación del X Encuentro Nacional de Escritores Luis Vidales el día sábado 9 de septiembre en el Teatro de la Casa de la Cultura de Calarcá, entrada gratuita.

Catherine Rendón Galvis
08 de septiembre de 2017 - 08:00 p. m.
Cortesía
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¿Cómo es hacer cine en la provincia? ¿Por qué descentralizar el cine e ir a las regiones y hacer cine con las personas que viven ahí?

Colombia es un país campesino que se discute desde las ciudades. Allí en esas ciudades, las grandes expresiones del arte encuentran eco y espacios de discusión, pero allí en esos espacios de discusión, ese país campesino se deforma dependiendo de los puntos de vista que sugieren las discusiones. El cine es una constancia de un momento histórico de un espacio geográfico y temporal. En una película se condensan radiografías de grupos sociales que además de contar una historia que los une, dejan un testimonio concreto de sus formas de relación, de sus acentos, de sus emociones, de sus reacciones frente a esas emociones. Ese testimonio convertido en memoria a través de la película habla de un país mucho más cercano que el que se discute desde la ciudad, y mucho más si los protagonistas de ese escenario narrativo salen de las mismas montañas que propone la película. Ese poder realista y esa verdad que no se actúa, puede lograrse con interpretaciones de hombres y mujeres que no necesariamente hacen consciente su representación. Es decir hombres y mujeres que entran en un proceso expresivo, ligado a sus vivencias personales. Ese cine me interesa y ese cine crea un panorama de país más rico y complejo.

¿Por qué hacer de la música un eje transversal en toda la película? Y ¿cómo ha sido trabajar con Edson Velandia, con quien ha colaborado en varias de sus producciones?

Nuestra cinematografía Colombiana es nueva y busca en cada proyecto una voz que defina y redefina la forma en que podemos o deberíamos hablar de nosotros mismos. La forma en que nos contamos. En la revisión de un escenario regional musical, conocí a Edson Velandia en Bucaramanga y en nuestras discusiones creativas, coincidimos en la música popular como algo que era más cercano a nuestra vivencia regional. Es decir, buscando una voz sonora para las historias, y dejando a un lado las impositivas influencias extranjeras a la hora de hacer sonar una película, escogimos la música que suena en las cantinas de nuestros pueblos, en los equipos viejos de nuestros papás y abuelos y ese popurrí de géneros que de una u otra manera nos define.

La búsqueda de la música para la película PARIENTE fue una investigación dentro de la música romántica y ranchera que nos acompaña a manera de contrapunto en escenarios machistas que de maneras distintas hablan del amor y de la traición.

En la película hay unos referentes muy marcados al género cinematográfico western. ¿Por qué usar esa estética en el contexto colombiano?

En ese constante pensar de cómo contarnos como país, como región, como pueblo, uno puede revisar la historia de la cinematografía estadounidense y concluir rápidamente el acertado uso académico de los géneros cinematográficos sobre ciertos espacios geo-sociales para hablar de cierta clase de conflictos. Nuestra cinematografía es de alguna manera inocente y no ha esculcado en la misma academia cinematográfica para encontrar una voz desde el género para su audiencia, acorde a los demás y narrativas propuestas. A veces se habla del cine colombiano casi como un género o tipo de películas y ello ha creado una percepción en la mayoría de los casos, negativa, sobre el público que asiste a las películas.

La elección del género western para la película PARIENTE fue un proceso de análisis detallado de estructuras narrativas semejantes a la historia que queríamos narrar, buscando similitudes con nuestro espacio geográfico y político en Santander con dicho género cinematográfico, muchas veces atribuido al viejo oeste estadounidense. De alguna manera fue una apuesta a la academia del cine para probar contar una historia local con elementos de estructuras universales.

La película parece dejarnos una sombra de lo que viene después de la violencia. ¿Qué consecuencias deja la ausencia de ese poder violento en las sociedades?

Una de las tesis que proponía la película PARIENTE desde el guión, era discutir el potencial del comportamiento paramilitar en nuestra sociedad, lejos de un grupo armado. Es decir, queríamos pensar en un escenario de posconflicto para una sociedad que para mí es muy cercana, como mi pueblo de Güepsa. El temor desde el papel y desde el guión era confirmar en la investigación de la historia, que la sociedad avalaba ciertas normativas paramilitares, justificadas siempre por la sensación de un bien común. Y ciertamente el proceso de elaboración de la película, esculcando memorias de paisanos que estuvieron inmersos en las épocas de grupos paramilitares en la región, confirmó la gran disposición de un grupo social al comportamiento propuesto por el paramilitarismo. Y más aún y de manera casi aterradora, de manera análoga al estreno de la película durante el año 2016, el país confirmó durante el proceso de negociación de la dejación de armas de las FARC por parte del gobierno, que medio país celebró posiciones de un bando cercano al pensamiento paramilitar, avalando su discurso y filosofía. Da miedo pensar en nuestro país.

¿Por qué decidió que la violencia armada de Colombia sea solo una parte de la película, y que en cambio se resalten tensiones amorosas y familiares?

La película PARIENTE siempre quiso hablar de la relación ínter personal de un grupo de personas que tenían vínculos cercanos. Sus temores, virtudes y defectos se condicionarían por la sombra imperceptible de un grupo armado que estaba supuestamente desapareciendo. Nunca quisimos hacer una película sobre un grupo armado paramilitar. Quisimos hacer una película que leyera el efecto del grupo armado y sobre todo de su filosofía, en esas básicas relaciones sociales de un grupo de personas. Y queríamos hacerlo porque precisamente la atención de estudios de proceso de desmovilización, de manera directa se relaciona con las víctimas y los victimarios y casi nunca se escucha o se conocen proceso que discutan el efecto violento de un grupo armado en personas que siguen adelante con su cotidianidad.

¿Qué cree usted que pasará con el cine nacional en el contexto actual del posconflicto?

El cine es un instrumento de memoria y discusión constante. Su papel en nuestro contexto latinoamericano inevitablemente sugiere un condicionamiento político con una posición clara del universo que nos rodea. Esa posición política de cada uno de nosotros, de manera consciente o inconsciente nos invitará desde la realización cinematográfica, a escudriñar miles de relatos que inevitablemente tendrán miles de escenarios ligados al pos conflicto. Yo creo además que a medida que avance el tiempo yo nos alejemos del momento histórico de la desmovilización, el grupo armado o el concepto del grupo armado encontrará nuevas formas de representación en la narrativa y las historias hablarán de lo que pasó con esas personas que siguieron sus vidas en escenarios de vacíos de poder, tal vez como lo plantea la película PARIENTE.

Por Catherine Rendón Galvis

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