“Mi lucha más dura ha sido conmigo mismo. Vivo lo más cerca posible de lo que pienso”, dice el expresidente uruguayo Pepe Mujica en las primeras notas que suenan del disco La lucha, de La Vida Bohème, como respuesta a una simple pregunta: ¿cuál ha sido su lucha?
El significado de esas palabras va más allá del estilo de vida de uno de los mandatarios regionales más valorados de Latinoamérica. Por encima de sus creencias políticas, la esencia de la frase también representa el último disco de esta banda venezolana que decidió radicarse en México, luego de que la crisis política, social y económica, que atraviesa el vecino país obligara a sus integrantes a irse con la necesidad de seguir creciendo musicalmente. Pero a pesar de estar lejos, este cuarteto continúa representando una voz fuerte contra el gobierno de Nicolás Maduro, así como se ha convertido en un apoyo para los jóvenes que continúan las manifestaciones.
No sólo las situaciones que se viven en Venezuela han tocado a esta banda. La lucha es en sí el último álbum de una trilogía que envuelve diferentes sonidos latinoamericanos que esta vez no suenan tan crudos, como en su primer disco, Nuestra, sino que se entrecruzan con sus raíces y con sonidos tan naturales como los de los pájaros que vuelan sobre Caracas, el mar que rodea a Puerto Rico o el metro que cruza Nueva York. “Los sonidos del mundo nutrieron de muchas maneras la experiencia que queríamos plasmar en el disco. Esperábamos que de alguna manera las personas pudieran reconectarse con su entorno. Es una propuesta que identifica a Latinoamérica, algo que está rompiendo el asfalto, y es una idea muy bonita”, asegura el líder del grupo, Henry D’Arthenay.
Este trabajo representa una transición en la que tuvieron que pasarles muchas cosas a la banda y a su vocalista. Antes de salir de Caracas, la ciudad en la que a finales de 2006 se formó este cuarteto, sus integrantes tuvieron que vivir la violencia de cerca. Primero fue su booking agent. Fue secuestrado saliendo de un restaurante. “Eran unos chamines de 23 años”, recuerda D’Arthenay, quienes sin ninguna experiencia, en medio de la confusión lo asesinaron y luego hicieron creer a la familia que seguía vivo para que pagaran por el rescate. Después, otro secuestrado fue su mánager. “Casi toda mi generación, de venezolanos jóvenes, hemos tenido amigos, familiares y personas cercanas a las que han secuestrado o extorsionado. Creo que fue un gran motivo para irnos de Caracas”.
Al cuarto mes de salir de Venezuela para México, Diosdado Cabello anunció en su programa Con el mazo dando que D’Arthenay hacía parte de un grupo de conspiradores auspiciado por Estados Unidos. La acusación fue hecha porque el cantante había participado en el encuentro One Young World, organizado por el Foro Económico Mundial, para jóvenes emprendedores. “Mi apellido era tan difícil para ellos que si se busca terroristas y conspiradores, aparezco como Henry Magdaleno, mi segundo apellido”, dice el artista. Luego de eso, D’Arthenay se abstuvo de viajar a su país por seis meses.
La lucha no fue sólo contra el oficialismo en Venezuela, sino también contra los hechos que rodean la realidad latinoamericana, y finalmente contra el cáncer de la madre de D’Arthenay, quien murió en medio de la producción del disco. Por eso en este último álbum hay canciones que hablan tanto de los desaparecidos de Ayotzinapa como de Domingo, uno de los amigos de la banda que murió en medio de las manifestaciones, o Mi mar, mi nada, un proceso de sanación hacia la muerte.
Los tres discos que componen la historia musical de La Vida Bohème conforman una frase: “Nuestra será la lucha”. Según ha dicho D’Arthenay, el primero, Nuestra, con el que lograron dos nominaciones a los Grammy Latinos y una a la versión anglosajona, fue hecha desde “las tripas”, a partir del enojo; el segundo, Será, con el que recibieron dos premios Grammy, fue hecho desde la razón, por lo que simplifica su desencanto, y finalmente, La lucha fue, para el cantante, un disco hecho desde el amor y la nostalgia. “Lo que intentamos hacer con La lucha es intentar poner algo frecuencial y musical que de alguna manera represente eso, su significado”.
Así como a lo largo de la carrera de La Vida Bohème se puede encontrar la dureza del punk, la cadencia del calipso y lo más representativo del folclor venezolano en el joropo, sus últimos temas traen consigo apartes de letras que pueden adaptarse a la realidad de diferentes países latinoamericanos, como también se puede ver en sus trabajos audiovisuales. En el caso del video de Vocé, un niño caraqueño ve cómo asesinan a su hermano y esto le cambia radicalmente la vida. Un caso que responde a la realidad del continente.
La Vida Bohème es “la banda más buena gente de toda Latinoamérica”, como dijo durante la presentación en México de La lucha Eduardo Cabra, Visitante, de Calle 13, quien se encargó de la producción de este último disco. Para D’Arthenay, Cabra les dio sentido a varios de los temas: “Le mandamos las maquetas a Eduardo, y le gustaron. A los cuatro días ya estábamos hablando por Skype sobre el disco y luego nos quedamos en San Juan por un mes. Eduardo es un ser maravilloso. Sin él hubiera sido imposible”. A pesar de que siguen siendo contestatarios frente a la crisis que atraviesa Venezuela, en definitiva, este último disco cierra un ciclo para la banda al que le quisieron dar un tono más optimista. “Las rodillas me tiemblan pero no puedo parar, quiero que mis hijos tengan un nombre que dé orgullo mostrar”, define su nueva lucha, que quizás resume Mujica al referirse a qué es la vida: “es hermosa con sus contrariedades, porque pienso que estar vivo es un milagro. ¿Qué es vivir la vida?”.